Pequeños Castigos

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―¿Por qué me estás diciendo esto? ¿A qué estás jugando Alex?.

―Ningún juego, nena. Quiero que me des una segunda oportunidad; aprendí de mis errores, ya no quiero estar lejos de ti. Tú eres todo lo que siempre quise y no lo sabía, hasta que te fuiste. Déjame demostrarte cuanto te extrañé.

Y antes de que Nat pudiera responder, Alex la beso nuevamente, con tanto fuego que le quemo hasta el alma. Soltó sus manos y la tomó por el culo, levantándola y ella solo pudo abrir sus piernas y rodear las caderas de Alex, mientras se sostenía de sus hombros y sentía como la humedad llenaba su coño. Alex bajo sus manos por su culo y las metió bajo su falda, solo para encontrar o mejor dicho no encontrar algo que le impidiera acariciarla.

―Por Dios, mujer, me vas a matar, ¿estuviste toda la noche sin bragas?.

Con una sonrisa traviesa, Nat le respondió.

―Sabes que a veces me gusta salir sin ropa interior.

―Si, lo recuerdo, pero no había esperado encontrarme esa sorpresa esta noche. ―Lo dijo mientras con sus dedos acariciaba su coño. Nat se estremeció y gimió un poco más fuerte.

―Shhh, nena. No hagas ruido, no queremos que nos interrumpan. ―Lo dijo mientras metía un dedo en la húmeda vagina de Natalie―. Mmmm, húmeda, pero creo que aún lo podemos mejorar.

―Alex te necesito.

―No preciosa, ten paciencia quiero verificar si lo que dijiste acerca de que te gusta ir sin ropa interior se refiere solo a la bragas o si también incluye el sostén.

Dicho esto, subió una de sus manos hasta sus pechos, donde encontró un par de pechos firmes, coronados por unos pezones duros que se moría por saborear.

―¡Ay!.

Se quejó Nat al sentir la firme nalgada que le dio Alex en el culo, mientras temblaba de placer. Siempre le habían gustado esos pequeños azotes que le daba Alex cuando menos se lo esperaba que la dejaban pidiendo más.

―Eso es por haber estado bailando con otros hombres toda la noche, sin usar sostén, ¿crees que no notaron la suavidad de tus pechos?, estas bellezas son mías.

Y para afirmar su punto pellizco uno de sus pezones con fuerza, haciendo que Nat se retorciera en sus brazos, mientras contenía la respiración y que una nueva ola de humedad se colaba entre sus piernas.

―Ahora, esto es lo que estaba buscando. ―Dijo mientras sentía en sus dedos cuanto más húmeda estaba. Sin compasión metió dos gruesos dedos dentro de ella, tomándola por sorpresa, por lo que Alex la beso profundamente para ocultar el sonido del grito del placer de Natalie. Alex metía y sacaba sus dedos lenta y profundamente, inflamando su pasión y provocando que las paredes internas de su coño se apretaran con fuerza, intentando retener los dedos invasores que le daban tanto placer.

Alex abrió el cierre que mantenía el vestido cerrado y bajó la parte superior que cubría sus pechos y continuo jugando con ellos. Acariciaba sus senos, ahora sin la interferencia del encaje. Los chupo suavemente al principio, para luego mordisquear sus pezones, haciendo que Nat arqueara su espalda dándole un acceso total y así pellizcarlos con fuerza, haciéndola temblar de placer, provocando que Nat moviera sus caderas con desesperación buscando una penetración más rápida de sus dedos y una mayor fricción con la erección que seguía atrapada dentro de los pantalones de Alex.

―Por favor Alex.

―¿Si nena?.

―Por favor.


Pasión en el LaberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora