06 | La prueba restante.

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Capítulo seis: La prueba restante.

El edificio D lamentablemente se diferenciaba de manera excesiva al elegante lugar en el que ella tiene la fortuna de alojarse. El opaco gris de las paredes le agregaba un aire sombrío y escalofriante al ambiente, y las múltiples puertas negras, de las cuales provienen gritos desgarradores, les proporcionaban aún más oscuridad a los desolados pasillos. El panorama se asemejaba a una escalofriante escena de alguna costosa película de terror y suspenso. De esas que te eliminan el sueño de manera permanente por largos y tortuosos meses.

Ella recorría los pasillos con suma lentitud, sintiéndose levemente inquieta debido a la imagen ante sus ojos. Luciano nunca especificó absolutamente nada con respecto al lugar del encuentro, exceptuando por supuesto, el número del edificio. Annabeth estaba perdida, y desdichadamente, rodeada de objetos y ruidos tenebrosos.

—¡Maldita sea! —Escupió exasperada al doblar en uno de los múltiples pasillos, encontrándose, para su desgracia, con el mismo panorama. Metálicas puertas negras y opacas paredes grises.

—Controla tu boca. —Respondió hilarantemente Luciano, dirigiéndose mediante pasos firmes hacia Annabeth.

Un sorpresivo sentimiento de alivio corrompió su cuerpo al observar la imponente figura de Luciano acercarse hacia su persona. Tomando en cuenta las circunstancias, a Annabeth realmente le alegró toparse con su atractiva presencia. —¿Cómo sabias donde estaba? —Preguntó curiosa, mientras se esforzaba en imitar sus largas pisadas.

—Te vi por las cámaras luciendo patéticamente desorientada y confundida. —Respondió. —Así que decidí venir a buscarte. Debiste haberme esperado en la entrada.

—Nunca mencionaste que te esperara en la entrada.

—Tampoco te pedí que entraras al edificio sin mí. —Contraatacó, dejando a Annabeth sin argumentos a su favor. —Te pudiste haber topado con cosas que no te convienen observar, así que desde ahora deberás tener mas cuidado.

Ella simplemente se dispuso a asentir, sintiéndose pequeña y vulnerable ante su presencia.

Luciano la dirigió con rapidez hacia un pasillo alejado, en el que únicamente se encontraba dos puertas negras de acero macizo, pero a diferencia de las otras, estas se encontraban próximas al tamaño de las paredes. Fácilmente podrían triplicar el tamaño de las múltiples y pequeñas puertas que se encontraban patéticamente esparcidas alrededor del escalofriante edificio.

—Es aquí. —Notificó, y luego simplemente se dispuso a golpear el sólido acero tres veces seguidas, esperó cinco segundos, y lo golpeó tres veces más.

Rápidamente las puertas ante ellos se separaron, permitiéndoles la entrada hacia el lugar en el que se llevaría a cabo la tercera prueba. Sus ojos no tardaron en toparse con el vulnerable cuerpo atado firmemente en una silla metálica, siendo brutalmente privado de la vista, debido a las telas presionadas alrededor de su rostro aniñado. Su desnudez le proporcionaba aún más inocencia a su desdichada imagen.

—Tienes quince minutos. —Le informó Luciano con frialdad, mientras observaba el miedo plasmado en sus pupilas.

Annabeth ignoró su mirada por completo, y con pasos firmes se dirigió de manera decidida hacia la inocente criatura. A tal cercanía logró percatarse de las lágrimas silenciosas que rodeaban sus mejillas, y de la sangre que se escapaba de sus maltratadas muñecas. Seguramente se trataba de un patético forcejeo. De su último esfuerzo por mantener su vida.

—¿Debo matarlo?

—No, simplemente hiérelo, y eventualmente terminará desangrándose. Pero asegúrate de prolongar el momento de su muerte. —Ordenó de manera segura y decidida. —Nosotros te observaremos a través de las cámaras en la habitación de alado.

Amor Bestial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora