Día veintinueve.

42 6 2
                                    

El refugio de unos brazos que nunca la habían abrazado.

Miraba la luna pensando en las estrellas.

El cielo de Madrid la impedía verlas,

ver la multitud en soledad y su cegadora luz en la oscuridad.

Su costumbre era hablar con la farola que tantas veces la había acompañado,

el refugio de unos brazos que nunca la habían abrazado.

Era de soñar con los ojos abiertos y el papel completamente en blanco.

    -NDA.

Diario de un jóven corazón roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora