— Eres muy torpe con eso — era la segunda vez que sentía como sus dientes rozaban sobre mi miembro — ¿Qué acaso no diste una mamada antes? — él comenzaba a sollozar en silencio — Al menos no necesitas saber usar el agujero — una de mis manos que estaban sobre su cabello, apretó su glúteo.
Los sollozos fueron reemplazados por lloriqueos. El suspiro que dí debió haber sido el más largo que hice en mis veinte años de vida.
—N-no por favor Jiminnie, te juro que no le hice daño a ella — comenzó a hipar mientras que yo me acomodé mis pantalones que estaban en el suelo, el cinturón estaba sobre la cama, no me gustan los llorones — solo quería asustarla un poco, solo un poquito — me mostró sus dedos índice y pulgar con un pequeño espacio, pareció que lo estaba recordando y sonrió — pero ella se desmayó y comencé a aterrarme, no sabía qué hacer, que la metí allí, p-pero al final ella despertó en su habitación, ella no recuerda nada. — hizo un puchero y desvió la mirada, parecía un niño que no aceptaba los regaños.
— ¿Y? — le respondí cortante, capté su atención de inmediato — realmente no me importa si estaba viva o muerta, y yo pensando que por ataque de celos hiciste eso — que decepción. Quizás no me amaba como pensé. Yo en su lugar le hubiera dado una advertencia a viva voz, y así ni ella o él o cualquiera, se fijarían en lo que me pertenecía.
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A dos capis de que acabe...
