Día dieciocho.

64 6 4
                                    

Lo siento.

Lo siento si las horas para tí no pasan cuando entras en mi mundo,

si los segundos se desvanecen,

si cada pálpito, cada suspiro, cada pestañeo se convierte en nada cuando me tienes cerca.

Lo siento si no sabes aquello que tan bien sabes.

Sabes que no soy dulce, que no soy cálida, que mis inviernos son muy fríos y mis veranos son capaces de congelarnos a ambos.

Lo siento si cada paso que das hacia mí se convierte en miles de cristales que se te clavan en los pies sin piedad alguna.

Lo siento si no puedo darte todo lo que otra puede darte,

si no soy perfecta,

si solo me río cuando es necesario,

si mis ojos te queman cuando te miran,

si soy tan indescifrable que...

Lo siento, pero lo siento porque, a pesar de todo eso,

no vas a conocer a nadie que sea capaz de recordarte la hora para que no te pierdas,

para que no te olvides, por mucho que me duela.

Lo siento porque mi corazón empieza  a latir cuando te siento,

mis suspiros pasan de ser melancólicos, a ser de aquellos enamoradizos que la gente tanto y tan bien cree conocer;

mis pestañas deciden correr para no perderse ni una milésima de segundo a tu lado.

Lo siento porque tu agarras mis manos heladas y eres capaz de mediar la temperatura,

mis inviernos me permiten cerrar la ventana y abrigarme si tú estás conmigo;

mis veranos me empiezan a aconsejar que saque algún pantalón corto si notan tu presencia.

Lo siento,

siento exáctamente lo mismo que tú y... a mí también me duele.

      -NDA.

Diario de un jóven corazón roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora