VIII. UN ROMEO PARA LIZBETH

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Estaba por dormir con mi camisa de leñador y en ropa interior, cuando la ventana hizo un ruido y dirigí mi vista hacia ella encontrándome con Sirhan entrando. Sentí la adrenalina apoderarse de mi ser y mis sentidos colapsar.

- Hola, Liz- sonrió Sirhan sentándose en el marco de la ventana, me acerqué a él con mi respiración cortada- ¿Te asusté? Pensé que leíste la carta- dijo apenado.

- Si la leí, pero... Sirhan...- tragué saliva- Yo...no sé qué responder- se acercó a mi y tomó mis manos quedando enfrente de mi, yo miré al suelo instintivamente.

- No necesito que respondas nada. Me conformo con saber que la leíste y estás al tanto de lo que siento- tomó mi barbilla y me acercó a su boca, besándome suavemente como si fuera a disolverme- justo esto era lo que necesitaba- sonrió y mi corazón dio un vuelco, él es de eso chicos que su sola presencia te quita el aliento.

- Yo no quiero que Keitan te haga daño- dije apartándome y sentándome en la orilla de mi cama. Él se sentó a mi diestra- Es demasiado riesgoso.

- Liz, en este momento lo que menos me importa es lo que él pueda hacerme- dijo abrazándome- Además, Anaïs, está con él y creo que deben estar ocupados.

Conectamos las miradas y el beso fue inevitable, podría asegurar que lo había extrañado. Su forma de ser hacía que me sienta más yo y menos contenedor de sangre. Sirhan era como la cura para mi enfermedad, aunque no sé bien si ahora me siento enferma; debo admitir que después de lo que dijo Sayen por la mañana he pensado muchas cosas. Tal vez yo era la cura para Keitan, pero primero debía renunciar a la mía propia.¿Estaba bien dejar todo para salvar a alguien?

- Eres encantador, deberías no acostumbrarme a que seas así- dije sonriendo, pero mi voz sonó más triste de lo que yo quería aparentar, a decir verdad él era como mis vacaciones.

- Por ti, cualquier cosa...mi ángel- acarició mis labios con sus dedos y besó mi frente-¿Podrías enamorarte de mí?- sus ojos reflejaban que esa no era una pregunta sino una suplica, yo enrojecí como por arte de magia.

- Como si pudiera resistirme a tus encantos de Romeo- solté un suspiro y recordé que no debía acercarlo a mi, yo debía ayudar a Keitan; pero en verdad quería sentirme bien por un momento. Mañana tendría demasiado como para sentirme una basura por el resto de mi vida. Él tomó mis labios en un suave y cálido beso, haciendo que mi mente callara.

- Podría vivir en este momento por toda la eternidad- dijo posando su frente contra la mía y luego beso nuevamente mis labios y yo me sentía maravillosamente bien.

Luego recuerdo que me abrazó y puso mi cabeza sobre su pecho, allí perdí la noción del tiempo y quedé totalmente dormida con él a mi lado; a lo lejos sentí que me arropaba y se recostaba a mi lado. Puedo decir que no soñé nada, sólo sentía paz y ese aroma particular que se desprende de él como si fuera su esencia. 

Cuando alumbró el sol en la habitación, Sirhan ya no estaba pero en su lugar había un sobre como el anterior y mi corazón estalló de felicidad. Él era un verdadero romántico empedernido. Sonreí como una tonta con el sobre en las manos y me dispuse a leer.

Querido ángel:

Decirte que eres bella es poco. Gracias por ser tan dulce y aceptarme, soy el lobo más feliz del universo.

¿Cómo logras dormir y parecer una mariposa en arrullo? Me sentí una clase de guardián, velando tu sueño. Lamentablemente tuve que irme, Keitan despacha a mi hermana muy temprano.

Volveré todas las noches hasta que tu desees irte conmigo. No descansaré hasta sacar un "sí" de esos hermosos labios tuyos. Tu aroma quedó impregnado en todo mi ser, juro que es lo mejor que he olido.

P.D: tus besos saben a paraíso.

Tu lobo favorito...

S.R.

Sonreí sonrojada y guardé el sobre, esto era lo más parecido a una bomba atómica para Keitan. Corrí al baño y procuré bañarme rápido para no tener entrometidos indeseados. Terminé de ponerme la ropa y fui a desayunar, encontrándome con Dan y Kim.

-¿A qué se debe esa felicidad?- dijo Dan abriendo una silla de desayunador.

-¿Keitan estuvo con Anïs y tu?- Kim estaba estudiándome de pies a cabeza mientras yo enrojecía por esa idea suya- ¡Sirhan!- mi cara se descompuso y puse una mano sobre sus labios para impedir que siga gritando de esa manera.

- Sí, él vino por la madrugada- dije en un susurro- Creo que me gusta- me sonrojé y ambo rieron. No entendía a Kim, debía estar enojada conmigo porque se supone que soy de su hermano.

- Eso, Liz, es algo que se notó desde el primer momento- dijo Dan codeando a Kim, mientras seguian riendo. Yo solo me dediqué a ver qué desayunar.

- Él siente lo mismo, estoy segura- me dijo acercándome mi desayuno ya listo- Pensaba llevártelo porque no salias, pero toma.

-¿De qué estás segura, hermanita?- dijo Keitan entrando con su natural soberbia.

- De que tuviste un buen revolcón lobuno- rió Kim y se fue del brazo con Dan, dejándome a solas con su hermano detestable.

-¡Adivinaste!- dijo éste riendo antes de que los otros salieran por la puerta y se dirigió a mí- Buen día, Sweetheart- se sentó a mi lado con esos ojos suyos, contemplando hasta mi sistema respiratorio. No respondí y él se tensó- No recuerdo haberte hecho enfadar- buscó mi mirada, pero yo seguía desayunando, ignorando su presencia. No lo hacía para irritarlo, sino porque quería conservar esa felicidad que Sirhan me proveía- A no ser que te moleste que yo juegue por las noches y no sea contigo ni que tu puedas hacer nada con nadie- dijo riendo a carcajadas en mi cuello, yo quería borrar de su cara la superioridad que piensa que tiene sobre mi- Como sea, hora de desayunar- mordió sin más preámbulos y me invadió un asco sobrenatural, tensando cada nervio de mis terminaciones nerviosas; Keitan me miró con el rostro enojado y contemplando mi estado-¿Qué hiciste anoche, terrón de azúcar, que ya no te apetece ser mordida? Ayer estabas bastante relajada con esto- me dijo aquello con voz cantarina como burlándose de mí y acarició mi pelo; yo salí por primera vez de la habitación, dejándolo sólo a lo que él me llamaba incontables veces hasta que traspasé la puerta de salida del hotel. Pero no me siguió y agradecí a Dios por eso.


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