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Molly Weasley acababa de sentarse, mentalmente maldiciendo a sus hijos, cuando volvió a acomodarse para –o al menos intentar- leer El Profeta. Unas cuatro veces previas había tenido la intención de hacerlo con tranquilidad, pero no lo había logrado porque dos de sus hijos –gemelos, debería aclarar- estaban empeñados en hacerle creer que había visitas en la entrada, cuando eran ellos golpeando el piso de madera del segundo piso. Con solo seis años, de sus siete hijos, eran los que habían causado más problemas.

Mientras aprovechaba la paz que sabía no duraría mucho, la Sra. Weasley había comenzado a leer la segunda página de un artículo sobre cómo desgnomizar el jardín. Lamentablemente, no pasó de la primera oración cuando escuchó tres golpes en la puerta.

Levantándose de su cómodo sillón, Molly internamente protestó. Amaba a sus hijos, pero a veces la volvían loca.

Acercándose a la puerta, les grito. "¡FRED!¡GEORGE! MÁS LES VALE QUE NO SEAN USTEDES DE VUELTA O SUBIRÉ Y NO SERÁ BONITO." Pero sorpresivamente, del otro lado no se encontraban los niños pelirrojos, sino que una adorable pequeña de pelo castaño junto con una mujer adulta, que no aparentaba mucho más de treinta años. "Oh, hola. ¿Qué se les ofrece?"

"Buen día, mi nombre es Marina." Respondió la mayor y luego apuntó hacia su sobrina. "Ella es Lyra, un placer conocerla."

"Mi nombre es Molly. Molly Weasley. Un gusto"

Luego de sacudir la mano de la pelirroja, Marina prosiguió a explicar por qué estaban molestando antes del mediodía. "Somos nuevas en la zona y pensamos en pasar a presentarnos. No conocemos a nadie por acá y Lyra estaba emocionada por conocer vecinos, especialmente a ustedes."

"¿A nosotros?" Preguntó impactada la Sra. Weasley, "¿Por qué?"

"Su casa." Esta vez fue la niña Skilton quién hablo. "Es GENIAL, muy pintoresca, ¡por lo que supuse que ustedes debían ser todavía mejor!"

Al oír esto, Molly quedó asombrada, no era común que la gente elogiara su hogar. Ver a aquella desconocida queriendo conocerlos solo por ella resultaba extraño.

Con una pequeña risa, se movió del camino y las invitó a pasar. Una vez adentro, miró el interior de su hogar y les dijo "No es mucho, pero es nuestro hogar."

"No bromee." Interrumpió Lyra. "Esto es perfecto."

"Gracias, cariño. ¿Se quieren quedar para el almuerzo?" La niña miró esperanzada a su tía, quién asintió. "Fantástico. Arriba están mis hijos, por si quieres ir a conocerlos."

"Por supuesto, permiso." Así, Lyra Skilton se encaminó por las escaleras, dejando a Marina y a la Sra. Weasley.



Al llegar al segundo tramo de las escaleras, se quedó paralizada. ¿Cómo se suponía que los iba a encontrar? ¿O hablarles? No podía irrumpir así como así en sus habitaciones. 'Hola, perdonen que me meta, ¿Quieren jugar?'

Debatió con sí misma unos minutos hasta que decidió golpear la puerta. Nerviosa, comenzó a girar el anillo de su dedo anular derecho –un viejo hábito que tenía- hasta que un chico tan pelirrojo como la señora que la había recibido le abrió. El muchacho la miró con ojos azules, entre sorprendidos y asustados, que se escondían detrás de un par de gafas y una rata en la mano.

"Ehhh... ¿Hola? Me llamo Lyra, soy una vecina nueva, tu mamá me invitó a subir pero la verdad no estaba segura de cómo hacer cuando encontrara a alguien y-

"ROOOOON" La interrumpió el niño. "BAJÁ, TENÉS VISITAS." Y con eso, le cerró la puerta en la cara.

"CHAU" gritó inocentemente.

De repente, se escucharon pasos bajando por los escalones y un varón de aproximadamente su misma edad se hizo ver, atajándose de la barandilla para no caerse. "¿Percy? ¿Por qué gritas?" Cuando llegó al piso en el que se encontraba ella, satisfecho de no haberse caído, el niño levantó la cabeza y quedó pasmado al descubrir una desconocida observándolo con una sonrisa. Confundido, la saludó con la mano. "¿Quién sos?" Le preguntó, pero no de manera grosera.

En lugar de ofrecerle la mano como hacían los adultos, la Skilton fue a abrazarlo, tomando desprevenido al pecoso. Rápidamente se separó y se presentó. "Soy Lyra, me acabo de mudar al pueblo. Mi tía está abajo."

"Hola, Lyra. Yo soy Don. ¿Te gusta el quidchy? Qui...quidc..." Ron frunció el ceño, frustrado ya que no conseguía pronunciar la palabra. "Qui- ¡Quidditch!" Exclamó contento. "¿Te gusta el Quidditch?"

"Siii." Rió la niña. "Me gusta, especialmente los Chudley Cannons."

"¡NO MIENTAS! Yo igual. ¿Quieres subir a ver mis posters?"

"Seguro." Respondió feliz, esperando que pudieran hacerse amigos."Me encantaría."

The Constellation of her Voice |Harry Potter|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora