Primer Día

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Desperté poco a poco, la luz me cegaba la vista y por mas que quería adaptarme a ella, sentía un enorme dolor en el pecho y cabeza. Había sobrevivido.

Mi padre estaba a lado de mi cama, se encontraba sentado en un sofá grande, se veía que apenas había empezado a dormir por que sus ojeras estaban aun mas visibles de lo que recordaba. Su sobrero estaba estrangulado del uno de los bordes y su camisa desarreglada junto con la corbata que siempre usaba. Solo pude sonreír en ese momento, mi padre estaba ahí conmigo.

No quise despertarlo, por lo cual me acomode en la cama intentando no hacer tanto ruido y mucho menos lastimarme más de lo que ya estaba. Después de recobrar conciencia de la morfina me empezó a molestar el odioso ruido de las maquinas en las que estaba conectado. Vivir tres meses con esas cosas no es nada lindo y más el pensar que sería lo último qaue escucharia ante mi muerte.

casi pasó media hora cuando mi padre volvió a abrir los ojos, se percató de mi presencia y se incorporó de inmediato. Su rostro tenía una enorme sonrisa que no lucía nada bien con la preocupación que aún no se desvanecia de su cuerpo.

—Es la primera vez que me alegra verte despierto tan tarde, hijo...

—¿Tarde? ¿Qué hora es?

—Ya son las siete de la noche, ¿Quieres qué te pida algo de tomar? Un jugo de manzana tal vez...

Mi corazón se aceleró en ese momento, no sabía que era lo que estaba sintiendo ahora pero una sensación caliente invadió mi pecho, me hizo sentir muy bien.

—Suena bien, gracias papá...

—Ahora vuelvo, hijo. No te vayas a ir...—dijo algo burlón mientras me despeinaba el cabello.

Solo pude sonreír ante su tonto comentario. Al mirarlo irse se me hizo un nudo en la garganta, hace unos días casi estaba a punto de morir ya que mi corazón no era lo suficientemente fuerte para un chico de 18 años como yo pero, al tener la posibilidad de un transplante fue una nueva oportunidad de vida.
Me hice a un lado la ropa médica y ahí estaba, una benda médica alrededor de todo mi tronco y en medio de mi pecho estaba una pequeña marca de sangre, ahí estaba mi nuevo corazón.

Tenía una nueva vida, un nuevo proposito de conocer, vivir, amar. El llanto me invadió por completo pero mi corazón se sentía cada vez más fuerte casi saliéndose de mi frágil cuerpo.

Dulce DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora