III

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2008, provincia de Chungcheong del Sur, Corea


Tiemblo de pies a cabeza. Hace demasiado frío. Si lo hubiera sabido traería guantes y bufanda, pero el meteorólogo no dijo nada de una ventisca en estas tierras. Bueno, no es como si revisara el tiempo de las provincias.
Soplo para calentar mis manos. Entonces lo miro, aunque a primera vista no parezca él. Debajo de su sombrero de agricultor tiene el mismo rictus de hombre rudo que vi unos cuantos días antes mientras disparaba contra mi hermano. Corrijo contra el espectro que tomó posesión de mi hermano.

—Niño bonito, en verdad viniste —me saluda.


—En eso quedamos por teléfono... —me detengo a media frase, no sé su nombre y no me parece correcto llamarlo señor. Ni que estuviéramos en el ejército.

Él hace una mueca que casi se asemeja a una sonrisa.

—Llámame Viejo Zorro —dice.

Un apodo interesante.

—Soy Kim Jaejoong —respondo extendiéndole mi mano.

Él la mira pero no responde el gesto.

—Eres JJ —corrige— Desde ahora no tienes nombre para mí. No somos amigos. Tienes que entenderlo. Además, en donde estás metiéndote es mejor dejar tu identidad de lado.

Sus cejas se alzan como si me retara a contradecirlo. No lo hago.

—Bien ¿con que comenzamos? —pregunto.

Estoy determinado a aprender lo más posible de esos monstruos para poder vengar la muerte de Jonghyun.

—Comenzamos dándote un atuendo adecuado —dice dándome una pasada con la vista.

Entiendo que mis zapatos puedan ensuciarse con esa tierra. Pero ¿qué tiene de malo mi pantalón de vestir y gabardina marrón? Ni que debiera vestir con pantalones y camisa de estampados geométricos como los que usan las señoras de campo.

—Sígueme y toma esto —me avienta unos trapos hechos bola. Los atrapo de milagro, que no soy el mejor coordinado del mundo.

Maldición, parece que ese hombre lee mentes. Ahora tengo que usar unos pantalones de tela con círculos de colores por todos lados y una camisa igual.

Camino resignado. El hombre avanza de prisa. Me emparejo a él.

—Entonces, esos espectros ¿cómo acabas con ellos? —pregunto.

—Todo a su tiempo niño bonito —parece que mi apodo pasó de JJ a niño bonito—Primero vamos a trabajar.

Me señala el campo con una mano. Aun con el frío hay hierbas por todos lados. ¿Quiere que desyerbemos todo el lugar? No estoy aquí para eso. Sólo quiero aprender a terminar con los espectros. Más bien a terminar con un espectro. El culpable de la muerte de mi hermano.

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2014, Base de DBSK, Seúl, Corea

Repaso las teclas con cuidado. Respiro y comienzo. Las notas salen una tras otra, hasta formar un todo armónico.

— "Nací libre, lamentablemente, pero un beso, un corazón —canto— Con un lento respirar, compartimos un beso. Lo siento con los ojos cerrados en medio de esta complicada sensación. Oh, trataré de mostrarte. Un mundo libre ¿Por qué no se cruzó en mi camino? ¿Por qué no se cruzó en mi camino? ¿No es demasiado...?"

Un ruido estridente interrumpe mi concentración. Maldigo, ese niño otra vez con su música hard.

Me levanto y camino hacia la habitación de al lado.

Allí está frente a su laptop, golpeando una batería invisible, mientras canta a todo pulmón "Carry on my wayword son".

—¡Changmin! —le llamo, no hay respuesta— ¡Changmin!

Nada. Camino hacia él y golpeo su hombro con fuerza. Se queja. Me mira e inmediatamente apaga la música.

—Cuida tu guardia —le recrimino.

Él alza los hombros despreocupado.

—Estamos en casa, no hay problema —responde.

Le doy un coscorrón.

—¿Cuál es la primera regla?

—Siempre estar alerta —repite con voz monótona.

Sonrió ese niño nunca aprende. Volteo a ver su laptop, tiene unas páginas meteorológicas abiertas.

—¿Encontraste algo interesante? —pregunto.

Él da una ojeada a la pantalla.

—Nada, está más tranquilo que el desierto del Sahara —dice— No tenemos de que preocuparnos.

Me inclino frente a la computadora y muevo un poco el ratón inalámbrico. Efectivamente, no hay ningún rastro de tormentas inesperadas.

—Changmin, es más preocupante que no haya actividad a que la haya —comento enderezándome— Sigue monitoreando y me avisas cualquier cosa.

—Sí jefe —responde en tono militar. Ese niño.

Camino hacia la puerta pero me detengo antes de salir.

—Changmin —le llamo, el voltea a verme— En el desierto del Sahara viven miles de personas. Ah por cierto, si quieres escuchar tu música escandalosa usa audífonos.

Me dirijo a la puerta y antes de salir escucho a Changmin cuchichear "Sí señor amargado".

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2008, provincia de Chungcheong del Sur, Corea

Siento mis manos congeladas agrietarse mientras me acerco al fuego. Mis dedos casi están azules. Bueno no tanto, pero si están lastimados por el frío. Todo el día desyerbando ese campo, que parecía no tener fin, fue suficiente para maltratarlas. ¿Qué tiene que ver quitar hierbas con luchar con seres sobrenaturales? Ni idea. No obtuve respuesta de mi entrenador cuando pregunté. En realidad no obtuve nada de él más que órdenes sobre cómo hacer bien el trabajo manual.

Tal vez, el embarcarme en este entrenamiento para convertirme en exterminador de espectros fue una mala idea. Ya cayó la noche y estoy aquí a la intemperie, hambriento y muriendo de frío.

Miro mis dedos de nuevo. Todavía no terminan de calentarse. Soplo y lo siento, un brazo tiene apresado mi cuello.

—Regla número uno, niño bonito, nunca bajes la guardia —dice el Viejo Zorro.

El agarre es tan fuerte que casi no puedo respirar.

—Si lo haces estarás muerto.

Entonces, el apretón se destensa. Respiro libre de nuevo. Y miro con resentimiento a mi agresor. El hombre está recién bañado y lleva el estilo de ropa que vi cuando lo conocí: pantalones de mezclilla, camisa en u y una chamarra de motero. Ese look le pega más.

—Tengo tu cena —me extiende un cuenco pequeño.

Lo tomo con duda. Sólo es arroz blanco. ¿A eso le llama cena?

—Gracias —digo sin convicción.

Él no responde toma asiento frente a mí y comienza a comer su arroz. Lo imito. La comida no está tan mal. Comemos en silencio.

Mientras acabo mi arroz echo un vistazo por el lugar. Estamos en el patio de una casa de campo sentados sobre una mesa cuadrada de madera. Cerca de ella está un árbol de almendros y colgando de este un columpio. ¿Había un niño en esa casa? No lo parece. Más bien no parece haber nadie más que el motero.

—¿Tienes más familia niño bonito? —me interrumpe la voz del hombre.

Trago mi último bocado de arroz despacio. No quiero contestar esa pregunta.

—Mi única familia murió hace unos días —respondo recordando a mi hermano, el viejo zorro frunce el entrecejo, decido sincerarme— Mis padres murieron hace 14 años.

Algo en sus ojos cambia. Es una fracción de segundo, pero me parece ver pena en su rostro. El me compadece.

—En este negocio es mejor no tener lazos —declara.

Mi mente vaga hacia mi novia y mi mejor amigo. ¿Podía renunciar a ellos por alcanzar mi venganza? No tengo una respuesta a eso.

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2012, Base de DBSK, Seúl, Corea

Blando la espada en la nada. Mi enemigo invisible cae ante mí muerto en el acto. Un golpe así acabaría con cualquiera...cualquiera vivo. Los muertos son otro asunto.

—El último ha caído.

Ese es Junsu. Aparece desde las escaleras.

—Todavía no —respondo seco.

Recuerdo la figura negra emergiendo de mi hermano en el momento de su muerte. Todavía no he acabado con ese bastardo.

Junsu avanza hacia mí, cauteloso. Lo miro. Mi amigo. La única persona que queda de mi antigua vida. Sonrío al ver sus manos.

—¿Burguer King? —pregunto incrédulo.

El me devuelve la sonrisa.

—Para el BB —ese es el apodo de Changmin— Traje comida de verdad para nosotros.

Sacude la otra bolsa en su mano izquierda.

—¿Italiana?

—De Luigis —me confiesa.

—Molto bene —respondo. Mi estómago está de acuerdo conmigo, gruñe.

Junsu deja las bolsas con comida sobre la mesa colocada en medio de la habitación. La "mesa" no es precisamente una mesa convencional; con su mapa detallado de Corea es más bien la representación del campo de batalla. Donde nos sentamos a planear nuestros movimientos. Cada paso es planeado minuciosamente, porque el enemigo no sólo es peligroso sino también muy astuto. La mesa tiene ese fin, pero también funciona como un comedor occidental; atributo que le dio Junsu, aun ante mis protestas.

—Changmin, la comida —llama Junsu al BB del grupo.

Los pasos patosos inundan la habitación.

—¿Super combo? —pregunta Changmin acercándose a la mesa.

—Con tocino extra —responde Junsu.

La cara de Changmin se ilumina. Se apresura a sentarse en la cabecera de la mesa. Toma la bolsa de Burguer King y voltea a verme con una sonrisa burlona. Como si le fuera a pelear el lugar de líder. No soy líder de nada y no me interesa serlo. Pero le regalo una alzada de cejas. Si las niñerías lo hacen feliz, no lo privaré de ellas. ¿Quiere fingir ser el líder de DBSK esta noche? Que lo sea. Total líder en el sentido estricto de la palabra no tenemos. Pero si pensáramos en uno, la persona que nos mantiene bajo control y bien organizados; ese sería Yunho. Por cierto ¿dónde está?

—Junsu —llamo a mi amigo, quien está sacando la comida italiana de la bolsa— ¿hablaste con Yunho y Yoochun?

Él abre los recipientes de comida apartando la vista de mí.

—Siguen en la isla Jeju —confiesa, alzo una ceja— Yunho me dijo que la pista sigue fresca y Yoochun no quiere volver hasta agotar todos los recursos.

Tomo el recipiente con pasta italiana que Junsu me ofrece.

—Espero sean cuidadosos.

Medito mis palabras. Ellos siempre son cuidadosos, pero está el factor impulsivo de Yoochun. Sus ganas de atrapar a ese desgraciado. Ese ímpetu podía jugarles una mala pasada. Sólo espero que Yunho pueda contenerlo.

—Hay algo de actividad esta noche —dice Changmin con la boca llena. Junsu y yo volteamos a verlo. Mi amigo hasta lo golpea en el hombro.

—¿Por qué no lo dijiste antes? —le reclama Junsu.

Changmin se encoge de hombros.

—Nadie me preguntó —dice muy tranquilo.

—Idiota —Junsu lo golpea de nuevo. El BB deja su último trozo de hamburguesa y se levanta para responder la agresión.

—Changmin —lo detengo— ¿Dónde es la actividad?

El sonríe abiertamente.

—En el club G-dragon.

Maldigo. Esa debe ser una broma.

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2008, Seúl, Corea

Golpeo el saco de boxeo con todas mis fuerzas. Estoy exhausto y asquerosamente sudado. Pero no me detengo. Es gratificante moler la bolsa de hule rellena de aserrín de madera. Se siente bien moler a golpes lo que sea. Sacar toda la frustración acumulada. Frustración por no tener respuestas. Entreno pero parece más bien una preparación para las olimpiadas que para enfrentar espectros. Entreno cada día desde hace un mes pero no sé porque lo hago. ¿Qué propósito tiene fortalecer mis músculos si no sé si con mis manos puedo acabar con ese bastardo? No lo sé y no he obtenido respuesta alguna de mi mentor. ¿Mentor? Llamarlo así es una falsedad. El viejo zorro no me ha enseñado más que a acabar con las malas hierbas. Aquélla noche —la primera y última en la que nos entrevistamos— me dio una solo orden: "entrena y vuelve cuando puedas sorprenderme". ¿Qué significa eso?

Mi teléfono celular comienza a sonar. Es ella: Ra In. Respiro y contesto.

—Hola hermosa —la saludo.

Un silencio sigue. Mal presagio.

—Jae ¿dónde estás? La función de cine empezó hace veinte minutos.

Maldición, lo olvidé.

—Lo olvidaste —asegura.

Callo ¿qué puedo decir?

—¿Qué pasa Jae? Estos últimos días has andando muy raro. Junsu y yo estamos preocupados. Estoy preocupada.

Ella calla.

Miro la pared del gimnasio, un letrero llama mi atención: "la entrega al fortalecimiento del cuerpo exige una entrega mental". Eso he estado haciendo, entregando todo a mi entrenamiento: cuerpo, mente, esfuerzo y tiempo.

—Estoy en el gim — confieso.

Ella suelta un suspiro.

—Voy a bañarme y te alcan...

—Déjalo, me fui a casa. Ve a descansar —me interrumpe.

Ella corta la llamada.

Está molesta y no puedo recriminarle nada. Estoy entregado a mi nuevo objetivo. La pregunta que me hice cuando el viejo zorro me advirtió sobre los lazos resuena en mi cabeza: ¿renunciaría a mi novia y mi mejor amigo para conseguir mi venganza? Tal vez ya empecé a hacerlo.

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2012, G-dragon club, Seúl, Corea


El ruido de la música mezclada me parece molesta. Echó un vistazo por el lugar. Ni una señal del objetivo. Volteo a ver a mi lado. Changmin está sentado siguiendo el ritmo de la música con sus pies. Me acerco a él.

—Niño ¿estás seguro que la información es confiable? —le pregunto.

Él asiente con la cabeza.

—La conseguí de una fuente viable, lo vieron esta noche— asegura.

—No quiero preguntar —digo— Pero debo ¿cómo conseguiste esa fuente?

Él sonríe.

—Simplemente llamé a un amigo que conocí en Halo en línea y trabaja aquí —dice— le comenté que soy agente especial de la policía y que estoy buscando a un hombre peligroso, un mafioso. Obviamente le mandé la foto de nuestro objetivo.

Se muestra orgulloso de su hazaña. Le golpeo el hombro amistosamente. Ese niño es un genio, no sólo al hacer planes y fingir sino también para las computadoras. Es un hacker.

—¿Crees que Junsu se esté aburriendo allá afuera? —pregunta con una mueca burlona en el rostro, entonces, sin darme tiempo a contestar, agrega— Seguro encontró con quien entretenerse. Debe haber mujeres calientes esperando en la fila para entrar.

Niego con la cabeza. Junsu será bastante débil al tratarse de conocer mujeres, pero no descuidaría el trabajo ¿o sí?

Una figura al fondo del club llama mi atención. Trae un traje oscuro y su cabello engominado. Debe ser él.

—Objetivo a las doce —aviso a Changmin.

Él voltea, para eso el hombre se ha girado a nuestra dirección. Definitivamente es él. Nos ponemos en acción. Changmin se levanta y camina rumbo a la pista de baile por la derecha a mí me toca la izquierda. Evado a las personas que bailan, como puedo. Algunas chicas se contonean cerca de mí al verme, las ignoro. Estoy muy cerca del hombre. Éste se encuentra sentado en una mesa privada con un par de gorilas rodeándolo. Me acerco lo más que puedo. Entonces saco el aparato del bolsillo de mi pantalón. Lo alzo y presiono el botón de encendido. Nada, no suena. Maldigo. Esa es una mala noticia. Apago el aparato y lo guardo en mi bolsillo. Luego volteo a buscar a Changmin con la mirada. Él me está viendo a la espera de una orden. Niego con la cabeza. Él hace un gesto de desagrado. Sonrío, arrugando de esa manera la nariz parece un bebé.

Entonces una figura se cierne sobre mí. Es cálida y me aprisiona. Es una chica.

—Perdón guapo —dice.

Estoy tratando de entender sus palabras cuando sus labios caen con fuerza sobre los míos, tan fuerte que duele un poco. Sus manos van a parar en mi cuello. Se mueve sobre mí. Está quitándome el aliento y subiendo mi temperatura. Es una chica caliente y me cuesta mucho no perder el control. Mi resistencia es tan débil que cuando muerde mi labio, abro la boca inmediatamente para darle acceso total. Ella invade mi boca con su lengua y comienza una danza con la suya. Una danza seductora y deliciosa. Pierdo un poco el control y respondo el beso con intensidad. La atraigo hacia mí, eliminando cualquier distancia física y disfruto el momento. Cada parte de su anatomía se amolda a la mía. Es una deliciosa tortura sentir su calor.

—¡Viviana! ¡Viviana! —llama una voz muy cerca. Tal vez ese es el nombre de la chica. O quizá no, ella no se da por aludida, sigue besándome con fiereza. Siento su fuerza y decido responder de la misma manera. Así comenzamos a competir por el control del beso. Hasta que nos quedamos sin oxígeno y nos separamos.

—Gracias, guapo —dice agitada.

Respiro en la misma condición. Ella echa un vistazo por el lugar y arruga el ceño. Entonces como llegó —tan misteriosa— se va.

Me quedo estático mirando el lugar donde se fue.

—Ese fue un golpe de suerte hermano.

Changmin aparece y golpea mi hombro juguetonamente. Enfoco a mi compañero.

—Vámonos, Junsu espera —digo tratando de sonar tranquilo y serio. Mi truco parece funcionar, Changmin no agrega nada. Pero sé que su silencio no es una garantía de mi tranquilidad, él sólo espera el momento adecuado para atacar. De muchas formas esa noche, en vez de cazador, fui la presa. Terminé atrapado en un beso. La canción viene a mi mente: "con un lento respirar, compartimos un beso".

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Historia original, todos los derechos reservados, no copiar de ninguna forma.
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¿Les gustó? Yo adoré a Changmin (me encanta el carácter que le dí).
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