"Promesas"

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Estábamos frente a la puerta una vez más, Prince tomaba la mano de Blanket y yo me quede petrificada al tomar el tomo de la puerta entre mis manos. La gire antes de sentir mis palmas arder, Lisa estaba detrás de mí, no sabía con seguridad si terminaría por huir como la ultima vez, pero esta era nuestra ultima oportunidad, para nosotros no había un mañana.

La puerta se abrió, los escasos rayos de sol atravesaban las delgadas cortinas de seda, su cama estaba totalmente iluminada por esa luz. la habitación aún tenía su perfume impregnado en ella, di un par de pasos hasta encontrarme frente a la ventana, los ojos me brillaron mientras miraba cada detalle de ese lugar en donde un año atrás papá dormía cada noche en paz. Mire las cosas en cada lugar llenas de polvo por el abandono. Todos se quedaron mirando de un lado a toro como yo, era hora de empacar, decir adiós a nuestro hogar. Me senté en la cama por unos seguidos.

- ¿Por cuál comenzamos? -mire a todos con la interrogante.

- ¿El armario? -pregunto Lisa bajando la mirada.

Estaba a punto de llorar, estaba segura de eso, no era posible verla ahí frente a nosotros diciendo adiós a mi padre, a quien hasta hace un par de años había dejado para centrarse en una nueva vida, a quien había llamado un par de veces en nuestra presencia, ese hombre con la fuerza suficiente para amarla por un tiempo totalmente indefinido.

- ¿Recuerdas esto? -pregunto Prince tomando entre sus brazos una de sus chaquetas preferidas para los días libre de todo trabajo.

No era exactamente una de las chaquetas llenas de glamour que el publico estaba acostumbrado a ver, en realidad era una sudadera azul marino sin estampado alguno, un poco gastada con algunas manchas de pintura sobre los hombros y la espalda.

-Claro -sonreí al instante dejando la cama a un lado para tomar la prenda entre mis manos.

-La pintura se debe a un par de experimentos -Prince le aclaro a Lisa con los ojos inexpresivos puestos en nosotros-, a él le agradaba intentar cosas con pintura sin ella, era divertido jugar a ser científicos.

El pequeño Blanket corrió a la puerta para traer una de las cajas para empacar. Le dimos la prenda y con una manera bastante ágil logro doblarla antes de acomodarla en la caja color marrón. Prince tomo un par de playera blancas.

- ¿Las usaba siempre? -señaló las playeras con su dedo indice levantando las comisuras de sus labios por primera vez desde su llegada.

-Sí -respondimos los tres al unisono.

Esas prendas en especial formaban parte de todo su estilo, iban siempre debajo de sus camisas, a veces rojas, a veces de colores verdaderamente vivos, pero ahí estaban siempre, las usaba también para dormir y una vez me regalo una para no extrañarlo al dejarnos un día completo con la niñera. Era un buen padre, un hombre único.

-Lo vi usarlas un par de veces, siempre debajo de la ropa.

Asentí con mirando como se acercaba a nosotros a pasos cortos, hipnotizada por el contenido del armario de mi padre.

-Recuerdo haber olido un oler de estas hace mucho años atrás, casi siempre se impregnaba su olor corporal a...

-Vainilla -agrego Blanket.

-Sí, era curioso. Siempre olía bien, sin importar cuanto hubiera sudado el sudor emanado de su cuerpo era suave, e incluso cuando el olor del perfume se iba ahí estaba ese delicioso olor a vainilla.

La mire con una admiración genuina, quería escucharla hablar sobre papá un millón de veces más, anhelaba saber todo cuanto hacía mientras su vida era simplemente suya. Pusieron el conjunto de playeras dentro de la caja y la siguiente prenda era una obra artesanal realizada por nosotros, un regalo de cumpleaños. Había tres manos marcadas ahí, la verde y más grande era de Prince, la rosa mía, la azul de Bigi y el "Te amamos papi" era una mezcla rara de nuestras caligrafías.

- ¿La hicieron ustedes? -pregunto ella con una lagrima al borde.

-Sí, una semana antes de su cumpleaños buscamos una receta para pastel de chocolate además de algo para regalarle. Siempre le gustaron las artesanías, cosas antiguas o hechas a mano. Eramos muy jovenes para poder hacer algo realmente bueno, este nuestro resultado luego de muchos intentos.

-Debió gustarle demasiado.

-Tal vez, la usaba de vez en cuando para nada en especifico.

Verla recurrir al llanto me creció el nudo en mi garganta, seco su rostro con cuidado.

-Lo siento, no quisiera llorar pero para imposible para mí.

Su imagen de mujer fuerte la abandono durante su estadía en Los Ángeles, había llorado muchas veces frente a mí, sin importarme eso realmente continuaba viendo como lograba dar la espalda a todas emociones con el propósito de mostrarnos como afrontar la realidad sobre su muerte.

-Me gustaría llorar contigo -mi hermano mayor perdió la mirada entre la nada del techo-, me gustaría no parecer estar hecho de piedra como antes.

Mire mis uñas tratando de ignorar el comentario anterior.

- ¿Antes?

-Él golpeo a un chico -la sinceridad de Blanket le dio a Lisa la información necesaria.

-Antes nunca lo hubiera hecho -escondió la cara entre sus manos avergonzado-, no quería hacerlo, él me estaba fastidiando demasiado y de pronto perdí el control.

La voz de mi hermano se rompió, no estaba llorando, sin embargo aún sentía pena por haber hecho tal cosa.

-Todos pierden el control en algún momento frente a cualquier bravucón.

Ella no lo entendía del todo, Prince siempre había estado tranquilo, responder con golpes no era la solución pues al igual que papá buscaban la manera de ser serenos, yo en cambio estaba siempre lista para contraatacar y él se dejaba ser pisoteado, ese día fue totalmente diferente, el chico no estaba ahí para fastidiarlo, en realidad no estaba prestando atención al camino, se tropezó haciendo caer a mi hermano con los libros sobre su espalda, y de pronto sin meditarlo ni un momento ya estaba sobre el chico golpeando su cara, trate de detenerlo, trate de hacerlo olvidarse de los problemas llevando conmigo un buen golpe. En algo tenía razón, estaba fuera de control, pero su culpa no era exactamente por haberlo golpeado sino porque en realidad el chico era totalmente inocente.

-Está bien -lo tomo por los hombros.

-No está bien.

-Está bien si las cosas cambian o te sientes agobiado por todo, es normal.

- ¿Cómo lo sabes? -se mordió el labio inferior.

-Yo pasé por lo mismo no lo olvides, la tristeza, la molestia, el dolor, los conozco muy bien, no es algo inevitable Prince.

-No quiero ser así.

-No lo serás, es cuestión de tiempo.

-Tampoco quiero acostumbrarme a su ausencia, a olvidarle con el tiempo.

-No lo harás. Todo va a estar bien, dolerá menos, entenderás más,

El silencio nos envolvió.

-Yo no podré hacerlo.

-Lo harás, te lo prometo -le aseguro ella.

- ¿Puedes prometer que no te iras?

-¡Prince! -trate de reprenderle.

Él no podía hacer tal petición, no estaba bien, no cuando esa promesa era totalmente egoísta, no cuando estábamos al tanto de su familia.

Querida LisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora