Ocho, 23 de febrero de 2014

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Querida Lydia:

No sé qué está pasando. No entiendo nada. Ni siquiera sé por qué te estoy escribiendo esto cuando tú estás en la habitación de al lado sobre una maldita cama de hospital y nadie me ha dicho si te vas a despertar pronto o si te vas a despertar en general.

Lo único que sé es que todo ha pasado demasiado rápido, tanto que mi mente no es capaz de procesar tantos cómos y porqués. Supongo que es a lo que te tienes que acostumbrar cuando tu mejor amigo pasa a formar parte del mundo sobrenatural, y tú, casi como por efecto colateral, entras de lleno igualmente.

Todo empezó hace unos meses, en una noche de luna llena. Scott y yo salimos al bosque porque yo había escuchado por la radio de la patrulla de mi padre que habían encontrado medio cuerpo en algún lugar entre los árboles. Por supuesto, tuve que arrastrar a Scott conmigo porque era un caso que teníamos que ver con nuestros propios ojos. Teníamos que encontrar la otra mitad.

Esa noche, Lydia, todo cambió. Nuestra aburrida vida como meros observadores de los populares había terminado. De la noche a la mañana, Scott dejó de ser un simple humano para convertirse en un hombre lobo. Es posible que no me creas, no te culparía por ello, pero es la verdad.

Un hombre lobo mordió a Scott y lo convirtió en una criatura sobrehumana, con habilidades que solo los animales poseen. Se volvió mejor en todo, aunque creo que en parte ya te has dado cuenta. Tu nueva amiga Allison y tú habéis empezado a venir a los entrenamientos de lacrosse porque, de repente, son mil veces más entretenidos. Ahora son interesantes, ahora tenemos posibilidades de ganar los partidos. Todo gracias a Scott.

Puedes pensar que está todo bien. ¿Qué hay de malo en tener poderes que te convierten prácticamente en un superhéroe? ¿No deberíamos estar agradecidos por haber pasado de un salto de los desconocidos del instituto a recibir al menos un poco de atención? Yo llegué a pensar eso, llegué a estar contento con la nueva condición de Scott.

A pesar de que yo siempre me quedaría en su sombra por no poder ser tan bueno como él. Scott había mejorado, mientras que yo sigo siendo el mismo de siempre.

Pero nada de esto está bien, Lydia, no puede estarlo cuando el problema empieza a extenderse a terceros. A personas inocentes que no tienen nada que ver con esto. Como tú. Por eso estás ahora en una cama de hospital, luchando por que el ataque que has sufrido no te consuma. Pero yo sé que eres fuerte; puedes ganar esta lucha.

Yo pensé que la vida había decidido sonreírme cuando, hace menos de una semana, me pediste que fuera contigo al baile de invierno. Estaba tan eufórico que ni siquiera pensé en Jackson y en si habría pasado algo en vuestra relación para que prefirieras ir conmigo antes que con él. Simplemente me centré en que la mismísima Lydia Martin me había pedido a mí, el paleto de Stiles Stilinski, que la acompañara al baile. No cabía en mí de la emoción.

Todo era felicidad; era un sueño hecho realidad. Quizá te habías dado cuenta de que Jackson solo era una cara bonita, todo apariencia, mientras que por dentro un cubo lleno de barro habría resultado más atractivo. Quizá recordabas los pocos momentos que habíamos compartido de pequeños, cuando los grupos en el colegio todavía no estaban formados y hubo un tiempo en que tú y yo llegamos a formar un buen equipo, aunque fuera durante dos días contados. Realmente no me importaba, ya descubriría los posibles motivos por los que me pediste ser tu pareja una vez estuviéramos en el baile.

Estabas tan preciosa, Lydia. Muy pocas veces te había visto tan radiante, y una parte de mí no podía evitar pensar que se debía al hecho de que no era Jackson quien te tomaba del brazo.

Creo que ayer, durante el baile, fue la primera vez desde que dejamos de ser críos que me viste. Que te fijaste en mí. No querías bailar conmigo a pesar de mis insistencias, pero al final accediste cuando te diste cuenta de que yo sabía mucho más de ti de lo que tú pensabas.

En una de mis cartas anteriores te dije que conocía tu secreto, que sabía que eras mucho más de lo que aparentabas ser. Ayer te lo dije a la cara. Todavía no me puedo creer que reuniera el valor necesario como para soltarlo todo. Pero, gracias a ello, me viste de verdad. Por un momento, dejé de ser un simple chico con el que compartías clase para ser el chico que podía leerte como nadie más podía hacerlo. El chico que confiaba en ti y en tus habilidades.

Y gracias a ello te saqué a bailar. Has sido la primera chica con la que he bailado en mi vida, Lydia. Te agarraste a mí y escondiste la cabeza en mi cuello. Bailamos pegados, despacio. Te prometo que sentí como si estuviera en el mismísimo cielo. Fueron sin duda los mejores momentos de la noche. Porque, de repente, el ambiente cambió.

Empezaste a preguntar por Jackson y su paradero. Habría dado todo por alargar el baile. Qué demonios, por hacer que no terminara nunca. Pero estabas preocupada, nerviosa. Lo que yo quería daba igual porque tú no estabas tranquila, y yo no podía permitir eso. Así que fuimos a buscar a Jackson.

De todas las cosas ocurridas durante el baile, eso es lo que querría cambiar con todas mis fuerzas. No porque te alejaste de mí durante el momento más mágico de mi vida, sino porque ese es el motivo por el que estás en el hospital ahora mismo.

Te perdí de vista durante un momento, y luego no te podía volver a encontrar. No sabía adónde habías ido. De repente, dejé de buscar a Jackson para pasar a buscarte a ti, porque mi instinto me decía que algo no iba bien. No me preguntes cómo lo supe, simplemente fue así. Y cuando escuché un grito que venía desde el campo de lacrosse y comprendí que había salido de tu boca, mis pies se pusieron en marcha antes de que mi cerebro pudiera procesar.

Llegué hasta el campo y te vi tirada en el suelo. Tu vestido blanco estaba teñido de manchas rojas; supe que era sangre. Peter Hale estaba de pie a tu lado, habíamos descubierto que se trataba del hombre lobo que había mordido a Scott, y ahora tú estabas inconsciente ante él. Me negaba a creer que estuvieras muerta.

¿Sabes, Lydia? Creo que no he corrido tanto en mi vida, ni siquiera en los entrenamientos. Prácticamente me tiré al suelo junto a ti suplicándole a Peter que no te matara. Le pedí que acabara con mi vida si con ello tú podías vivir, lo mereces más que yo. Si tú mueres, yo seguramente perdería la cabeza.

Por algún motivo, Peter te dejó ir. Desapareció hacia el bosque como si de repente hubiera perdido el interés en ti. Quizá te dio por muerta, o quizá supuso que el mordisco que te había dado era suficiente y que de ahí en adelante pasarías a formar parte de su manda. Fuera como fuese, yo no podía quedarme de brazos cruzados mientras te desangrabas poco a poco.

Así que te alcé en brazos y me dirigí hacia el edificio del instituto, donde alguien pudiera ayudarme. Por supuesto, fue Jackson. Como el héroe que fingía ser, apareció justo en el momento en que el pobre peón necesitaba ayuda a pesar de que lo habíamos estado buscando hacía un rato. Muy oportuno.

Te apartó de mis brazos y me ladró que él se encargaba. Ni siquiera me preguntó qué había pasado.

Lo siguiente que sé es que estaba precipitándome por las puertas del hospital, queriendo entrar más rápido de lo que se pueden abrir. No había ni rastro de Jackson por ningún lado, aunque no me extrañó; solo quería saber si tú estabas bien. Me dijeron que seguías inconsciente e inestable, que volviera en unas horas, cuando pudieran asegurar algo mejor.

Me negué.

Me daba igual que nunca supieras quién te había salvado aquella noche en el campo de lacrosse, realmente no me importaba. Tú tenías que estar bien, era la única opción válida en mi mente.

Anoche fue una de las mejores noches de mi vida, pero también una de las peores. Bailé contigo, pero buscaste a Jackson. Respiraste en mi cuello, pero no conseguías calmarte. Te fijaste en mí, pero acabaste en el hospital. Resulta que es cierto lo que dicen; las cosas buenas nunca vienen solas. Siempre tienen que llegar cogidas de la mano de algo malo. Si te soy sincero, preferiría no haber vivido ninguna de esas cosas buenas de ayer si con ello tú hubieras estado a salvo.

Ahora solo podemos esperar y rezar por que el mordisco de Peter te convierta en una más de su manada. No es lo más deseable, pero la otra opción en la muerte, y me niego a vivir en un mundo donde tú no estás. Sé que es algo que no has pedido, Scott tampoco lo hizo, pero se aprende a vivir con ello.

Lo más importante es que al menos estés bien. No pido más.

Con mucho cariño,

Stiles

Para Lydia || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora