El atentado

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"La Muerte se está fumando mis cigarros" Bukowski.


Aburrimiento. Eso es lo que todo el maldito mundo siente cuando estamos dando clase con la insoportable profesora de Ciencias Naturales de Otros Mundos. ¿Existía algo más aburrido que eso? No, definitivamente claro que no. Sería el apocalipsis. Y hablando del fin del mundo, me pregunto qué dirán de ese acontecimiento este año. La última vez dijeron que sería el invierno pasado, y me obligaron a tele transportarme. Y creedme, esos viajes tan repentinos dan nauseas. Sobre todo, cuando un ser como yo no lo necesitaba. Era un ser divino, muy superior a la humanidad. Era un demonio, y uno de los malos. ¿Quiénes creéis que os hacía tropezar, suspender los exámenes y no dejaros dormir? Nosotros por supuesto. Es nuestro trabajo desde hace generaciones.

La Universidad de humanos a la que yo asistía no era más que una fachada para ocultar mi origen demoniaco. La policía angélica podía ser todo un problema. ¡Esos malditos maricones! A lo que iba: había puestos más altos entre las razas demoniacas: estaban los que se encargaban de los accidentes, de las malas noticias, de los divorcios, de la rupturas (ese sí que era divertido), de los problemas familiares... y el puesto más alto, todo el que cualquier demonio como yo anhelaba... el poder de matar a los humanos. El de tener a la muerte como tú más preciada mano derecha. Tu as en la manga. Aunque sólo cinco personas tenían esa suerte... Eran llamados los Cinco Mandamientos. No sabían la potra que tenían...¿En que trabajo yo? Pues bueno...lo que hago...mi trabajo es robar caramelos a los niños. ¡Adelante reíros si os atrevéis! Pero algún día... llegaré a formar parte de Los Cinco Mandamientos...y ese día os arrepentiréis de haberos burlado interiormente de mí. Y cuando la muerte esté a mis ordenes... ¡Os mataré humanos arrogantes!

Recuerdo perfectamente el día en el que la vi. Era un precioso día nublado, el sol no estaba por ninguna parte para atormentarnos con su calidez sobrenatural. Estaba a punto de coger el metro volador cuando una mujer de mediana edad saltó a la vías, justo cuando el tren llegaba. Hubo un atropello, los humanos gritaban, llenos de terror. Fue un hermoso suicidio, limpio y brillante. De repente apareció algo aún más sorprendente. Una figura obscura se materializó de la nada. Vosotros no podíais verla, claro. Pero fue...aún más bello. La capa negra le llegaba hasta el suelo y sostenía una enorme guadaña en la mano derecha. Entonces se quito la capucha y una larga cabellera dorada de deslizo por su delicada espalda. Unos brillantes ojos azules se asomaron por mi espíritu demoniaco. Era la mujer más bonita que había visto nunca. Y estaba más que buena...Entonces se acercó sigilosamente al cadáver de la vieja. La vieja abrió los ojos, ojos que enseguida se llenaron de lágrimas. Aunque ese detalle solo lo podía ver yo. Y la muerte, con una sonrisa, le clavó la guadaña en su corazón podrido. El alma de esa señora se separó del cuerpo y se fue hacía el cielo, como un globo, hasta que la perdí de vista. Después de asegurarse de que el alma llegaba a su destino, la muerte se esfumó en el aire, tan discretamente como había aparecido. Y no pude evitar pensar, que los humanos solían decir que había un túnel de luz que te llevaba al más allá. Túneles de una luz dorada...como los cabellos de esa chica. Definitivamente, llegaría a ser uno de los cinco mandamientos.

"Con sigilo" me dije a mí mismo mientras me escondía detrás de un arbusto y observaba a mi presa a través de las hojas. "Sobre todo, hazlo rápido". Mi victima era una niño inocente que se estaba tomando una roja y jugosa piruleta. Como robarle un caramelo a un niño, literalmente. Entonces me abalancé sobre él y le arranqué la piruleta de las manos. Antes de que empezase a llorar desconsoladamente, salí corriendo. Después de esconderme en una tienda de comics me eché reír. No sabía que era más patético, si el niño o mi trabajo. Aunque al menos mi trabajo era gracioso. Pero mi grado de maldad era muy superior a eso. Era todo un "malote" y por eso me merecía tener un trabajo más adaptado a mi poder. Este no me llegaba ni a la suela de mis zapatos de cuero.

Así que, después de terminar mi "preciado" trabajo (sarcasmo) ya eran alrededor de las 8:30 y nada más llegar a casa, salté hacia el sofá y me quité los zapatos de dos patadas. Como no tenía nada mejor que hacer me puse a ver la tele...los canales humanos eran patéticos...lo único que interesaba realmente eran las noticias...los terremotos, los asesinatos...todo eso era obra nuestra. De repente, sin que yo cambiase de canal, la tele me mostró el telediario demoniaco. "Ha pasado algo increíble" dijo la presentadora pelirroja "hoy, a las 4:15 de la tarde, Los Cinco Mandamientos han sido victimas de un atentado". No me podía creer lo que estaba oyendo. La tele enseño la casa de la muerte en llamas. Pero eso era imposible. El fuego era nuestro amigo, no podía dañarnos. Todo esto era muy extraño..."Las nuevas elecciones serán dentro de una semana..."prosiguió la presentadora . Una llamita de esperanza de encendió dentro de mí. Esta era mi oportunidad para triunfar.

Enamorado de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora