Vengo agotada... exhausta... que no doy más. Solo quiero ponerme mi pijama y tirarme sobre mi cama y dormir... y dormir... a ver si así despierto de esta pesadilla.
Me descalzo y quitó el jersey.
- ¡Oh santa madre! - Grito asustada.
- Lo siento. ¿Te asuste? - Suelto el aire y bajo el arma con la que planee defenderme de mi atacante. ¿En serio un cepillo para el cabello Maddie? ¿Que le haría con él... peinarlo hasta quedarse dormido? ¡Necesito mejorar mis armas de defensa!
- No, sólo me gusta darle dramatismo a las cosas. - Me le quedo viendo fijamente.
- ¿Que haces acá Nate? - Pregunto con brusquedad.- Vine para hablar. - Susurra clavando la mirada en el suelo. Parece un chiquillo regañado con las manos en los bolsillos de su pantalón y moviendo un pie adelante y atrás.
- Pues habla. - Mascullo dándome la vuelta. Necesito mi pijama... y un tarro de helado.
- ¿Podrías taparte? - Bajo la vista y me doy cuenta que voy sólo en brasier.
- Sabes... cualquier chico moriría por tener a su novia en ropa interior frente a él en una habitación vacía y oscura. - Comentó viendo como Nate se esfuerza por mantener su vista en el suelo. - Pero ok. -
No se si me gusta que mi novio me respete o me disgusta que mi novio no me quiera ver en ropa interior.
- No soy cualquier chico. - Alza su cabeza y clava los ojos en los míos. Muerdo mi labio para que no me vea sonreír como tonta ante su respuesta.
- Lo se Nathaniel... lo se. - Exclamó dándome la vuelta y aprovechando que no me puede ver, sonrió. Tomó una camiseta y la deslizó por mi cabeza. - Listo. Ya puedes dejar de ver el piso tratando de encontrar una nueva grieta. - Nate sonríe sin ganas y da un paso adelante.
- Me asuste. - Estira una mano para que yo la tome. Cuando lo hago sonríe. - Es demasiado Maddie... - Es mi turno para buscar las grietas en el suelo. No esperaba que fuera tan directo.
- Lo se... y entiendo que te quieras salir de este paquete. - Murmuró cabizbaja.
- No es eso. - Lo miro de súbito.
- Es que... ven tomemos asiento. - Me lleva hasta el afeízar y tomamos asiento. Nate encoge sus piernas y apoya la quijada en sus rodillas. - Eres la primera novia que tengo. - Mis cejas se elevan con sorpresa. - Si es raro y si... soy un quedado y todo lo que tengas que decir. -- No creo que seas un quedado. - Nate me mira suspicaz. - ¡OK, no es muy normal! Pero Nate... no pasa nada. -
- Si pasa Maddie... - Suelta el aire y pasa una mano por su despeinado cabello. - Verás. Será ñoño lo que te diré pero crecí escuchando a mi madre hablar del verdadero amor. Viendo como mis padres se querían como solo ellos sabían hacerlo. - Siento nostalgia y ganas de darle un abrazo de oso de papá... bueno de papá no, de Maddie.
- Antes de morir mi madre hablo conmigo... me pidió que fuera un buen chico, que obedeciera a mi padre siempre. - ¡Bingo, su padre y esa petición de su madre es lo que no le han permitido ser libre! - También me dijo... - Nate cierra los ojos y yo aprovecho a pasar mis dedos por la mata de cabellos desordenados que tanto me gustan. - Me pidió que también encontrara a mi amor verdadero. Que me enamorará... que disfrutará del amor. Y de la vida enamorado. Que no me fuera con la primera si no con la que me hiciera sentir que me falta el aire, la que me acelerará el corazón... la que me enseñará el amor y la vida. - Detengo el movimiento de mi mano y dejo de acariciar su cabello.
- Me dijo: esa que logre todas esas cosas será tú amor verdadero... la chica para ti. Esperala... que va a llegar. Va a llegar a revolucionar tú vida. A ponerte de cabezas el mundo. A enseñarte a sonreír de verdad. A vivir. - Cuando abre los ojos me mira fijamente. - Y esa chica eres tú Maddie. Tal vez suene precipitado pero cada vez que recuerdo sus palabras, veo tu rostro. - Jadeo y parpadeo para evitar derramar lágrimas de chica sensible. - Y ahora... con todo esto y el hecho de que tienes que casarte. De que eres una futura reima. No es que no pueda o no quiera. Es que... quiero disfrutar del amor como me dijo mi madre. Conocernos... ir paso a paso, descubriendo esto. ¡Somos jóvenes! - Nate baja sus piernas y se acerca a mi.
- Te quiero Maddie... y me asusta que por lo que tú eres y lo que eso involucra, yo pierda al amor de mi vida. - Ya no aguanto más y las represas de mis ojos sueltan todo su contenido. Me lanzo a sus brazos y me aferro a su cuello hasta casi ahorcarlo.
- No te quiero perder pero tampoco quiero hacer las cosas aceleradamente. Se que lo que mi madre me dijo es verdad... y quiero experimentarlo por tonto y poco masculino que suene. Fue lo ultimo que me pidió. - asiento aún aferrada a él.
- ¿No dirás nada? - Sorbo por la nariz y me suelto de su cuello.
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NO ES UNA RUBIA MÁS
HumorQue su rubia cabellera no los engañe. Una vez que conoces a Maddison Leiks, los problemas te perseguirán y las situaciones menos pensadas te pasaran. Y sino lo crees, pregúntale al pobre Nate; que solo por estar en el momento y lugar equivocado, cay...