"Adiós"

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Acaricié el sobre como un consuelo, mire las letras con esa caligrafía poco legible teniendo por seguro quien había sido el escritor, un par de lágrimas se escaparon. 

-Si quieres podemos llevarnos a las niñas al jardín mientras tú lees la carta. 

La sugerencia de Paris no me pareció mala, necesitaba decirle adiós a una parte de Michael para poder volver a mi vida normal o al menos intentarlo, pero no sabía si quedarme ahí sola era una buena opción. La carta era quizá una despedida, probablemente hablaba de como se sintió cuando nos vimos o hablamos por última vez, ¿Podría soportar eso sola?

-No quiero causarles ninguna molestia.

-No lo haces, a nosotros no gusta mucho pasar tiempo con tus hijas. 

-Quizá podemos enseñarle a Finley una nueva palabra.

Sus miradas cargadas de ternura y compresión me dieron la valentía suficiente para poder mirar al interior de sobre, para enterarme de todo eso que guardo para si mismo y decidió plasmarlo en una simple hoja de papel, era hora de enfrentarme a sus sentimientos desbordados.

-Gracias -accedí. 

Abrieron la puerta con cuidado, los ojos me ardieron por un momento hasta que deje caer todo cuanto tenía guardado, sus ultimas palabras para mí. Di un par de vueltas mirando los pendientes, el collar de perlas y un par de anillos, pulseras, otros tantos dijes y vi como entrego cada uno de ellos en uno situación especifica, cuando me creía molesta, cuando quería sorprenderme o un regalo de cumpleaños, todas esa joyas con las cuales algún día me sentí la mujer más hermosa del mundo, ver sus destellos al sol me recordaba cada uno de mis sentimientos por Michael, me recordaba sus ojos misteriosos, nuestro cariño, nuestro amor.

Hice la caja a un lado tomando el sobre entre mis manos, no quería dejarlo ir, no estaba lista para olvidarme de todas esas sensaciones, aún me agradaba recordar nuestros momentos de alegría, su sonrisa asegurándome cuanto estaba dispuesto a amarme,sin embargo, aferrarme a los recuerdos era mi única salvación, extrañarlo sería parte de mi forma de vida, pero sin duda alguna siempre formaría parte de ella. 

Ese sobre no estaba sellado como los demás, tome la hoja blanca y con las manos temblando me dispuse a leer.

Querida Lisa 

No te he olvidado, he dejado de escribir, he dejado de insistir tanto en mantenerte a mi lado, me quede en la manos del destino mientras tu reconstruyes todo cuanto rompí, yo no te guardo rencor, no te deseo el mal y probablemente no me atreva a mencionar una palabra de ti a nadie, no es por haber dejado de quererte o amarte, ni siquiera por olvidarte -eso es simplemente imposible- es únicamente para guardar todas esas memorias nuestras en mi registro secreto de recuerdos. 

Ahora mismo podría asegurarte cuanto te sigo amando, tanto como para entrometerme en tu matrimonio una vez más, tanto para asegurarle a ese idiota cuanto nos seguimos amando, y por eso mismo hoy te dejo libre. Probablemente eso sea una mentira, no puedo dejar de soñar contigo o atesorar tus fotografías, pero al menos ahora cuando he comprendido hasta donde pudo llegar mi holocausto pretendo dejar tu camino despejado.

Quiero demostrarte cuanto te amo con esta ultima carta

Aquí dejo para ti mis memorias, nuestro tiempo juntos, las ilusiones de nuestro futuro por llegar, el pasado tormentoso, los secretos inconfesables a cualquiera y mi alma, mi rota alma con el único propósito de acompañarte a cualquier lugar. 

Te dejo mis ganas de protegerte y por eso mismo hoy me alejo, pues soy el monstruo de tus pesadillas, soy quien ha prometido cuidarte de todo mal, así mismo quien más daño te ha hecho. Quiero pedir perdón por tosas esas veces en que preferí hacer caso a los vampiros antes de escucharte a ti, por todas esas veces cuando deseaste salvarme pero no accedí en ningún momento, quiero  pedir perdón principalmente por no ser capaz de renunciar a ti, por no tener las agallas para liberarte de mis garras, por amarte justo como te estoy amando ahora, porque puedo afirmar este amor continuara aquí sin deteriorarse. 

Lisa. Mi amada chica de ojos verdes. Querida mía. Amada mía, no tienes idea de como deseo tirar esta carta a la basura, pienso en arrepentirme de esto y correr a buscarte, refugiarme en tus brazos e impedir nuestra lejanía a cualquier costo, pero como lo mencione antes, me volví consiente del daño ocasionado. 

Por favor, disfruta de tu libertad por los dos, mira al mundo con mis ojos, vive amando cada nuevo día, cada flor en tu jardín, cada segundo a lado de todos a quienes amas, respira profundo, siempre se feliz y por último... por favor piensa en mí. 

Siempre tuyo. Michael.

Aferre la carta a mi pecho, el corazón me latía como si quisiera saltar a mis manos, no podía creer cuantas veces había soñado con recibir una carta suya con saber cuales eran sus intenciones al confundirme regresando a mi vida luego de casa discusión en donde jurábamos "era todo". Ahora tenía la carta entre las manos, todo eso cuanto quería decirme y prefirió callarlo, me encontraba en su habitación aspirando el aroma a vainilla rogando por tenerlo frente a mí para hablar por ultima vez, para asegurarle cuantas veces pensé en él luego de nuestra separación definitiva. 

En esos momentos necesitaba ser consolada, necesitaba un abrazo de alguien que entendiera todos mis sentimientos, como podía estar afectándome justo en ese momento. Los segundos no hacían aparecer la calma, ¿en dónde estaba L para ayudarme a recobrar la fuerza?

- ¿Lisa?

Su voz, su simple voz fue suficiente para hacerme girar sobre los talones, para asombrarme por su milagrosa aparición ahí, junto al umbral de la puerta, tan irreal como lo había sido ya un año atrás, tan irreal como mis plegarias de cada noche y las lágrimas derramadas contra la almohada. 

-Michael. 

Volví a llorar sin preocuparme por nada, él estaba ahí para consolarme justo cuando me creí totalmente sola, iba a salvarme una vez más. Corrí hasta sus brazos, me refugie en él  mientras intentaba volver a mi realidad.  

Querida LisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora