Capítulo Cinco.

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  Caminamos hacia casa, nadie había dicho ninguna palabra desde que salimos del bosque y emprendimos el camino, sin embargo, yo seguía horrorizada, ¿qué es lo que Dorian lanzo de sus manos? ¿Qué es lo que yo lancé? ¿Qué es él? ¿Qué soy yo? Tantas preguntas formulándose en mi mente y ni una sola respuesta. A Dorian se le veía agotado, claro, yo igual lo estaba; pero él se notaba incluso enojado, ¿con quién? ¿conmigo? 

  Todavía íbamos de la mano, el cargando mi mochila y sujetando mi mano, la mano libre la tenía en mis pantalones, estaba buscando mi celular cuando me di cuenta que lo había tirado.

–He perdido el celular –dije a Dorian.

–Te conseguiremos otro –dijo sin siquiera mirarme, volví la mirada al frente, faltaba poco para llegar a casa, tal vez ahí me diría la verdad. 

–¿Por qué no me dices que fue todo lo que paso aquí? –dije ante él, no soportaba la idea de estar sola con él antes, menos ahora que sabía lo que podía hacer. O la idea que tenía de lo que podía hacer.

–No es un lugar seguro para hablar, es muy arriesgado, pero si quieres la verdad aquí, donde esas sombras nos pueden escuchar, está bien te diré.

  Vino a mi mente las horrorosas imágenes de aquellas criaturas, sombras, como las había llamado Dorian.

–Esperaré a llegar a casa. –dije, las comisuras de sus labios dieron pequeños tirones hacia arriba, una sonrisa amenazaba en su rostro.

–Como quieras, linda. –dijo.

–No me llames así, no soy bonita. –le dije frustrada.

–No, no lo eres, eres más que eso, eres… eres divina. –dijo volteando hacia mí, con una sonrisa tímida en su rostro, respondí con otra y me sonroje en seguida. –Amo cuando te sonrojas, te ves hermosa, eh lo que siempre eh amado de ti. 

–¿S-siempre? Apenas me conoces… –le dije confundida.

–No te imaginas siquiera lo que pasa, hay más de lo que crees verdad. –dijo de repente con el ceño fruncido.

  Habíamos llegado a casa, él se adelantó a abrirla por mí, saco las llaves de mi mochila y abrió la puerta, justo cuando llegué al final de los escaloncillos, hizo una reverencia, graciosa, esas que se hacían en los siglos anteriores, cuando se termina una pieza de baile y las parejas se saluda o despiden, hice una agradeciendo y pasé, el me siguió, cerrando la puerta detrás suyo, él se recostó en el sillón de la sala y yo fui por algo de beber, todo esto me había dejado sedienta. 

–¡Ali! ¿Dónde guardan el control remoto? Quiero mirar la TV –dijo desde la sala. Fui en seguida.

–Nada de TV, no hasta que me digas que fue todo eso. –le dije sentándome a un lado suyo.

–¿En serio quieres saber? Entonces te diré –dijo, seguido de una expresión seria y subiendo los talones a la mesa de centro –. Todo eso fue… magia. 

–No creo en la magia. –dije rodeando los ojos.

–Pues deberías, ya que tú eres una hechicera. –dijo encogiéndose de hombros.

–Estas mintiendo, no, espera, esto es un sueño, sí, eso es, es solo un sueño, en cualquier momento despertaré, sí. –dije realmente me asustaba, en cualquier momento despertaré.

  Cerré los ojos y conté hasta diez. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez.

–¿Terminaste? –dijo Dorian. Seguí con los ojos cerrados, me pellizque el brazo, a un costado e incluso en las mejillas.  –Si quieres te puedo pinchar con un alfiler, claro, si eso te hace feliz. 

  Abrí un ojo, el seguía en la misma posición solo que ahora tenía los ojos cerrados y estaba cruzado de brazos.

–Entonces, todo esto que paso es… ¿es verdad? Pero, ¿por qué me persiguen? ¿Cómo sabes que soy una hechicera? Y lo más importante, ¿qué eres tú?

–Yo, soy igual que tú, somos iguales, antes no lo éramos pero desde que te asesinaron aquella noche…

–¿Me asesinaron? ¿Estoy muerta? ¿Quién? – dije horrorizada, ¿cómo es posible que haya muerto y no acordarme de eso?

–No, estas viva, eso fue hace algunas décadas atrás, hace mucho tiempo. Sí, te asesinaron. ¿Quién? Anthony Black. 

–¿Quién? No lo conozco.

–Claro que no, él ha muerto, pero su descendiente es… –fue interrumpido por el timbre de teléfono de la casa.

  Fui a contestar. Era Kels.

–¿Hola? –dije a la bocina.

–Niña, ¿dónde te has metido? Llamé a tu celular y nadie contesto, además no te vi en las últimas clases, ¿sabes qué? No importa, ignórame –dijo con tono acusativo –. Oye, ¿qué crees? –me dijo Kels muy emocionada.

–Eh, Kels, ahora estoy ocupada me podrías llamar en otro…

–¡Erick, me invito a salir el sábado! –me dijo gritando.

–¿En serio? Ey, me alegro amiga, te dije que tú si le gustabas. – le dije

–Ya lo sabía, pero odiaba que no me lo dijera, estoy tan emocionada. –me dijo. 

 –Kels, sabes que te amo y eres mi mejor amiga y estoy muy alegre de que Erick se te declarara, pero ahora estoy con Dorian y es algo muy…

–¿Estás con Dorian? ¿Sola, en tu casa? Ali, él no me agrada, es malvado, ¡podría atacarte! –dijo gritando en la bócina.

–Ey, no exageres, él es buen chico y me agrada, además es bastante dulce, en la tarde te llamó, adiós. 

  Colgué y me di la vuelta, choque contra algo, contra Dorian, contra su pecho.

–¿Con qué no le agrado a Kels? No importa, ella no se ha ganado mi simpatía y no soy buen chico, tengo bastantes pecados, aunque lo de “dulce” me agrada, aunque me hubiera gustado que dijeras que era sexy. –dijo con una sonrisa de medio lado. 

–Sabes que es de mala educación escuchar a escondidas conversaciones ajenas, ¿no? –dije con una mirada acusatoria.

–Lo sé, pero no soy educado – dicho esto me tomo de la mano y me jalo hacia el sillón, una vez ahí, me indico que me sentará. –. ¿Quieres saber nuestra historia? Está bien, será mejor que permanezcas sentada, ya que es muy larga.

¿“Nuestra”? ¿Había dicho “nuestra historia”? Sí, lo había dicho.

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⏰ Última actualización: Oct 15, 2014 ⏰

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