Capítulo 7: Momentos... ¿Románticos?

191 20 3
                                    

                  Patrice

—Patrice... Esto... Yo... Lo de antes... Eh...—Tartamudeaba.

—Suéltalo.—Le corté.

Él tenía la mirada puesta en un punto fijo, no tenía ninguna expresión en su cara y estaba tenso.

—Yo... Lo de hoy... El beso...

—¿Éra tu primer beso?—Le volví a cortar.

—¡No!—Negó rápidamente.— Yo... No quiero que sientas nada por mí, ¿Vale? Ya la cagué bastante en otra relación y acabamos ella y yo bien jodidos los dos. Y... No quiero que nos pase lo mismo. No quiero nada más que amistad contigo.

Mi mente no procesaba esas palabras. Era duro, y me fastidiaba bastante. Noté mis ojos azules empañados, y tenía la sensación de que si hablaba la cagaba. A parte de porque lloraría, porque me pondría a despotricar cosas hirientes y sinsentido. Ya me había pasado antes.

Mientras caminábamos, giré mi cabeza en dirección contraria a él, y con mi mano derecha me quité una lágrima que comenzaba a caer por un ojo.

—No... No hace falta que digas nada, yo... Yo me siento igual o peor que tú, pero debes entenderme. Yo no quería nada contigo. Nada.

—Nate, si no querías nada conmigo no debiste haberme besado. Ni siquiera haberte quedado a dormir. Ni siquiera hablarme. Ni siquiera aparecer en mi vida y estropeármelo todo. Nate, eso jode. Créeme que si jode.

Dichas estas palabras comencé a correr en dirección a mi casa.

¿Por qué los tíos son así de gilipollas? ¿Por qué dan ilusiones y luego te lo niegan todo? No lo entiendo, sinceramente no lo entiendo. Menudos capullos.

Corría tan deprisa que sin darme cuenta tropecé y caí, y un chico me ayudó a levantarme.

—¿Patrice? ¡Patrice! ¿Qué te ha pasado? ¿Qué te han hecho? ¿Por qué lloras?

—No ha pasado nada, Kye. Necesito estar sola, nada más. —Dije acercándome a él y besándole en la mejilla.—Nos vemos en clase.—Me despedí.

★★★

Al llegar a mi casa, abrí la puerta y subí a mi cuarto, sin siquiera saludar a mi madre, que hacía ya dos días que no la veía. Dos días y dos noches que las pasé con el idiota de Nate

¿Por qué a mi? ¿Por qué a mí? ¿Por qué? No lo entendía.

Vale, sí. No soy el típico modelo de chica perfecta. Vale que sea mínimamente guapa y que tenga un cuerpo delgado y con grandes curvas, pero no tenía la excusa de un pelo rubio.

En cambio, mi pelo pelirrojo fuerte no contrastaba en nada con mi personalidad.

Supuestamente las pelirrojas "somos" tímidas, frikis, videogamers y cosas de ésas. Pero no. Yo era una chica 'cool', es decir, era una chica guay que tenía muchos amigos y amigas, a la cual le encantaba salir de fiesta y hacer el vago, aunque sacaba notas de dieces en mis exámenes.

Mis lágrimas brotaban de mis ojos y yo no podía hacer nada.

Horas y horas llorando en silencio por un chico que ahora mismo estaría tan tranquilo escuchando música o viendo el partido de fútbol.

Mi madre subió a las siete de la tarde con una taza de chocolate caliente entre sus manos. Podía ver hasta el humo rebosando de la taza.

—Cariño... Llevas horas encerrada en tu habitación.—Dijo mi madre tras cerrar la puerta.—¡Dios santo, mi niña! ¿Por qué lloras? Sabes que puedes contármelo.

Las RyanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora