Lo dijo mientras presionaba su erección, aún dentro de su pantalón contra el clítoris de Nat, quien dio un brinco entre sus brazos; su cuerpo seguía sobrecargado por el placer que acababa de sentir. Aunque evidentemente Alex no planeaba detenerse, la bajo al suelo, acariciando todo lo que podía alcanzar en el proceso.
―Date la vuelta, apoya las manos en la pared.
No tuvo que decirlo dos veces, Nat se giró e hizo lo que le había dicho. Alex abrió sus pantalones y sacó su polla, que estaba más que lista, un pene grueso con una cabeza de un color rojo intenso, que se levantaba buscando la húmeda cavidad que sabía lo acogería deliciosamente.
Alex subió nuevamente la falda de Nat, para encontrarse con un culo firme y la suave piel, que siempre le había gustado. Cuando estaban juntos no podía evitar tocar su culo a cada oportunidad que tenía. Aun cuando estaban en público y cuando ella le había permitido follársela por el culo, casi había muerto de placer. Definitivamente extrañaba esos momentos con ella.
Se acercó más y se pegó a su espalda, besó su cuello y tomo sus pechos en sus manos, para jugar con sus pezones una vez más, mientras ubicaba la punta de su polla contra la entrada de su ano.
―Voy a follarte el culo. ―Nat se estremeció con anticipación y aunque siempre le gusto el sexo anal con Alex, desde que habían terminado, no había tomado a nadie ahí y sabía que podía estar muy apretada como para hacerlo sin la lubricación adecuada―. Pero no ahora. ―Aclaró Alex―. Vamos a necesitar más trabajo y comodidad para eso. En este momento quiero enterrarme en tu coño y correrme dentro de ti. Quiero que salgas de este lugar con mi semen escapando de tu vagina y corriendo por tus muslos. Quiero que cada paso que des, te recuerde que es mi corrida entre tus piernas y que el temblor y el escozor en tu vagina lo cause yo. ―Dijo mientras movía su pene hacia la entrada de su vagina y de una sola estocada, se metió profundamente en ella.
―Ahhhhhhh.
Nat no pudo evitar el grito que escapó de su boca. En su mente sabía que Alex era bastante grande, pero una cosa era saberlo y otra era sentirlo entrando en ella de nuevo. La llenaba y estiraba como ningún otro, antes o después de él, con Alex siempre se había sentido al límite y eso no había cambiado.
―Nat, eres tan caliente como recuerdo, solo tú puedes encenderme así. ―Dijo mientras iniciaba un movimiento de vaivén lento y profundo dentro de ella, deslizándose suavemente dentro y fuera del coño que lo apretaba intentando alargar el placer que proporcionaba la fricción entre sus cuerpos.
Nat no podía más que disfrutar el placer que nunca pensó volvería a sentir. Subió sus manos por sobre su cabeza para llegar al rostro de Alex y tirar de el contra su boca, para conseguir un beso profundo de los que solo él podía dar. Mientras Alex aprovechaba la nueva posición para llegar libremente a sus pechos y jugar con ellos a su antojo, levantándolos para pellizcar sus pezones entre el índice y el pulgar. Provocando nuevos apretones del coño de Nat sobre su polla.
―Más rápido, necesito más.
Alex no se hizo esperar, pues si era honesto consigo mismo, él también necesitaba más. Verla correrse lo había llevado al límite y su cuerpo clamaba por correrse profundamente dentro de ella. Por lo que aceleró el ritmo de sus embestidas dentro del coño de Nat, buscando llegar tan profundo dentro de ella como fuera posible.
―Mmmmmmm, Alex... Ahhhhhh.
Alex continuaba tirando y pellizcando sus pezones con fuerza, provocando nuevos riachuelos de humedad en su coño que facilitaban sus feroces penetraciones, que se hacían inclusive más salvajes cada vez.
Natalie apoyó con fuerza sus brazos en la pared para mantenerse firme contra los envites de Alex y no perder ni por un momento el delicioso ritmo que habían establecido sus cuerpos. Nunca, nada se había sentido tan bien cómo Alex, moviéndose profundamente dentro de ella, con su polla estirándola hasta el límite donde el placer se convierte en dolor y aun así o tal vez por eso no quería que terminara nunca.
Alex continúo entrando en ella con fuerza, sin descanso. Nat sentía como la presión se iba construyendo desde su coño, tensando todo su cuerpo, no podía evitar los gemidos que escapaban de su boca, como Alex tampoco podía evitar los gruñidos y la fuerte respiración que resonaba entre las paredes del laberinto, exponiendo su ubicación a quien estuviera lo suficientemente cerca.
Alex podía sentir como sus testículos empezaban a contraerse, listos para liberar su semen dentro del húmedo coño que tan deliciosamente lo apretaba cada vez más fuerte. Sabía que no iba a durar mucho más. Esta mujer lo volvía loco como ninguna otra.
Dejo sus pezones, para con su brazo izquierdo rodear su cintura y sostenerla contra él, mientras su mano derecha bajaba para apoderarse de su clítoris y frotarlo con un ritmo constante que acerco a Nat aún más al orgasmo.
―Me aprietas... como... nadie. Córrete... para mí. ―Dijo mientras apuraba sus movimientos.
―Dios, Alex... no pares... no... ahh.
Los dedos sobre su clítoris la llevaban directo al orgasmo sin compasión alguna. Se sentía como si fuera a caer de un precipicio y deseaba caer.
Todo su cuerpo estaba tenso, a punto de explotar en el más absoluto y arrollador placer.
―Alex... Alex... ―gritó con fuerza, sintiendo como su mundo estallaba tras sus ojos. Perdió el control sobre su cuerpo, temblaba sin control mientras onda tras onda de increíble placer rompía sobre ella. La polla de Alex aún se movía dentro de ella, alargando el gozo hasta límites insospechados, parecía que no iba a terminar nunca, casi dolía y todavía podía escuchar a Alex gruñendo en su oído, mientras su coño lo apretaba con fuerza.
―Nat, joder, me vengo... mmmmmmmm.
Con un día de retraso, pero espero que lo disfruten.
Gaby
ESTÁS LEYENDO
Pasión en el Laberinto
Historia CortaEl reencuentro entre antiguos amantes, puede ser muy caliente y una aventura arriesgada al aire libre.