Uno, 17 de septiembre de 2006

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Querida Lydia:

Hoy hace diez días desde que hemos empezado el cole. Mamá dice que el tercer curso es algo muy importante y que nos esperan "grandes acontecimientos" a todos este año. No sabía muy bien qué quería decir la palabra acontecimientos, así que la busqué en el diccionario en cuanto tuve la ocasión.

Se trata de una especie de suceso que tiene mucha importancia, ¿sabes? Como un cumpleaños, o algo así. Llevaba todo el verano preocupado por si no sabía descubrir cuál era mi gran acontecimiento cuando me pasara, pero ya puedo decir que no tengo ninguna duda de cuál ha sido. Porque sí, estoy seguro de que ya lo he vivido, y eso que solo llevamos un poco más de una semana de curso.

Mi gran acontecimiento has sido tú, Lydia.

Scott me dice que las niñas no pueden ser acontecimientos para los niños de ocho años (y sí, tuve que explicarle el significado de la palabra). Bueno, directamente dice que una persona no puede ser un acontecimiento, que no tiene sentido. Pero él no lo entiende, estoy seguro. Él no te ve como lo hago yo. 

Yo veo una chica que ha llegado nueva al pueblo y que ha dejado encantado a todo el mundo con su pelo del color del fuego y su enorme sonrisa. Me gustaría mucho que pudiéramos pasar más tiempo juntos para poder ver más veces esa sonrisa, pero me conformo con vértela de lejos, en clase y durante el patio. Scott dice que es una sonrisa normal, como la de cualquier niña, lo que solo demuestra que no me entiende. Y es raro, ¿sabes? Porque Scott y yo siempre hemos estado de acuerdo en todo.

Papá siempre dice que hay una primera vez para todo, y ahora lo entiendo: es la primera vez que Scott y yo no pensamos igual.

Me acuerdo de que el primer día llegaste con las manos bien agarradas a las asas de tu mochila y esperaste pacientemente y con ojos brillantes a que la profe te presentara delante de toda la clase. Estabas muy emocionada, y eso que era el primer día de curso. Yo nunca he estado tan animado por volver al cole, pero ese día me pegaste tu entusiasmo y hasta levanté la mano tres veces ¡y dije la respuesta correcta!

No sé si te acordarás, pero te sentaste a mi lado durante todas las clases del segundo día. No hablamos mucho porque tú estabas muy concentrada en las explicaciones de la profe. De vez en cuando me decías alguna cosa o me corregías mis ejercicios, y yo fui tan tonto que solo me pude quedar callado y con los ojos abiertos como platos mientras me hablabas. Debiste de pensar que era un bicho raro...

Pero lo peor de ese día ocurrió cuando, después de clase, el estúpido de Jackson Whittemore se acercó a ti y te preguntó si querías ser su novia. ¡El segundo día! Como siempre, se me había adelantado. Recuerdo que en ese momento solo quería pegarle.

Me quedé más rato recogiendo mis cosas solo para saber lo que contestabas. No me lo podía creer cuando le dijiste que no querías ser su novia. Te prometo que casi me río en la cara de Jackson, pero me contuve porque eso es algo que hubiera hecho él si la situación hubiese sido al revés.

Al día siguiente fui dispuesto a hablar contigo, a intentar hacernos amigos aunque fuera. Pero nada más entrar en clase te sentaste al lado del tonto de Jackson y comprendí que, a pesar de que le habías dicho que no a lo de ser novios, de alguna forma habías decidido juntarte con su grupito de amigos. Los chicos populares de clase, los que celebran sus cumpleaños con castillos hinchables en la piscina y no invitan a niños como yo.

Así que ahora me conformo con verte brillar desde lejos en clase. Me gusta cuando llevas el pelo recogido en una sola trenza muy alta y juegas con las puntas entre tus dedos mientras estás atenta a las explicaciones. O cuando aprietas las manos sobre tus piernas cuando la profesora te llama a la pizarra. O cuando te ríes al escuchar algún chiste o comentario gracioso.

Espero que algún día podamos ser amigos, Lydia. Por lo menos eso. Y así poder ver esa sonrisa tuya más veces. Estoy seguro de que tenemos muchas cosas en común, solo tenemos que descubrirlas.

Con cariño,

Stiles

Para Lydia || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora