•~#Capitulo 35#~•

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Después de dos horas de camino al fin llegamos a la ciudad, si dos horas, dos horas que estuve sentada en el asiento copiloto tratando de no dormirme, para poder memorizar el camino de regreso -o al menos intentarlo-. Aunque ahora que lo pienso, ni siquiera regresaremos por el bosque, ya que no hay necesidad. Definitivamente no volveré a beber. El alcohol me hace bastante estupida.

Charlie estaba totalmente serio. No había hablando en todo el camino, y eso me preocupaba, por que, vamos ¡es Charlie! Por más que le pidan que se calle no lo hará y siempre tiene algún comentario que decir. Probablemente este en una nueva fase o los aliens le lavaron el cerebro mientras estábamos inconscientes. Si, seguro fue eso.

— Charlie. ¿Estas bien? —me animé a preguntar una ves que había estacionado frente al bar, que ahora, estaba cerrado.

El suspiro y asintió. No me la creí, no me conformaría con eso. Abrió la puerta para salir, pero fui más rápida y me incliné sobre el tablero para la cerrar de nuevo la puerta.

— No te creo.  ¿Que sucede? Y no digas que nada. Dime la verdad.

Me miró. Y de una manera diferente, no lo sé. Me sentí un poco intimidada y nerviosa. Pero de alguna manera, no se como, le sostuve dicha mirada.

— Solo... recordé algunas cosas que sucedieron anoche. —confeso. Aunque bajo la mirada, deprimido.

— ¿Tan malo fue? —me miró sorprendido y luego dudoso, debatiendo entre si contestar o no— digo, ¿que pudiste hacer que fuera tan vergonzoso? —intente de nuevo.

Ahora su mirada fue diferente, de una manera desilusionada.

— Si. —habló bajo, respondiendo mi primera pregunta, pero subió su mirada rápidamente y hablo más animadamente— Básicamente, podría haber echo cualquier cosa, y haber perdido mi dignidad. Además, empiezo a recordar el dolor del tatuaje.

Y no era para menos. Ese tatuaje. El tatuaje dónde estaba escrito mi nombre bien grande y claro con letras negras "KENDALL". Estaba en su espalda a la altura de los omoplatos. Seguro debió doler.

Salí de mis pensamientos ya que Charlie había abierto mi puerta y mencionado "vas a salir ¿o no?"

Nos dirigimos al bar y nos detuvimos frente a el. Yo aún seguía sumida en mis pensamientos y Charlie había desaparecido de mi lado. Algo dentro de mi, no había creído por completo la explicación de Charlie. Porque si él había echo el ridiculo, seguro yo también y eso no me preocupaba, porque 1) No recordaba nada así que no tenía de que avergonzarse y 2) Seguro no volvería a ese lugar, así que si hice algo estupido, que eso es casi un echo, no importa porque no volveré a ver a nadie de ahí.

Una mano pasó por enfrente de mi rostro. Era Charlie. Me dijo que lo siguiera, cosa que hice y caminamos hasta la parte de atrás. Donde un chico estaba cargando unas cosas adentro del bar. Se me hacía conocido pero no sabía de dónde. Nos acercamos al chico.

— Hola. —saludó Charlie.

— Señor y señora Davis, o debería decir chica loca y bestia infernal —saludó el chico. Bueno, creo que ese fue un saludo—

— ¿Que? —soltamos de repente al unísono.

— Ya saben por anoche —explicó sin dar muchos detalles— ¿Que los trae por aquí? ¿Vendrán esta noche también

SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora