Había entrado otra vez a la boca del lobo. Allí estaba él, sentado de forma relajada en la cama mientras le gustaba observarme, quizás podía sentir mi miedo. Su habitación estaba desordenada a comparación de la otra vez que estuve aquí.
Nunca antes habíamos hablado, así que dije lo primero que se me ocurrió, odiaba aquel silencio.
— Hola ¿qué tal? — lo mire a los ojos con una sonrisa de cortesía.
—...Hola — él tardo en responderme para luego seguir examinándome como si fuera algún animal extinto, su voz era más grave de lo que imaginaba, quizás toda su apariencia era una fachada de lo que realmente era... así como yo. Quizás sí era mi mitad. ¿Él se asustaría de mí?
— Te gusta observarme ¿no? — solté desviando mi vista, era una pregunta con doble sentido y esperaba que cayera, que confiese todo. Parecía no inmutarse, se acercó a la puerta y escuché un click, no iba a poder salir sin una llave. Una llave que SWAG guardó en su bolsillo.