Microrrelato

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Llamaban a la puerta, y aunque lo escuchaba claramente, una parte de mi sabía que ahí afuera, al otro lado, no había nadie. Sin embargo, aún sabiéndolo, necesitaba abrir y salir, comprobar que no había nadie, que no me equivocaba, que seguía sin estar cuerdo.
No puedo hacer nada, siguen aporreandola y sigue sin haber nadie, no se a quién llamar, estoy solo, llorando y suplicandole a Dios que si de verdad existe, acabe conmigo rápido. Mi mente está dividida en dos, la parte que me atormenta, y la que sabe que estoy loco, ¿Cómo elegir entre dos opciones si ambas eres tú? Odio cuando juega conmigo.
Antes todo era diferente, rodeado de personas que decían ser mis amigos, entre risas, alcohol y polvos mágicos, sumidos en el retrete de un baño público haciendo maravillas con las matemáticas, cálculos sobre cuántos gramos por cerebro, sobre cuánto queríamos abandonar lo real para volar a un mundo diferente.
Lo malo llega cuando lo irreal se apodera de tu vida, y ya no tienes opción para controlar absolutamente nada.
He tirado tantas vidas a la basura, he hecho sufrir a tanta gente sólo para conseguir esto.

Siguen llamando a la puerta, y estoy listo para irme con mi mente a otro lugar. Otra aventura. Estoy harto de no controlar lo que pasa por mi cabeza. Aún así, qué mas da, estoy solo como es normal, nadie quiere o puede aguantar a alguien que ya no es nadie, nadie necesita a un esquizofrenico en su vida.

FIN.

Sección prohibida;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora