Prólogo

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07 de julio de 2017

Lydia abrió la puerta principal sabiendo perfectamente a quién se iba a encontrar frente a ella. No era como si Allison la hubiera avisado de que iba a su casa, pero había estado todo el día insistiendo en que debían hacerlo y debía ser pronto, así que, nada más escuchó los toques en la puerta, Lydia supo que Allison había decidido que esa sería la noche en que llevarían a cabo el alocado plan de su amiga.

—¿Estás preparada? —preguntó Allison como único saludo—. ¿Lo tienes todo?

Lydia se apartó de la puerta para dejarla pasar.

—¿De verdad tenemos que hacer esto? —Lydia ya sabía cuál iba a ser la respuesta.

—Claro que sí.

—Pero yo no quiero...

—Lydia. —Allison se detuvo en seco y tomó a su amiga por los hombros—. Creo que no eres del todo consciente de lo que este plan supone.

Lydia resopló.

—Me lo has dejado más que claro a lo largo del día de hoy —dijo—. No has hablado de otra cosa, así que sé para qué es el plan. Y sigo pensando que es una mala idea.

Allison fue a la cocina y abrió la nevera para mirar qué había de comer. La volvió a cerrar con las manos vacías.

—¿Cómo es posible que no quieras saber lo que pone en esas cartas? —inquirió Allison, dándole la espalda a la nevera.

—Simple y llanamente porque no tengo derecho a saberlo —contestó Lydia—. Y tú tampoco.

Con las manos cruzadas sobre su pecho, esta vez fue Allison la que resopló.

—De verdad, Lydia, no te entiendo. Todos enterramos cosas normales e identificables a primera vista, pero Stiles metió un puñado de cartas en la cápsula. ¿No quieres saber qué pone en ellas?

Decir que no habría sido una mentira, pero Lydia no quería ceder ante su amiga, ya que sabía que así solo conseguiría salir de casa en tres minutos, cada una con una pala en la mano. Y todavía tenía la esperanza de convencerla de que no debían hacerlo.

Así que, apretando los labios, negó.

—No quiero saberlo, Ally.

De nuevo, Allison se acercó hasta Lydia, y esta vez la tomó de las mejillas, obligándola así a que la mirara directamente a los ojos.

—Ly, he intentado no decir nada sobre esto en todo el día porque sé que a ti no te gusta mucho que te lo recuerden, pero ¿y si esas cartas son sobre ti?

¿Y si esas cartas son sobre ti? Eso era lo que Lydia más temía. Por supuesto que la posibilidad había cruzado su mente. En realidad, pensaba más en ello de lo que le gustaría admitir, y quizá en parte por eso no quería leer las cartas. Cabía la posibilidad de que fueran sobre ella, pero también podía ser que no lo fueran, y no sabía si eso supondría una decepción para ella.

Todo el mundo sabía que Stiles había sentido algo por Lydia desde hacía tiempo, incluida ella. Pero nunca nadie más que el propio Stiles había sabido hasta qué punto esos sentimientos eran algo que tomar en serio. Quizá solo hubiese sido un pequeño encaprichamiento juvenil y Stiles ni siquiera pensara más en Lydia de esa forma.

El problema era que, con el paso del tiempo, Lydia había empezado a desarrollar una especie de sentimientos hacia Stiles. ¿Recíprocos? No lo sabía, porque para que realmente fueran recíprocos, él tenía que seguir sintiendo algo por ella, y ahí estaba la gran duda. Era posible que Lydia estuviera haciendo un mundo de todo aquello y que la respuesta a esa duda ni siquiera estuviera en esas cartas, pero también era posible que sí que lo estuviera.

Para Lydia || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora