I. HOLA, EXTRAÑO

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Me acerqué a la puerta del hotel, ya que no había nadie ni nada por ningún lado más que allí; el cartel era ilegible y parecía que habían pasado siglos sin que se arreglase, había un tumulto de gente que se agolpaba por entrar. Esta gente era extraña, su aspecto no concordaba con el lugar, como si no fueran de esta ciudad; estaban bien vestidos y contrastaba con las calles lánguidas y desgastadas: "este París está en ruinas", pensé.
La gente y yo pasamos por la puerta. Dos mujeres iban delante mío y se presentaron.
- Hola pequeña, yo soy Sayen- dijo una mujer robusta y mayor que yo, aproximadamente cuarenta años.
- Oh, querida. Mi nombre es Kimberly- esta era mucho más joven,pelirroja; asumí que tendría mi edad quizás.
- Un gusto conocerlas.- les sonreí- Soy Lizbeth- La mujer mayor me tomó del brazo, como hacían las damas antiguas y pasamos el umbral de la puerta de madera.
El lugar era lúgubre aunque fuera era de día, en el interior no se veía nada. Dos ancianas salieron a recibirnos, Alnertine y Cèlianne, se presentaron. Ambas vestían vestidos negros con unos peinados antiguos como sus ropas.
Alnertine era bajita y rellena con cabellos plateados, Cèlianne era rubia canosa y delgada; nos condujeron al pie de una escalera. La primera de ellas se quedo conversando allí con una mujer de vestido y capelina negros, mientras los demás subían por las escaleras. La otra de ellas nos mostraba (a Sayen, Kimberly y a mi) la habitación contigua al hall de recepción, el living.
De pronto, oí un suspiro moribundo, volvimos hacia las escaleras y vimos a Alnertine como desmayada en una silla estilo Luis XVI,la mujer de capelina subía las escaleras, Cèlianne ni se inmutó (parecía imnotizada)y nos condujo a la habitación 02; ésta se encontraba en frente al final de la escalera de madera lustrada.
- Que disfruten su estadía en el Lautrèamont- sonrió y se alejó lentamente.
Antes de entrar a la habitación, vi a la mujer con capelina entrar en el cuarto 01, detrás de ella iba un muchacho de aspecto joven; antes de que éste entrará se volvió hacia nosotras que ya estábamos en la sala de estar de nuestra habitación.
Me choqué con la mirada del joven, unos iridiscentes ojos color gris.
- Ella es Awka.- dijo mirando la oscura habitación contigua- No le gusta ser interrumpida o molestada, en verdad es muy silenciosa- nos encontrábamos en el umbral de la puerta ambos, miré hacia la habitación 03 con su puerta abierta; muchachos y muchachas entrando y bailando al son de la música que salía de no_sé_donde; me quedé embobada por unos minutos.
- Me pareció escucharla sorber a la pobre anciana...- dije con la mirada perdida, volviendo a la charla.
-¡Oh, querida!- dijo Sayen girando para mirarme. Por lo visto sus sentidos son extraordinarios.- Ella es...
- Una mujer araña- Kimberly estaba inspeccionando la habitación y gritó desde dentro.
"Lo sabia",pensé. Al volver la mirada hacia mis compañeras, vi que lo decía con total naturalidad.
- Lo hizo muy sutilmente, pude escucha los huesos resquebrajarse.- ya dentro nuestra habitación, miré a través de la ventana: la tristeza del barrio, edificios derribados, todo hecho ruinas.
- París sufrió mucho la decadencia de los últimos tiempos, la gente que quedó fueron todos convertidos en lo que ves aquí dentro- Kimberly se me acerco por la espalda y hablaba en tono preocupante.
¿Qué se suponían que eran todos aquí? Me quedé sola con el muchacho y nos sentamos en unos sillones, frente a frente.
- Awka no siempre fue así- me dijo con un tono de tristeza incalculable- Jean, mi primo era su pareja y murió en la Guerra... desde ahí se volvió fría y austera.
-¿Eso te hace...?- intentaba explicar mis palabras para saber qué es lo que lo unía a ella, parecía su vasallo.
- Hombre lobo como Jean.- sonrió por lo bajo con nostalgua- Soy Danveer.- me mira y nota que quedé estupefacta.- Oh...veo que te referías a mi parentesco... la acompañó porque no tengo a nadie más, pero sólo nos une Jean. O nos unía.
No sé por qué pero aunque era una conversación anormal, asentó como si fuera común para mi. El silencio se volvió un cuchillo que cortaba el ambiente.  Yo inspeccionaba la realidad, tratando de asimilar lo irreal de la situación con mi vida convencional de adolescente inglesa de los "últimos tiempos".
Se suponía que mi viaje a París era para encontrar a mi tía Chloè, algo así como vacaciones; pero ella nunca llegó al aeropuerto, por lo que camine por las calles poco conocidas hasta llegar a este hotel. Por lo desarreglado de los edificios en general, por ver poca gente caminando y no ver vehículos andando, fue que entre a este lugar...era el único con gente esperando entrar.
Sayen y Kimberly salían de la habitación cuando ambas se giraron y me dijeron al unísono:
-¿Quién eres, pequeña? Keitan está interesado.- sus ojos estaban color amarillo y sus voces habían cambiado rotundamente, me mostraron sus colmillos y corrí a la puerta. Al abrirla para salir, me encontré con un muchacho de cabello negro y ojos entre amarillos y verdes, casi como los de un gato.
- Oh, tú debes ser Lizbeth.- me sonrió de costado, como divirtiéndose de mi pánico. Cerré la puerta en su rostro, volví hacia los sillones y me sorprendí al ver que no había nadie allí.
Traté de serenarme y respirar hondo. Me calmé y por unos segundos mantuve mis ojos muy cerrados. De pronto tocan a la puerta, pensé unos segundos si abrir o no...mi principio de buenos modales no podía ser apagado, así que entreabrí la puerta y dos jóvenes mostraron sus rostros.
- Nosotros somos: Biaggio (quien te habla) y Everet.- el primero era gordo, pálido y su cabello entre rojizo y castaño y el otro era flaco y fuerte de cabello oscuro, ambos con ojos felinos color celeste grisáceo.
-¿Qué desean?- los increpé, tanto rodeo me pone los buenos modales al límite.
- Nosotros...nada, sólo venimos a decirte que nuestro amo Keitan está interesado en ti.- ellos sólo sonrieron, no parecían poseídos como Sayen y Kimberly.
- Ya veo. No estoy acostumbrada a este tipo de acoso,prefiero las cosas normales.- abrí la puerta del todo, confiada en su naturaleza inocente. Ingenua de mi.
Alguien los apartó mientras aún sonreían, supuse que era su amo.
- Lo bueno de vivir en un mismo lugar es que las paredes oyen.- tenía una increíble sonrisa de lado a lado y una mirada fulminante, vestía un pantalón ceñido y camisa manga corta todo negro con moño rojo sangre. Creo que quedé sin aliento por un instante.
-¿Debo responder a eso?- lo miré lucirse por un segundo y aparté mi mirada.
- No, mi querida Liz. ¡Oh! ¿Será que puedo llamarte así, mi pequeño terrón de azúcar?- hizo un guiño de ojo divirtiéndose y clavó sus ojos en los míos, tratando de leer mis pensamientos o algo así. No sé si habrá leído algo, pero yo no sabía qué responder.
- Lamentablemente, no tengo el placer de saber con quién hablo...No creo que sea prudente tener ese trato con un extraño.- incliné mi rostro hacia mi derecha y subí mi hombro, haciendo gesto de incomprensión. El muchacho sonrió y adelantó sus pasos, mientras yo retrocedía, quedando así dentro de la habitación. Tuvo la precaución de cerrar la puerta tras él. Estaba muda.
- Mira tu expresión tan excitante de pánico. Oh Liz, si somos amigos...- seguía retrocediendo ya que me seguía, choqué contra la barra del desayunado y él me cerró el paso, poniendo sus brazos a cada lado de la barra- Hablemos un poco así ya no seré un extraño para ti, Sweetheart- torció la sonrisa una vez más...yo no sabía controlar ni el pánico ni la atracción.
- Yo...Yo... No sé qué quieres de mi.- miré hacia el suelo, su mirada no dejaba que me concentre.
- Liz, Liz. Es sencillo lo que quiero.- quitó  una banqueta y se sentó, pensativo.- Veamos. Quisiera creer que en estos momentos sabes dónde te encuentras y que obviamente no estas a salvo- dijo relamiéndose los colmillos y haciendo incapie en el no- Veamos...¿cómo explicarte?- se cruzó de brazos, su mirada estaba carcomiendo mi ser- Puedo suponer que no sabes dónde te has metido, pequeña niña. OK, siendo así me presentaré y te contaré un poco dónde  has llegado.- seguía mirándome, estudiándome, analizando cada uno de mis movimientos que no eran muchos.  Yo sólo respiraba, me limité a controlar mi pulso (en vano, diría yo)-¡Qué belleza eres, pequeña muchachita!- me sonrojé pero me sentia ofendida, no soy pequeña ni niña- Bueno, yo soy Keitan el líder de sangre pura del clan Dhampir...hemos sobrevivido a la tercera Guerra Mundial ya que no necesitamos agua para vivir. La Guerra fue muy cruda casi todos los aliados de Estados Unidos eran seres "no humanos" (o no del todo), con los bombardeos y demás muy pocos humanos quedaron por aquí. Debo pensar que eres de la alta sociedad, mi niña,sino no estarías tan bien cuidada.
- Así es, soy Lizbeth Connor. Mi padre murió en guerra y mi madre pensó que sería buena idea pasar los "últimos tiempos" de mi tía Chloè- respondí con cierta molestia- Por cierto,no soy niña, tengo casi 21 años- soltó una carcajada y me callé repentinamente.
- Lo siento, Liz. Continuaré,si no te molesta.- al ver mi silencio sepulcral, prosiguió-prosiguió- Pues, como tú lo has dicho, esto de los "últimos tiempos" ha hecho que hasta nosotros roguemos por alimento; así que ahora somos nómadas en teoría. Viajamos buscando la cena- hizo una pausa-Senos han agregado todo tipo de seres: Danveer un cachorro de hombre lobo, Awka una mujer araña o viuda negra, Essien un brujo enano; además de la familia: como mamá Sayen, mi hermana Kimberly y nuestros vasallos Biaggio y Everet. Cualquier duda...puedes preguntar, dulzura.
-¿Entonces, soy la cena?- empecé a palidecer.
- Tu rostro pálido, tu piel erizada y tus pupilas dilatadas hacen que cualquier vampiro piense en comerte...- se relamió los labios- Pero no, pequeña, no eres la cena. Descansa.- se levantó, fue hacia la salida y cerró la puerta tras de sí.
De pronto me sentí agotada, fui al cuarto y puse cerrojo, me senté sobre la cama... no llegaba a comprender nada. Pensé en mamá, en la tía Chloè y en sí mi soledad no era causa de la "escasez de alimento" para seres no humanos. Podía oír aullidos, gritos, cosas que caían y explotaban, pisadas y música; realmente no distinguía si era dentro o fuera del hotel.

K.~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora