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Shut the door, turn the light off.

¿Recuerdas cuando solías quedarte en casa luego de un maratón de películas?

Por supuesto que lo recuerdas.

Mamá no nos dejaba dormir juntos, así que cuando ella se dormía te pasabas a mi cama.

Puedo recordar perfectamente aquella noche, luego de ver las primeras tres películas de Harry Potter, ambos nos recostamos en mi cama. Como siempre, tiraste de mi hasta que apoyara mi cabeza en tu pecho, con la excusa de que así dormías más cómodo.

Pero la puerta estaba abierta, y la luz encendida.

Ninguno quería levantarse. Estábamos lo suficientemente cómodos como para hacerlo.

Pero, considerando que yo era el cerebro del equipo, rápidamente- y muy torpe -me levanté para cerrar la puerta y apagar la luz, y cuando lo hice, al hacer mi camino de vuelta a la cama, tropecé estrepitosamente contra el frío suelo. Tu carcajada no tardó en llegar, haciendo que achinaras los ojos y soltaras un par de lágrimas.

Demonios, te veías tan adorable.

En ese momento rogaba mentalmente que mi madre siguiera durmiendo, y cuando comprobé que todo estaba en orden, volví a la cama junto a ti.

Me dijiste que me veía adorable con las mejillas coloradas y te golpeé, porque te habías reído de mi. Mencionaste que estabas dispuesto a ayudarme pero la escena había sido muy graciosa y no aguantaste la risa.

Teníamos doce años.

Éramos prácticamente como la arena y el mar. Si uno no iba al otro, el otro lo seguía rápidamente. Estábamos todo el tiempo planeando encuentros divertidos y tu te la pasabas diciendo que te encantaba que fuera tu mejor amiga. Y yo, sonriendo, te decía lo mismo.

Pero aquí estamos. En la realidad. En una realidad en la que cuando me miras, agachas la cabeza y pasas de mí.

Y puedo sentir como mi corazón vuelve a romperse.

Moments || h.sWhere stories live. Discover now