Capítulo 14. Parte 2.

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Harry se deslizó entre sus piernas abiertas. Dios, es­taba tan cerca de acabar. Si las cosas continuaban como espe­raba, ahora ____ obtendría la victoria. No necesitaba saber que él no tenía intención de permitir que alguien más se les uniera al acto amoroso. La buena disposición de ella para ju­gar ya no lo sorprendía. La intensidad de su sensualidad com­plementaba la suya de manera perfecta. Estaba asombrado y conmovido porque parecía haber encontrado su par sexual en su propia esposa.

-Estoy preparada, Harry. -Le dio cinco besos cas­tos en la boca y dejó que él hiciera lo mismo.

Mientras el juego progresaba, Harry logró aferrarse a su cordura cuando ella le lamía el pene, y ella logró no aca­bar cuando él le lamió el clítoris. Ella esperaba las instruccio­nes siguientes, con los pezones tensos y húmedos por su boca, y el clítoris hinchado, su vagina goteando néctar. Dios, podría lamerla toda la noche.

-Para ti, cinco mamadas profundas de mi polla. Para mí, cinco incursiones de mi lengua en tu interior.

Se puso en cuclillas delante de ella, con cuidado de no dejar que su falo dolorido rozara la ropa de cama ni su piel. El sexo de ella se encontraba expuesto ante él, con los labios de la vagina hinchados y dándole la bienvenida. El clítoris estaba tan firme y erecto como el pene de él. Inspiró y deslizó la lengua en su interior. Utilizó la barbilla contra su piel para aumentar la estimulación mientras imitaba el movimiento de propulsión de su miembro. Ella se estremeció, pero no se quebró.

Cuando él se sentó, su rostro goteaba por su néctar. Le encantaba el olor y el sabor de su excitación.

-Ahora es mi turno.

Se puso de pie y se inquietó cuando ella se inclinó ha­cia adelante, deslizó su boca por la longitud de su falo, y con lentitud lo succionó. Él apretó los dientes mientras sentía que sus testículos se contraían, preparados para acabar. Soportó tres succiones lentas y lascivas más, la tercera fue tan profun­da que la coronilla de su pene golpeó la parte posterior de su garganta antes de abandonar la batalla. Se permitió acabar con severidad, con movimientos vibrantes.

La sonrisa de triunfo de ella era toda la recompensa que él necesitaba. -¡Gané!

Él soltó los postes de la cama y fue a cerrar la puerta. -¿Quedó satisfecho tu honor femenino?

Ella lo miró, con un indicio de especulación en los ojos. -¿Hay más para este juego de «Cinco», o hemos llegado al límite?

La sangre volvió a toda prisa a su pene mientras la ob­servaba.

-¿Deseas jugar de nuevo?

-Si hay más por descubrir... ¿Qué sucede después de esto?

Él ahuecó la mano en su erección que crecía con rapidez. -El juego continúa utilizando los dedos para damos placer el uno al otro y termina con cinco caricias de mi polla en tu vagina y cinco caricias de tus dedos envueltos en mi falo hasta que uno de los dos grite clemencia.

Ella se extendió hacia adelante y lo acarició. -Quisiera tener tus dedos en mi cuerpo ahora.

Sin decir una palabra, él deslizó un dedo dentro de su vagina y apoyó la almohadilla de su pulgar en el clítoris. -Estoy a sus órdenes, señora.

Ella le asió la muñeca.

-Más dedos por favor, Harry.

Agregó tres dedos más, sintió que su vagina apretaba.

Con un grito apagado, ella abrazó su cuello y lo arrastró hacia la cama. Él movía los dedos por su espeso néctar mientras es­peraba que su pene alcanzara su tamaño máximo. Ella volvió en su búsqueda mientras él avanzaba con lentitud sobre su cuerpo, separando sus muslos.

-Primero los dedos y luego follando. ¿No era lo que deseabas?

Ella no respondió, su rostro acalorado se concentraba en el placer mientras se aferraba a sus hombros. Su miembro estaba preparado para ella ahora. Quitó los dedos y la penetró con rapidez y profundamente. Sus caderas empujaban hacia adelante y su piel golpeaba contra la de ella. Se retorcía deba­jo de él, pero la mantenía inmovilizada en el colchón mientras olvidaba la delicadeza y solo empujaba en su interior, decidido a dejar su marca, a hacerla suya, a poseer su mismísima alma.

Él gritó su nombre al acabar. Con la mirada en la expre­sión de satisfacción y complacencia de ella, de golpe se dio cuenta de que nada volvería a ser lo mismo. No creía en el amor, aunque sabía dentro de su alma que amaba a ____. Aho­ra le pertenecía, y lucharía y mataría por quedarse con ella.

Esclavos del sexo. [Harry Styles] {MUY HOT} |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora