Mi abuela

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Mi abuela materna Irma se encontraba en malas condiciones. Era algo incurable.  Al parecer, con el paso del tiempo, ella iría olvidando cada vez más cosas. Era algo que yo no quería y que, a la vez, no podía evitar. Yo solo deseaba que nunca me olvidara.

El día de hoy, llegué a mi casa y vi que mis abuelos maternos estaban de visita. Ellos viven en un rancho a una hora de mi casa por lo que casi nunca los visitamos. Los saludé y mi abuela me hizo la misma pregunta de siempre:

-¿Te pintaste el cabello?

-No, recuerda que me quedó así porque una temporada usé shampoo de manzanilla.

Vi cómo mi abuela asentía de manera triste y comenzaba a decir:

-Es que ha pasado tanto desde que no te veo.

Cuando mi abuela fue al baño, mi abuelo comenzó a platicarnos que mi abuela se quedaría unos días en nuestra casa porque él iría de cacería.  Mi madre, como siempre, estaba alegre de que la abuela se quedara con nosotros. Al final, cuando mi abuelo se retiró, le pidió a mis hermanos que fueran amables y que no se preocuparán, ya que ella no era la que decidía olvidarlos o no.

Conforme iban pasando los días, mi abuela me preguntaba quién era mi madre, mi padre, mis tías, todos ellos. Ella buscaba las cosas que había dejado en su casa, mencionaba mascotas que ya habían fallecido y yo solo quería que dejara de olvidar.

Quería que volviera a ser la de antes. Pensé que si le preguntaba sobre lo que había comido un día anterior o sobre cómo había conocido a mi abuelo, ella solo me contestaría con un simple "no lo recuerdo"; cada palabra o persona que olvidaba me dolía porque sabía que en algún momento ya no me recordaría a mí.


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