Siete

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Doblé en la esquina y pude divisar el auto de Pierce, más bien del hermano, con él recargado mientras golpeaba impaciente su pie contra el suelo y fruncía el ceño.

Caminé hasta él. Levantó la cabeza al darse cuenta de mi presencia.

-¿Porqué tardaste demasiado?- preguntó, aún con el ceño fruncido. Yo me cruce de brazos molesta.¿Porqué me cuestionaba? Si él fue el que me invito. Él río ante mi acción.

Bien, ahora es bipolar.

-¿Disculpa?- dije poniendo mis manos en las caderas y levantando una ceja.

-Lo siento- se inclinó hacia mi. Yo retrocedí alarmada- Calma Riley, solo quiero saludarte- sonrió divertido y dejo un beso en mi mejilla. Rodeé los ojos.

-Si, si, claro. ¿Dónde vamos?- tratando de ocultar la vergüenza por sentir esos labios sobre mi piel.

-Sorpresa- susurró cerca, muy cerca, de mi.

Entramos al auto y empezó a conducir hacia un lugar desconocido para mi.

Por la ventana pude ver el parque de la ciudad. Era un lugar bastante amplio y verde. Con niños corriendo y algunas personas paseando a sus mascotas.

Pierce estacionó y bajamos.

-Bien, llegamos- caminamos hasta un lugar alejado de las personas y él se sentó en el césped- Vamos, no seas aburrida- dijo al ver que no me sentaba a su lado.

Suspire y me senté. El ambiente era cálido y el sol resplandeciente.

-¿Qué hiciste hoy?- la primera en hablar fui yo.

-Ayude a mi mamá en la cafetería y luego fui a la casa de un amigo- contesto encogiéndose de hombros.Me sorprendí al escuchar esa respuesta.- ¿Porqué esa cara?- me miró.

Pierce no parecía de esos tipos que ayudan a sus madres. Parece más un chico mujeriego y egocéntrico. Que solo le gustaría conseguir un polvo para el fin de semana. Pero yo, no iba a ser eso. Claro que no.

-Pensé que estarías de putas por algún lado- hablé mirando hacia otro lado.

-¿Porqué piensas eso, Riley?- volví mi vista hacia él, me miraba serio.

- Es lo que aparentas- murmuré apenas audible. Aunque por sus cejas levantadas, me di cuenta que había escuchado.

Él miro hacía abajo con una sonrisa, mientras negaba.

-Riley, no pienses que soy un mujeriego sin remedio y que utilizó a las chicas como juguetes- me miró nuevamente. Su mirada seria me intimidaba, pero aun asi, seguí mirando sus ojos azules- Aunque no parezca, soy muy tímido con las mujeres y tú- dijo sonriendo y señalándome- Eres una de las primeras con las que me atrevo a hablar.-

Él era todo lo contario a lo que me imaginaba. No pude evitar sonreír al escucharlo decir eso.

-¿Porqué decidiste hablarme?- lo mire directamente. Él sonrió y mordió su labio.

No hagas eso, maldito.

-Eres difícil, de eso no hay duda- los dos reímos- Pero hay algo en ti, que me hizo perder el miedo y atreverme a hablarte- algo en mi interior se removió. No sé si fue por las comida podrida de la cafetería o porque las palabras de Pierce causaron un cosquilleo en mi interior.

Creo que Pierce me gusta...

*Pierce imagen*

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