Dylmas ~ Amor en el rodaje

Capítulo 26

Thomas P.O.V
Ya había pasado una semana desde que desperté, y me la había pasado entera en el hospital sin apenas moverme. El doctor me había hecho las últimas revisiones y al ver que los resultados estaban perfectos, me había entregado el alta para esa misma tarde.
Ki se pasó toda la semana conmigo, es el mejor novio que jamás podría haber soñado. Sí que es cierto que por la noche, al dormir, cada noche soñaba con unos ojos de color miel, sin saber a quién pertenecían, lo único que sabía es que me despertaba cada noche tras ver esos ojos en mis sueños y lo que daría por saber quién es el dueño de algo tan bello.

Dylan P.O.V
Una semana. Una maldita semana desde que el amor de mi vida despertó sin saber quién era yo, una semana sin poder verle, una semana sin ver su sonrisa ni sus ojos. Dolía, dolía mucho.
¿Tan poco significaba para él que le fui tan fácil del olvidar?
Kaya, Will y todos los demás me han estado apoyando durante estos días, bueno menos Ki, quien estaba disfrutando de pasar tiempo con MI novio, no el suyo. Me destrozo saber que Thomas se pensaba que ellos estaban juntos, al parecer no era suficiente que no me reconociera, sino que tenía que hacer aún más añicos mi corazón.
-Dylan por favor, ven- Will y Kaya me estaban intentado convencer para que les acompañara al hospital.
-Chicos, no sabe quién soy, ¿de qué sirve que vaya?
-Dylan-me dijo Kaya- tú le quieres, según dices es el amor de tu vida, para de poner excusas porque si de verdad le quisieras, querrías verle, lucharías por recuperarlo. Así que para de llorar y levanta el culo, que te vienes al hospital con nosotros, además esta tarde ya le dan el alta.
Las palabras de Kaya me hicieron pensar, así que les acompañe al hospital.

Thomas P.O.V
Estaba en mi cama del hospital, junto a Ki, pasando allí las últimas horas para poder salir de aquí, cuando entraron Kaya, Will y otro chico más. Al mirar a los ojos de la tercera persona que para mí era irreconocible, los vi, vi esos ojos con los que tanto había soñado y de repente, como piezas de un puzzle, me vinieron todas las imágenes a mi cabeza: la primera vez que lo vi, la primera vez que sentí algo por el, la primera vez que le bese, las lágrimas, las peleas, las risas y sonrisas. Era el.
Me incorporé rápidamente de la cama ante la mirada de los cuatro, no sabía que hacer, una única palabra salió de mi boca, suficiente para hacer llorar al dueño de los ojos de color miel, el dueño de mi corazón.
-Dylan...- y ahí es cuando todo formó sentido.