Capítulo 6

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La azabaché y el pelirrojo estaban totalmente sorprendidos. En especial la ojiazul que no daba crédito a lo que acababa de escuchar; ¿Como ese odioso chico podía llegar a inventar algo atacando severamente su integridad personal?.

—¡¿D-Disculpa?! —Gritó enfadada apartandose brúscamente de él y mirandole a los ojos con odio. El timbre sonó dando ingreso a los alumnos a sus respectivos salones, y con eso también a Nathanael con un semblante triste debido a creer lo que el rubio acababa de decir. En pocas palabras, Adrien y Marinette eran los únicos que habitaban los pasillos.

—Disculpada —Sonrió y guiñó un ojo coqueto dejando ver sus blancos y perfectos dientes.

—¡¿Como llegas y dices eso?! —Gritó aún más enfadada. Cuando la azabache se enojaba, literalmente era peligrosa, aún más cuando su enojo surgía de un ataque hacia su persona.

—Con palabras —Respondió con simpleza encongiendose de hombros, lo que fué el colmo para la linda Marinette.

Algún día aprenderás Agreste, que con Marinette no hay que meterse...

Y lo único que se pudo escuchar y que retumbó por los vacíos pasillos, fué el grito de dolor que lanzó Adrien debido a la gran patada en las bolas que fué cortesía de la azabache. Su piernas fallaron por el dolor provocando así que callera al suelo retorciendose y maldiciendo.

—No te quejes, chico playboy. Te lo tenías bien merecido —Dijo la ojiazul viendo con algo de satisfacción el sufrimiento del rubio, y rápidamente dirigiendose a su salón por lo tarde que llegaba.

[...]

—¿Otra vez tarde señorita Dupain? —Preguntó la maestra de química viendola llegar levemente agotada.

—L-Lo siento... —Susurró avergonazada.

—Tome asiento por favor —Pidió y Marinette no se opuso y se dirigió a su banco junto con su amiga castaña.

—Yo te ví llegar temprano, explicame por qué el atraso —Le susurró la ojigris viendola con una cara pícara.

—Etto... ¡Fuí al baño! ¡Sí, eso! Por eso tardé —Mintió nerviosa.

—A mi no me engañas, Marinette, dime la verdad —Dijo seria. La azabche bufó rendida al ser descubierta.

—Adrien... —Se limitó a decir.

—¡¿ESTABAS CON ADRIEN?! —Gritó Alya levantandose de golpe de su asiento bastante sorprendida.

—Señorita Césaire, ¿es necesario que la mande donde el señor Damocles? —Preguntó y la ojigris miró a la profesora con un poco de temor —Tome asiento y preste atención a la clase —Finalizó algo molesta por la interrupción y Alya lo hizo inmediatamente.

—Si, estaba con Adrien... ¿Puedes creer que inventó que somos novio? Lo peor de todo es que creo que Nath se lo creyó —Suspiró algo enfadada y triste a la ve mientras veía fijamente su lápiz de tinta azúl absorta en sus pensamientos.

—¡Te dije que le gustas! —Felicitó contenta y a la vez burlona.

—¿Y qué tiene de bueno eso? —Preguntó sarcástica dejando bruscamente el lápiz encima del pupitre —¡¿Que tiene de bueno que le guste a ese odioso chico?! ¡Vamos Alya; solo piensa en él! —Exclamó exasperada pero lo suficientemente bajo como para que la profesora no escuchara.

—Velo cono quieras, Marinette, sé que Adrien es un buen chico en el fondo —Suspiró la castaña por saber que tal vez no sería tan fácil que el rubio con la azabache terminaran juntos.

—Bien... —Suspiró por igual y ambas comenzaron a prestar atención a esa clase de mezclas homogéneas y heterogéneas; mientras que una pelinaranja con lentes que se sentaba atrás de ellas, escuchaba toda la conversación con una sonrisa malévola.

¡Eres Mía! - Adrienette.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora