Ya había pasado una semana desde que la azabache había ido con el Maestro Fu y todo se volvía cada vez más confuso. Tantas pregunta y dudas solo le causaban insomnio, pero una duda en especial carcomía su mente.
¿Qué hacía Adrien con el libro de los Miraculous?
Pensar en ello le causaba jaqueca y caía en la cuenta de que quizás Tikki tenia la razón al decir que estaba manejando más de lo que podía, pero simplemente no podia dejar de pensar en todo lo que paso aquel día que casi cedió su mi miraculous a Volpina. Agradecía a su minino compañero por detenerla, si no seguramente París estuviera en un caos inimaginable.
Su kwami la saco de trance al colocarse en su cabeza. Viro al reloj, no le sorprendió que se le hiciera tarde para ir a la escuela. Tomo sus cosas, su desayuno y se despidió de sus padres para ya salir. A fuera de la panadería, se encontró con ese hombre de rasgos asiáticos que ya reconocía.
-Buenos días Maestro Fu ¿Se le ofrece algo?- preguntó algo intrigada al ver la postura del hombre mientras se acercaba, presintió que algo estaba mal
-Dupain, necesito informarte algo, pero no puedo aquí.-soltó con expresión seria.
-Esta bien, de eso no se preocupe, después de clases iré.- tiro con una reverencia para luego correr a la escuela. Durante el trayecto más preguntas se le vinieron a la cabeza pero decidió ignorarlas.
Cuando al fin llego a la puerta del salón se detuvo para recuperar el aliento y cuando se disponía a abrir la puerta alguien la abrió del otro lado golpeando a la ojiazul haciendo que perdiera el equilibrio, sin embargo esa persona la tomó de la cintura para evitar que cayera y ella como reflejo colocó su mano en la nuca de esa persona para sujetarse. Cuando abrió los ojos casi suelta un suspiro de ver de quién se trataba.
Era esa mirada verde intensa que la volvía loca. Era simplemente la persona que con solo un acto de amor, le dio un puño de vida. Sentía como su corazon latia a ritmos increíbles y como sus mejillas empezaban a arder y en cambio Adrien se sumergía en aquellos ojos que le recordaban al mar.
No sabía porque ni como pero aseguraba que esa mirada la había visto en alguna otra persona. Decidió no enfocarse en esa duda, todo aquello para seguir contemplando esos ojos. Sin embargo el bullicio interrumpió aquel momento y ellos se separaron.
El se fue al gimnasio junto con otras personas y Marinette se fue a su asiento junto con su amiga que miraba con asombro lo que acababa de pasar ante sus ojos, así continuó hasta que la Profesora Bustier llegó y todos los murmullos que se hacían presente se desvanecieron.
-Marinette ¿Segura que estas bien? Me sorprende que no te hayas desmayado aún.- comentó la morena incrédula escribiendo en su cuaderno
-Si, tranquila. Todo bien.-mintió con una sonrisita tímida. La realidad era que una parte en ella estaba gritando y saltando de felicidad.
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Amor en verano
Fiksi PenggemarY ahí se encontraban, ambos obligados a ir a un viaje a China. El por su padre. Ella por el protector de los Miraculous. Solo un Verano, pero ambos sentían como si eso se fuera a volver eterno. ¿Quién diría que el amor puede volver efímero alg...