La Confrontación

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George parecía un pez fuera del agua, al parecer el estúpido había olvidado completamente su candidatura y lo que podía hacerle si esto se filtraba. Eso sin considerar que su esposa probablemente no tomaría muy bien que estuviera intentando besar y manosear a otra mujer.

Pero antes de que George pudiera decir algo, apareció Karol, que había estado tras ella, sin que la notara, mientras hablaba con el idiota de George y al parecer había alcanzado a oír la última parte de la conversación.

―Y por si los testigos no son suficientes, ―dijo Karol― tengo los videos de seguridad para comprobar que pretendías a golpear a Nat y que Alex solo te detuvo.

Era evidente que estaba furiosa. Su dulce y alegre amiga, tenía un cabreo de mil demonios y que estuviese gritando en la mitad del salón de su propia fiesta, era una prueba de ello. Karol estaba tan acostumbrada a lidiar con el estrés de grandes eventos, que casi se había convertido en un monje, siempre en calma y lista para solucionar los problemas con diplomacia, pero en ese momento parecía una fiera enfrentando a George.

―Eres un cobarde de mierda y te quiero fuera de mi fiesta ya. Y considérate persona no grata de ahora en adelante en cualquier evento que yo organice, no me importa si es tu propio jodido cumpleaños. Sáquenlo de aquí y asegúrense que salga de la propiedad.

Les dijo al par de vigilantes que habían llegado hacia un momento y mientras el par de gigantes escoltaban a George que iba cojeando, indeciso entre sostenerse el brazo o la entrepierna. Karol se acercó a ella con la preocupación escrita en la cara.

―¿Estas bien? ¿Te golpeó?

―No tranquila, Alex llegó a tiempo.

―Menos mal, sabía que George estaba encaprichado contigo, pero no me imaginé que llegara a comportarse así. – Se giró para ver a Alex que seguía junto a ellas ― Bueno Alex, que gusto verte, como siempre eres muy oportuno ―Dijo Karol mientras abrazaba a Alex. ―Me alegro que hayas podido venir.

―Me alegro haber podido asistir, gracias por la invitación.

―Ni lo digas. Voy a asegurarme que hayan sacado a esa basura de aquí. ―Levanto la voz para hablar a los curiosos–. Aquí no ha pasado nada, que siga la fiesta.

Y como si nada se alejó con su corto vestido dorado atrayendo las miradas de más de uno, esa mujer era un huracán.

―¿Estás bien?

Por Dios, casi se había olvidado de Alex. Se giró para una vez más quedar impresionada por lo sexy que era ese hombre, pero tenía que arreglárselas para poner a funcionar las neuronas que habían quedado fuera de combate por el cortocircuito que él provocaba en su cabeza. ¿Qué le había preguntado?

―¿Nat, estás bien?, voy a matarlo, ¿qué te hizo?

―Tranquilo, no pasa nada, estoy bien, lo detuviste antes de que pudiera golpearme; gracias, por cierto. No imaginé que pudiera llegar tan lejos.

―No deberías salir con locos como ese.

―No salgo con él, solo me invitó a bailar.

―Pues él esperaba algo más, debiste darle algún indicio de que estabas dispuesta.

―¿Cómo te atreves a decir eso?, no tienes ni idea de lo que estás hablando.

―Si una mujer usa un vestidito como el que tienes puesto y se deja manosear, cualquier hombre perdería el control.

―¿Ahora lo estas defendiendo y me culpas a mí?, eres un idiota.

―¡No dije eso!.

―Alex, cariño, deja de perder el tiempo y ven a bailar conmigo. ―La rubia con la que Alex había estado minutos atrás apareció, obviamente molesta por la interrupción de su descarado coqueteo con Alex, se colgó de su brazo y apretó sus falsos y gigantescos pechos contra el brazo del hombre.

Verla pegada a Alex, le recordó a Nat porque se había alejado de él. Nunca había podido mantener sus pantalones cerrados y ahora por si fuera poco, la culpaba de provocar a George y llevar al pobre inocente a la locura. Definitivamente era hora de terminar con esté desastroso reencuentro. No tenía por qué aguantar la mierda de Alex, no lo había hecho hace un año y que la condenaran si se permitía empezar ahora.

―Si Alex, ya no pierdas el tiempo conmigo, evidentemente tienes mejores cosas que hacer. Espero no verte de nuevo. Adiós.

Pasión en el LaberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora