Día treinta.

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Por todo aquello que nunca te dije y jamás te diré. Aunque puede que sí lo escriba alguna que otra vez.

No me di cuenta hasta ahora, que eres mi día, mi noche.


Que eres las estrellas que están aunque no nos fijamos en su presencia.


Eres esa lágrima salada que lucha por quedarse en tu mejilla, esa hoja que se agarra fuerte a las ramas de su árbol en otoño.


Eres mágica...

sonrisas transparentes, risas reales, recuerdos inolvidables, textos sentidos, amores efímeros...


Eres como mi agua, lo único que me mantiene viva; cómo la música, aquello con lo que siempre te identificas.


Eres mi ángel de la guarda, que busca el silencio de un grito bajo las capas del alma para hacernos subir.


Levantarnos.


Te daría mi vida por verte sonreír,
Ñ daría una mano por arreglar cualquier extremidad de tu cuerpo.


Te daría todo... Sabiendo que tú me lo das todo a mí.


Siempre has sabido ser...


Yo puede que nunca, pero tú siempre eres, siempre.


Y, mira, que tus ojos esconden galaxias y mil sueños que me hacen despertar de la realidad.


Y, escucha, que tu voz jamás se rompe, y si lo hace yo estaré ahí para coserla.

Y, levanta, que tu altura jamás medirá lo grande que tienes el corazón.


Que te quiero.


TE QUIERO.


Y se lo gritaré a todos los que están hartos de escucharme hablar de tí.


A todos y cada uno de los que no tienen una hermana con la que compartir televisión, música y... La banda sonora imprescindible en nuestras vidas.


Por todo aquello que nunca te dije y jamás te diré. Aunque puede que sí lo escriba alguna que otra vez.


Porque tú, amiga mía...


Tú ya formas parte de mí.


Ah... Y sí, he dicho que no me había dado cuenta hasta ahora. Pero el ahora siempre ha sido mucho más largo que el ayer.


   -NDA.

Diario de un jóven corazón roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora