~•Cinco•~

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Trece años.

Tao.

—¡Hey! —entré corriendo a nuestra habitación. Kris estaba haciendo sus deberes en el pequeño escritorio que papá Wu nos había adaptado en nuestra recámara. Se giró hacia mi, muy lento.
A pesar de que era ya las seis de la tarde, la habitación pintada de celeste retenía la luz solar de tal manera de que daba la apariencia de que fueran las diez de la mañana.
—¿Qué? —preguntó curioso al ver la felicidad en mi cara. Arrojé a mi cama, ya que no dormíamos más en literas, mi mochila con mi uniforme todo sudoroso que me obligaba a usar la academia de artes marciales. Se levantó de la silla giratoria, aún con su uniforme escolar puesto. 
—Mira lo que conseguí —rebusqué hasta el fondo de mi mochila, en el compartimiento secreto que yo mismo le construí, la nueva adquisición. Dicho compartimiento consistía en un bolsillo en el fondo, que pasaba desapercibido aunque se rebuscara ahí.
Le tendí la revista para adultos que le había comprado a NamJoon, compañero de prácticas.
—¡Uhhh! —exclamó sentándose en la cama, con la revista en mano. La abrió para hojearla inmediatamente, pero se la arrebaté.
—¡Aquí no, bobo!
Le expliqué ante su mirada de confusión.
Ambos fuimos corriendo al baño de nuestra habitación, y nos sentamos dentro de la regadera, en el rincón.
La portada consistía en una mujer hermosa sentada en una silla, con las piernas separadas. Su femineidad era cubierta por una fina tela negra, casi transparente. No llevaba sostén; sus pechos eran  censurados por su brazo izquierdo, mientras que su brazo derecho estaba elevado hacia su rostro; ella lamía sus propios dedos muy seductivamente. Más abajo estaba la fotografía de un hombre semidesnudo en una cama, y cuatro chicas, dos a cada lado, estaban acostadas ahí, levantando sus traseros pálidos desnudos. Por la distancia a la que fue tomada la fotografía, no se podía distinguir más allá de los glúteos.
La revista era para todo tipo de gustos: heterosexuales, gays, lesbianas, a los que les gustaban las colegialas, los que se excitaban con mojas o enfermeras y tenían algún tipo de fetiche con las princesas de Disney. En otro tomo de la revista, había pornografía de adolescentes y todo tipo de parafilias, pero NamJoon la vendía más caro.
Kris le dio vuelta a la portada. Yo casi ahogo un grito ante la semejante sesión de fotos que había en la primera página: el nombre de la chica era HyunA. En las imágenes de arriba, estaba en poses muy provocativas, en una cama con sábanas rojas, decoración roja, sus labios eran rojos, en fin, HyunA era roja; en algunas fotografías la chica estaba totalmente con las piernas abiertas, apartando apenas un poco sus bragas rojas, dejando a la vista una parte de su clítoris. En la foto de al lado, mostraba descaradamente sus senos. En la siguiente, estaba lamiendo un pene artificial de color rojo, ya sin ropa alguna, mostrando obscenamente sus partes íntimas. Y en las dos últimas... La chica estaba profanándose a sí misma con el pene artificial, profiriendo una expresión muy exagerada de placer. En la última imagen de la página estaba apoyada en sus rodillas, con su rostro en las sábanas rojas. Su vagina y ano estaban totalmente expuestos y depilados, éste último con el pene artificial metido hasta el fondo. En el pie de página, en letras pequeñitas, venían los números de teléfono para negociar un acostón con HyunA.
—Mi ochichín está duro —dijo Kris. En su pantaloncillo gris del uniforme, apenas sobresalía un bultito.
¿Como podía excitar a Kris semejantes imágenes? Las fotos de esa chica me habían causado mucha incomodidad, demasiada. Al comprar la revista, sólo quería dejarme en claro a mí mismo que tenía que obligarme a que las mujeres me llegaran a gustar. Sí, lector, me gustaban los niños.
Lo descubrí cuando quería pasar todo mi tiempo con Sehun. Ese chico flacucho me producía maripositas en mi estómago. Cada vez que iba a cagar, esperaba a que me saliera uno de esos animalitos por el culo, pero nunca salieron.
—Muéstrame.
Le dije. Mi hermano pareció dudarlo, pero al final bajó sus pantalones junto con sus calzoncillos hasta la mitad de sus muslos. En efecto, su pene de mediano tamaño estaba erecto. No pareció tener vergüenza, creo que era un producto de nuestra hermandad que habíamos forjado en cinco años.
—¿Ves? —me preguntó.
—¡El mío también! —exclamé dejando a la vista mis genitales. No eran por las imágenes de la chica roja, sino por el hecho de que estaba pensando en Sehun así de expuesto, como la chica, con su trasero al aire.
Kris comenzó a dar un ligero masaje con la palma de su mano en su glande. Ante mi mirada confusa, me sonrió.
—¡Vamos! —dijo animado, sin dejar de dar el masaje a su entrepierna—   Se siente bien...
Dejó escapar un suspiro.
En nuestra relación de hermanos, siempre nos retábamos para ver quién era el más valiente, o el más aventado. Ésa vez no fue la excepción.
—¿Quieres intentar lo que hacia HyunA? —me cuestionó con todo su rostro pícaro.
—¿Cómo? —le pregunté. Yo sinceramente no quería tener algo dentro de mi culo, y esperaba a que Kris no se le ocurriera meterme el envase del shampoo.
—Lo del ochichín falso...
—Con la condición de que tú seas el que se lo meta —le reté.
—¡Eso no, baboso! —me dijo, dándome un ligero empujón con su brazo.
—¿Entonces qué? —pregunté. Él se inclinó hacia mis genitales, y comenzó a tocar la punta de éstos tímidamente. ¡En realidad se sentía muy bien! Como un montón de hormiguitas caminando por mi pene. Acercó su rostro a mi entrepierna y sacó su lengua y lamió ligeramente mi glande.
—¡Kris! —el se irguió para analizar mi expresión. Y como ésta era de placer puro... Sonrió y después engulló todo mi miembro en su boca. Por el tamaño, entraba completamente.
Sentía muchas sensaciones nuevas: mi pene palpitaba; su lengua era viscosa, caliente y húmeda; la calidez de su boca daba la sensación de que mi pene se derretía.
—Para —le dije entre las lágrimas que me provocaba aquella sensación—creo que me voy a hacer pipí.
Él siguió haciendo su labor. ¡Me iba a hacer pipí en la boca de mi hermano!
—¡Para ya! —le grité. Pero él me ignoró olímpicamente.
Traté lo más que pude en retener la orina, pero ésta salió disparada dentro de su boca.
Kris escupió una sustancia blanquecina y viscosa en el suelo de la regadera.
—¿Eso no era pipí? —le pregunté tímido. Kris negó con la cabeza, mientras se pasaba el dorso de su mano derecha por sus labios.
—Te toca —me dijo, sentándose en las baldosas.
Me incliné como él, a diferencia de que yo lo metí a mi boca de a una. Me imaginé a mi mismo en una situación similar a la de HyunA; me imaginé yo siendo el protagonista de una página de esa revista que me vendió NamJoon, pero no me imaginé a Sehun en el lugar de mi hermano. No. Gemí en el pene de Kris cuando caí en la cuenta de que le estaba chupando el miembro a mi hermano, en nuestro baño, con mamá Wu preparando la cena abajo, y papá viendo el futbol en la sala.
Kris me sujetó de la nuca, incitándome a comérsela toda, y así lo hice.
¡Ya! ¡Denme en éste instante una sección gay en la revista para adultos! Sentí el pene de Kris vibrar en mi boca y, a continuación, sentí que me atragantaba con aquel líquido blanco. Me aparté al instante porque sentí que me asfixiaba, pero tragué la mayor parte.
—¿Te lo tragaste? —preguntó curioso mi hermano, a la vez divertido.
—¡Casi me ahogo! —le respondí en mi defensa.

***

A mamá Wu se le había quemado la comida, así que no quiso hacer una nueva, y mejor nos dio unos hot dogs. Ninguno de nuestros padres pensaría lo que estuvimos haciendo dentro de nuestro baño. Kris y yo  estallábamos en risas al mirar aquella salchicha y acordarnos de la situación anterior.
Mamá se enojó por reírnos en la mesa, y nos mandó a dormir temprano.
A pesar de aquella situación, no había incomodidad entre los dos.
El ambiente entre ambos estaba natural, veíamos esa manera de proporcionarnos placer entre nosotros muy natural. Aunque claro, uno siempre tiene que enamorarse, es de ley. ¿Pueden adivinar quién fue el que se enamoró? ¿Su respuesta es yo? ¡Lotería!
Así es. Yo me enamoré de mi hermano. A partir de aquella vez, seguimos dándonos placer el uno al otro. Era nuestro secreto. No me atrevía a preguntarle directamente a mi hermano si era gay, así que esperé la oportunidad correcta.

—¿Eres gay? —dije rompiéndole la felación que le estaba dando.
—¿Qué? —preguntó con la vista nublada, respirando agitadamente.
Me senté en su cama, viéndolo directamente al rostro. La luz de la luna entraba por entre las persianas, como dedos largos y esqueléticos.
—¿Te gustan los hombres o las mujeres?
Mi hermano frunció su ceño, algo pensativo.
—Yo... No lo sé.
—¿Cómo es que no sabes? —pregunté, ya enojado— ¡Se trata de lo que sientes tú!
—Es que el único hombre que me gusta eres tú.
Sus manitas se revolvían entre sí, su cabeza estaba baja y sus mejillas rojitas.

Yo nunca había besado en la boca a alguien. Kris se acercó lentamente, con el rostro nacarado por la luz de la noche. Sus labios se estamparon momentáneamente contra los míos. No como los besos de Xiumin y Lu, todos babeantes y con lenguas de por medio, sino éste era muy tierno.
Nadie movió los labios, nadie respiró. En ese instante, Kris terminó de robar mi alma. Se internó en mi corazón, para vivir ahí por siempre. Debajo de mis párpados había remolinos de colores, dándome sacudidas. Sus labios eran tibios, ligeramente húmedos; mi entrepierna no reaccionó, sino el que lo hizo fue mi pecho, mi corazón, todo mi cuerpo reaccionó a Kris a excepción de mi pene.
Después de unos segundos, como si estuviéramos conectados mentalmente, nos separamos al mismo tiempo.
Apartó los cobertores para que yo durmiera esa noche con él. Cuando estuvimos todos calientitos debajo de tantas mantas, nos abrazamos.
Nos miramos un buen rato, hasta que a Kris le ganó el sueño y puso cara de idiota. Yo también dormí con una sonrisa plantada en mis labios.
¡Estaba seguro de que en la mañana iba a cagar un montón de mariposas!

   

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2016 ⏰

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