La bienvenida.

29 5 4
                                    

Empecé a acordarme uno a uno de todos los difuntos de Donnie. ¿Por qué había hacho esto? ¿Qué pretendía? Me di la vuelta sigilosamente y ahí le vi, todo envuelto en su perfección hablando con un amigo, mirando de reojo mi mochila. Cuando se dio cuenta de que le estaba mirando me miró con una ceja encarnada. Le di la espalda intuitivamente y empecé a pensar.

"¿Qué hago? —pensé. —Lo mejor será echarle un par e ir. No, no puedes. ¿Qué pasa si se burla de ti porque se te ha caído la mochila? ¿Y si te la coge y empieza a juguetear con ella como si fuera un abusón? Te saca dos malditas cabezas, Eli, puede que sea un abusón. No, es demasiado adorable para eso. ¿Y si te pregunta por la pelea con Brittany? Puede que sean pareja, siempre han habido rumores de que en una fiesta tuvieron una noche loca. No sé qué pensar, no sé que hacer. Pero quieta no me puedo quedar después de darle la espalda, sería muy sospechoso."

El tiempo pasaba y las clases empezarían en unos minutos así que tenía que apresurarme en pensar algo y decidí ir a por ella. Respiré hondo, me di la vuelta sin abrir los ojos y anduve, pero a los dos segundos me choqué con una pared. Abrí los ojos para ver contra qué me había chocado, y ahí le vi, delante de mí, mirándome con sus ojos color cielo, sonriendo. Sonriéndome. Perfección en estado puro. Más bien medio sonriéndome, pero no era media perfección, era perfección entera. Cada cosa que hacía, cada palabra que articulaba... ¿He dicho que es perfecto?

Con esos hoyuelos... Le doy un mérito muy merecido a su madre, por poder aguantar esa carita cuando le echaba la bronca. Me lo imagino haciendo pucheros... ¡Cómo podrías decirle que no a una cara así! Sería imposible, valiente madre la que tiene.

Mis ojos se iluminaron de repente y él lo notó. No sé decir qué le vi que me hizo darme cuenta, pero lo vi. Eli, vuelve a tu estado, deja de pensar.

Me puse nerviosa enseguida al percatarme de la situación. Estaba de pie justo delante de mí. Estaba sujetando mi mochila. La estaba sujetando con su mano con cuidado, la sujetaba como si la mochila estuviera echa de frágil cristal. Le miré, me miró y nos miramos durante un instante. Nos estábamos mirando... Él no dejaba de sonreír, y yo no sé que cara estaría poniendo, pero seguro que estaba más roja que los alemanes en la playa.

—Se te ha "caído" —dijo, poniendo mucho énfasis a la última palabra. Su voz sonó relajada con un toque divertido y adorable, esa típica voz en medio de la pubertad tan grave y masculina, con el temor de que salga un gallo traicionero de un momento a otro y mande a la mierda su hermosa, increíble, grave, ronca y perfecta voz.

—Sí, esto... gracias. Sí, eso, gracias. —balbuceé al quitarle la mochila y me di la vuelta para irme. A diferencia de la suya, mi voz sonó como la de las típicas neoyorquinas tontas de la televisión que van a la gran manzana a hacer sus sueños realidad...

Dados unos pasos me llamó.

—Soy Simon. —dijo alzando un poco la voz. No sé porqué, si su voz normal y perfecta se escuchaba a seis hectáreas, o por lo menos yo la escucharía. Me di la vuelta y me acerqué a él.

—Sí, te conozco... soy Elizabeth.

—Yo también te conozco. —al decir eso último, esbozó una de esas sonrisas traviesas y se rascó la nuca. Me encantaba verle hacer eso, siempre lo hacia. Yo me sonrojé como un tomate, o al menos eso deduje al notar que toda la calor de mi cuerpo pasaba a mi cara.

—Ah... bien, bueno. Gracias. Adiós. —le dije con una sonrisa fingida ya que los nervios se apoderaban de mi cuerpo por momentos y desconectaban mi mente por completo. Al darme la vuelta para desaparecer de esa escena tan patética me di cuenta de que no había nadie. Nos habíamos quedado él y yo solos en el pasillo de la escuela. Tras las siguientes palabras, me paralicé.

[SAVE ME] (Provisional)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora