Confesión

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Alex sintió como si una descarga eléctrica hubiese atravesado su cuerpo, perdió el control sobre sí mismo, solo el instinto permanecía, empujando dentro de ella, llenándola con su semilla, mientras mordía su hombro un tanto para acallar el grito de urgía por salir de sus garganta y otro tanto para marcarla. Quería que a la mañana siguiente cuando ella se viera en el espejo recordara su polla profundamente dentro de ella y su cuerpo rodeándola.

El animal dentro de él tomaba el control buscando el placer de saberla suya. No supo cuánto tiempo continuo empujando dentro de ella, su coño aún lo estrujaba con fuerza con cada espasmo de placer, mientras él seguía acariciando su clítoris.

―Alex, por favor, no más. Es demasiado.

Alex detuvo el movimiento de sus dedos y sus caderas, la rodeo con sus brazos y los giró apoyando su espalda contra la pared del laberinto y deslizándose hasta el suelo para sentarse con Nat, quien apoyaba su cabeza sobre su pecho. No estaba dispuesto a dejarla ir todavía y definitivamente necesitaban un momento para recuperarse.

Y así permanecieron sentados sin hablar por unos minutos, tratando de calmar su respiración. Y ahí en el solitario laberinto Alex decidió que no iba a alejarse de ella de nuevo. No quería que esto fuera un encuentro apasionado y nada más, quería a Nat en su vida y en su cama, quería sentir esto con ella cada dia y cada noche. Esa mujer era única para él y no estaba dispuesto a pasar un dia más sin ella.

―Te extrañé.

Dijo Nat, sacándolo de sus pensamientos.

―Y yo a ti nena.

―Y lo siento por ti, pero no vas a poder sacarme de tu vida tan fácilmente esta vez.

―¿Qué? ―Preguntó Alex, muy confundido por lo que Nat decía.

―Que no puedes reaparecer, seducirme y follarme como nadie lo ha hecho antes y luego esperar irte como si nada. ― Como siempre Natalie, lo sorprendía y esta vez no fue diferente.

―¿Qué estás diciendo exactamente Nat?. ―Dijo Alex, con la esperanza de que ella quisiera decir lo que él pensaba.

―Qué después de recordarme como era el sexo entre nosotros, no me vas a dejar de nuevo. Una mujer se puede volver adicta a esta clase de placer y no debiste mostrármelo solo para quitármelo. Así que lo siento, ahora estas atrapado conmigo y ni sueñes que voy a dejar que alguna mujer se te acerque de nuevo. Eres mío Alexander Stone y no finjas que no soy la mejor que has tenido en tu vida, porque ambos sabemos que es verdad, por lo que no va a ser un sacrificio para ti, así que... mmmmm.

Su discurso fue interrumpido por un beso de Alex, quien la abrazó y la sostuvo muy apretada contra él.

―Por eso te amo, eres toda una guerrera, siempre tomando el toro por los cuernos.

―¿Tu qué? ―Preguntó Natalie, completamente sorprendida por la confesión de Alex.


Pasión en el LaberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora