El despertador suena. Con dificultad y sin abrir los ojos, estiro mi brazo para poder apagar el maldito aparato, gracias a Dios logro hacerlo. Me quedo en la cama unos diez minutos más hasta que mis piernas se sienten preparadas para moverse.
Hoy es mi primer día de trabajo, mi estómago está peor que ayer, tanto que no pude probar bocado, créanme, para que yo no ingiera algún tipo de alimento realmente tengo que sentirme mal. Soy una tragona y así me amo.
Volvamos a lo del trabajo, estoy nerviosa, pero no por no entender o rendir mal, en eso me tengo bastante confianza. Tengo miedo de no gustarle a ellos o de que alguien con más experiencia que yo me quite el puesto.
Vale, ayer me explicaron que la capacitación tiene 6 fases. La presentación y desarrollo, prueba individual, elección de grupos en base a nuestro rendimiento, prueba grupal, votación entre compañeros y por fin, la elección.
¿Porque tantas pruebas? Fácil. No solo es un puesto para asistente, si no, que uno de los puestos libres es para trabajar con Liam Arteogia. ¿Quién coño es el?, esa también es fácil. Liam es el hijo del dueño del New York Times, el periódico más importante de todos los Estados Unidos. El señor Derek Artegoia pronto le cederá el mando a su único hijo y heredero, Liam. Por lo tanto, trabajar con él y hacerlo bien, te garantiza que cuando dicho mando sea pasado a sus manos, su asistente seguirá con él, con un suculento aumento de salario y un reconocimiento casi mundial.
Ser asistente no es mi sueño, de ningún modo. Pero para tener la custodia legal de mi hermano este empleo es lo mejor, además, trabajando allí, podría profundizarme un poco más sobre la escritura, ya que ser escritora es mi sueño. En fin, no es un trabajo tan malo.
Visto un pantalón color negro, con unas botas de tacón en color vino tinto y una delicada playera blanca. La mañana esta cálida, así que no llevo más que una fina chaqueta para cubrirme. Opté por un maquillaje neutral, solo mascarilla en las pestañas y algo de rubor. Unos bucles en mi cabello le dan el toque final en mi look.
Bajo por las escaleras y me dirijo al buzón de cartas, como todas las mañanas lo reviso por si hay algo importante. Encuentro una carta en mi casillero. La abro y leo cada palabra atentamente.
"Amiga, hoy es tu primer día, ambas sabemos que estas más que capacitada para este empleo. Sabes que cuentas con mi apoyo incondicional y mi cariño.
Bueno, dejando lo cursi de lado.
Maldita perra, me levante a las siete de la mañana para hacerte esta mierda de presente y tú, embustera, no me enviaste la foto. ¿Comprendes en el estado que me dejaste?
Espero que tengas consideración de tu bella y virgen amiga, y envíes la maldita foto.
Pd: Te quiero.
Pd 2: Envíame la foto.
Pd 3: Estúpida, mis sentimientos de virgen, idiota.
Pd 4: Te quiero más que antes, adiós."
Me rio a carcajadas y las lágrimas amenazan con salir de mis ojos. Definitivamente, tengo la mejor amiga del mundo.
Ya lista, cruzo la puerta de salida de mi apartamento para ir hacia la parada del autobús, observo una rosa roja en el suelo frente de la puerta y una nota que decía "Emma".
Cojo la rosa y no puedo evitar contener la sonrisa que decora mis labios. Me encantan las flores, y más las de este tipo, es lógico que Sara lo sabe, por eso somos amigas.
***
Bajo del autobús justo en la esquina del gran edificio.
Bien Emma, tienes que ser fuerte, tú puedes, lo lograras —Alienta mi fuero interno—Tu solo entra allí y demuestra quien eres. Que va, ya puedo ser entrenadora, aliento de verdadera maravilla. Me iré a probar en los yankees, sin duda.
No me puedo acobardar, esto es por Jack y por mi futuro. Reúno el coraje necesario y comienzo a caminar hacia la gran entrada de vidrio, hoy es mi día, hoy comienza todo.
—Hola, soy Emma Hills, vengo a la capacitación. —Me presento frente a la rubia que está del otro lado del imperioso escritorio.
—Hola cielo, toma —Me entrega una tarjeta magnética—, con esto pasaras. Solo procura que antes de entrar, todos los días, pases por aquí. Al estar en prueba una vez que sales, no puedes entrar si no te registras. —La chica sonríe y yo le devuelvo el gesto.
—Gracias. —Digo cogiendo la tarjeta.
Para ingresar a los ascensores, es decir, a las oficinas, tienes que pasar por un molinete el cual te pide que apoyes la tarjeta. Cuando lo hago, la maquina prende una luz verde y seguido de eso ingreso.
Subo al ascensor, que esta atestado de gente, aquí adentro hay al menos diez personas. Un amable hombre me pregunta a qué piso me dirijo, le respondo el número y le dedico una sonrisa amable. El ascensor se detiene en el piso número 28, las puertas se abren lentamente. Aquí vamos.
— ¿Emma Hills? —Pregunta una morena de unos treinta y dos años, con la cual me topo apenas bajo del ascensor.
—Sí, soy yo. — Respondo con mi mejor cara.
—Bienvenida, ven por aquí. — La mujer comienza a caminar y yo la sigo.
Pasamos por un pasillo con ventanales enormes, de aquí se ve toda la ciudad, que bello. Ella detiene su paso pero yo sigo caminado, inmediatamente me atropello contra la mujer, ¡Buen comienzo, imberbe!
—Lo siento. Las vistas son tan maravillosas que no note cuando se detuvo. — Siento como el rubor tiñe mis mejillas. Por suerte la morena se limita a reír.
—No te preocupes, yo también me enamore de las vistas cuando llegue aquí por primera vez. —Susurra y me guiña un ojo— Toma asiento junto a tus compañeros— Me indica.
Entonces caigo en la cuenta de que no estamos solas. Levanto mi mirada y observo en dirección al gran salón que se encuentra delante de mí.
Allí están todos los que tienen mí mismo objetivo. Son bastantes, unas veinte personas más o menos. Tomo asiento en un sofá, a mi lado hay una chica muy mona.
A mi otro lado, hay un tío que me da la espalda porque está platicando con el muchacho que se encuentra sentado a su lado. Por lo que me deja ver su espalada, es morocho y bastante fornido.
La chica que se encuentra a mi lado comienza a hablarme, me giro para platicar con ella un rato.
— ¿Me lo devolverás ya?—Dice una gruesa voz en forma de susurro. Mi piel se eriza.
Muy lentamente me doy la vuelta. Entonces lo veo.
El hijo de puta que rompió mi móvil está aquí, a mi lado, el maldito será mi compañero.
Qué suerte. Estoy que flipo.
ESTÁS LEYENDO
Dangerous Deception ©
RomansaEl amor, no siempre te sana, muchas veces, el amor te destruye. En mi caso, amar, era destruir. 01 #SAGAPELIGROSA •Obra registrada bajo ISBN.(international standard book number) Prohibida su adaptación, traducción o copia.♡