"Michael y Lockwood"

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El sol continuaba ocultándose entre las nubes, al parecer la cruda lluvia de junio no estaba dispuesta a ceder. Estaba frente a Janet con la mirada perdida en el paisaje a sus espaldas.

El césped estaba seco, los destellos amarillentos de este parecían una consecuencia del otoño cuando aún nos encontrábamos en verano, llevaba un par de minutos ahí con Paris aferrada a mi mano, ellos no tenían intensión alguna de terminar con la mudanza esa tarde. Los lentes negros ocultando los ojos seguramente hinchados de Katherine me tenían un tanto preocupada, faltaba un día para cruzar la linea del dolor entre el día a día y un año desde su ausencia.

-Es hora de irnos -Katherine cerró el portón negro negándome el panorama.

- ¿Y las cosas de papá?

-Enviaremos a alguien para buscarlas.

-Pero son las cosas de papá -Paris dejo mi mano plantándose frente a su abuela-. Quiero hacerlo yo -la abrazo.

Ya estaba acostumbrada a las lágrimas derramadas por la familia, el aura se impregnaba con tristeza. No quería acostumbrarme al dolor una vez más.

-Lisa puede ayudarme, ¿cierto?

El aire podía abandonarme, cada recuerdo era un dolor agudo en el pecho, de igual manera no podía dejarla, no estaba bien, no ahora. Un nudo creció en mi garganta logrando envolver mis cuerdas vocales hasta estrujarlas evitando que emitiera palabra alguna. Todas centraron su atención en mí, las mejillas me ardieron por unos segundos, necesitaba una salida rápida de esa situación.

-L-lo haré -las comisuras de mis labios se extendieron imitando una sonrisa vaga.

-Lisa ya debe tener suficiente de esto.

La señora Jackson estaba en lo cierto, sin embargo, tenía como aliada mi naturaleza masoquista.

-Está bien. Quiero ayudar mientras pueda.

Era una compensación por haberle fallado a Michael cuando más me había necesitado.

-No quiero contagiarte con nuestra melancolía -se ajustó lo lentes negros.

-Eso es imposible cuando siento lo mismo desde hace casi un año.

Tanto Kathetine como Janet parecían bastante incómodas al estar ahí, quizá buscaban una excusa para poder quitarme del camino, para obligarme a regresar a Londres y olvidarme de los chicos de una vez por todas.

-De acuerdo -accedió tomando a Paris por los hombros.

Bien, ya estaba hecho, había dado el primer paso al vacío, el primer paso para lastimarme mientras empacaba las cosas de quien había estado amando toda una vida, el primer paso para apresurar mi regreso a Londres, para dejar a los chicos, para sentirme vacía de nuevo.

- ¿Podríamos esperar hasta mañana?

Janet habló por primera vez en todo ese tiempo. Parecía estar inquieta como si quisiera salir corriendo en ese momento sin importar nada, estaba incómoda, balanceaba su cuerpo de un lado a otro.

-Claro, no tengo problema con eso -le dedique una sonrisa.

-Bien es hora de irnos.

Subieron al automóvil en menos de dos movimientos.

-Te veo mañana -Paris asomó la cabeza desde el asiento trasero.

-Hasta mañana -le di un beso en la frente antes de ver el auto partir a una velocidad prudente mas no lenta.

. . .

- ¿Realmente eres feliz? -cuestiono una vez más arreglando su ropa.

Querida LisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora