"Las Guagüitas"

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Habían pasado treinta minutos y mi maleta aún no salía de aquel tubo negro, que violentamente daba a luz a las pequeñas maletas viajeras. ¿Se habrá quedado en Madrid?, Pensé. Antes de subir al avión, había pedido encarecidamente que llegará directamente a Milán, ya que como Iban 8 kilos de sobre-equipaje (que Lan por cortesía no cobró) Iberia iba a echar cagando pa' fuera. Por fin, la vi descender, aquella linda maleta naranja que cayó arriba de una maleta pequeña (La ley del más fuerte nomás). Cuando la recorrí, esquivando a un molesto Japonés, le dije que seríamos grandes amigos en este viaje juntos y la bese dulcemente en su alzadera.

Mientras caminaba alegremente con mi maleta naranja, recordé a la española captadora de tarjetas de Iberia, quien al verme cara de afortunado me obsequió una, con la que podía acumular muchos puntos por cada viaje que realizará. Maravilloso lo encontré, el problema fue que di la dirección de Talca, ya que no me sabia ninguna otra y más aún fue la sorpresa, al darme cuenta días después, que di la dirección de mi casa antigua. Seguramente los nuevos arrendatarios estarán muy contentos de recibir mi correspondencia.

Para llegar a mi Hotel, tenía todo fríamente calculado. Solo debía encontrar el tren MX1 afuera del aeropuerto. Compré un billete y baje por unas largas escaleras y miré a los dos trenes que estaban a mi costado, ninguno decía lo que buscaba, ni remotamente parecido. Volví a subir y vi a un amistoso señor, que seguramente me podía ayudar.

-Oiga caballero, sería tan amable de ayudarme a encontrar esté tren (le mostré el celular). Acabo de llegar y estoy un poco perdido. (obviamente en Italoñol más Inglés)
-Por supuesto joven, es más yo mismo lo llevaré a su destino. Me dijo muy gentil, que hasta su olor a axila veraniega, me sonreía como una petunia recién cortada.

Subimos a un ascensor y marco el piso dos. Lo extraño es que yo venía justamente de ese sitio. Bah, pero si soy terrible weón, demás que no lo vi. El tren debe salir del segundo piso y tener una línea aérea.
-Veo por su cara joven, que es Chileno. Me dijo.-Alexis Sánchez es un gran jugador.
-Así es señor, vine a Italia a estudiar su bella cultura, su historia y por su puesto su arte. A nada más.
-Oh, ya veo. Pero que muchacho más aplicado.

Descendimos del ascensor y llevó a la pantalla de los vuelos, ¡aja! Algo sucede aquí.
-¿Cuál es su vuelo? Joven.
-No no, que debo tomar un tren. Train, Traaaain. Trene, Trenoo.
-Ah, es por donde estábamos entonces. (traducción de dialecto inteligible, más algo como "pendejo weón que no sabe Italiano")

(Cómo se pudieron dar cuenta, nunca nos entendimos. Paso el dato)

Volvimos a descender en el ascensor y se metió corriendo a la escalera mecánica, yo lo seguí como pude y me di cuenta que el tren estaba por partir. Pero, no era mi tren y eran los mismos que había visto antes.

Al partir, me puso cara de perrito mojado (supongo que esperaba una propina o algo) y como no tenía monedas, rápidamente saque mi paquete de guagüitas de la mochila y le hice señas.
-Estos son terrible de típicos de mi país. A los comunistas les encantan.
-Thank you. Me dijo y se fue, haciéndome una reverencia mientras retrocedía de espaldas. 

Ahora iba con destino desconocido y sin saber ni como se dice tren en Italiano.
Baia Baia. 

Colecciones autóctonas de un viajero pobre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora