Día tres.

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"El amor duele. Pero duele más si no es correspondido."

Aún sentía el tacto de su piel en las noches más frías. Notaba sus brazos, sus corazones respirando al son de la vida.

Veía en las sombras su silueta. Él seguía ahí, observando cada milímentro de su piel rota. Ese alma que lucía al paso de la melodía triste de un piano.

Notaba sus besos en lo más profundo de su destrozado ser.

Se sabía el recorrido de memoria y siempre era la primera en alcanzar la meta hasta que se perdió por no estar atenta.

Sabía que estaban hechos el uno para el otro. Que eran sus cuerpos los que encajaban a la perfección. Solo sus cuerpos.

Atravesaba su mirada oscura como el demonio que ella llevaba dentro; escuchaba sus pesados parpadeos dormirse en la nana de su pecho.

No podía soltarle. Él tampoco quería soltarla. Se aferraban a lo único que les unía, las esposas que se habían puesto en aquellas paredes blancas.

Las paredes blancas.

Disfrutaban del dolor de tenernse sintiendo sus cuerpos pudrirse en aquella tempestad.

No le temían a la muerte porque ella ya rondaba por los alrededores esperando el mejor momento para conseguir lo que esperaba.

Aún sentían cada paso. Cada danza. Cada caricia. Cada gesto.

Cada caída en esa triste agonía que les llevó a enamorarse del demonio.

Aún luchaban contra el placer.

Pero siempre caían rendidos.

Solo caían rendidos.

El uno al otro

caían rendidos.

No exisitía nada ni nadie capaz de deshacerse de sus sombras porque ellos eran el propio vals que las hacía danzar.

Aprendieron a amar en la oscuridad. Siempre en la oscuridad.

-NDA.

Diario de un jóven corazón roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora