Capítulo 3: La pelea.

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                    Dylan

Estaba peleando con Catty y de repente vino el chico con el que me había acostado y nos separó, me pegó una ostia y me cabreó.

Le metí tal patada ahí que creo que ya no puede tener hijos. Quedó inconsciente durante bastante tiempo hasta que apareció la anfitriona de la fiesta.

Ella se enfadó conmigo por pegar a sus invitados y nos echó.

—Gracias.—Dijo Andy con cierto tono de retintín.

—Solo te defendía—Dije con un tono de mala leche.

—Lo siento, es que estaba enfadada.—Me contestó.

Subimos al coche y nos fuimos a mi casa, puesto que las había invitado a dormir.

Nos cambiamos y me metí con Patrice.

—Tu podías habernos ayudado.

—Era vuestro problema, no el mío.—Se defendió.

—Vaya, ahora si defiendes, ¿No?—Dije.

—Chicas, no es culpa nuestra, es culpa de esas psicópatas—Apaciguó Andy.

—Tenemos que volver y vengarnos y tengo un plan para ello...—Tramé con un tono misterioso en la voz.

Les conté el plan a las chicas y nos condujimos hacia la fiesta.

Llamamos a la fiesta y le enseñamos los móviles a la anfitriona; le explicamos el plan y entramos.

Subimos al escenario y sacamos los móviles, los enchufamos a la pantalla de plasma y empezamos a poner vídeos sobre toqueteo y algo más de las cámaras ocultas que había en las habitaciones protagonizados por ellas.

Se murieron de vergüenza y subieron arriba y comenzaron otra pelea. Yo me harté, me tiré al suelo y allí me quedé...

            Patrice.

Yo estaba en medio de la pelea. Eran tres putas contra mí, y yo tenía las de perder.

Lizz me agarró de mi pelo pelirrojo, con mucha fuerza, y me lo estiró todo lo que pudo y más.

Catty me pegaba patadas en las piernas, muy dolorosas. Y me dio una tan fuerte que me derrumbé y caí al suelo.

Jessie estaba grabándolo con un móvil, pues se quería vengar de la vergüenza que les habíamos hecho pasar a esas furcias mis primas y yo.

No soy de ésas que insultan y llaman guarras a la gente, pero es que estas tres se lo merecían.

Yo soy muy tozuda, y aunque acabe en la tumba a estas guarras las doy una paliza tremenda.

Rápido, y con toda la fuerza que pude conseguir, me levanté de un salto, cogí a Catty y la empotré contra el armario. Sonó un estruendo con el choque que se produjo. Se desplomó en el suelo, mientras que de su ceja izquierda, le sangraba.

Lizz aprovechó y me estampó con un cacho de madera que había roto del cabecero de la cama que había ahí en toda la cabeza.

Antes de caer en una oscuridad, vi a un ángel que apartaba a ésos tres demonios que querían matarme, me cogía delicadamente entre ésos brazos tan musculosos típicos de un ángel... ¡Qué digo! Típicos de un dios.

—No te vayas.—Susurró mientras depositaba dulces besos en mis mejillas amoratadas y doloridas, mis labios ahora escamosos y mi clavícula casi destrozada.

Sentí un mareo increíble, seguido de un frío y una luz blanca. Joder... ¿Luz blanca? ¡Que solo tengo dieciséis años!

No puedo morir, no puedo morir... Además, solo ha sido un gran golpe en la cabeza... La luz blanca se iba alejando, y poco a poco recobraba la vista y el sentido...

Las RyanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora