VII. OTRO DÍA EN EL INFIERNO

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- Despierta Liz- la voz de Sayen me sacó del sueño- Toma el desayuno. Sé que no entiendes a Keitan y es complejo, pero si quieres cambiarlo debes amarlo... Así, sin restricciones- dicho esto salió dejando una bandeja sobre mi.

Miré hacia la ventana y había un sobre en el marco. Desayuné y luego decidí ir por él. El sobre tenía un perfume conocido, pero quién es el dueño. El sobre estaba en blanco, pero dentro una hoja de papel decía mi nombre.

Lizbeth:

Sé que te sorprende esto, pero entiéndeme. Vengo de una época que ésto era un gesto romántico y quiero ser así contigo. No sé qué has hecho conmigo, pero unos besos bastaron para hacerme entender que eres mi paraíso personal y que me reuso a dejar que te sequen gota a gota.

No puedo ofrecer una vida normal porque soy un hombre lobo, soy el alfa; pero puedo brindarte aún más que esa vida tuya de contenedor de sangre. Estoy dispuesto a quebrantar cada tratado con Keitan sólo por lograr que estés a salvo, más allá de si quieres o no estar conmigo.

La verdad que no tengo idea qué quiere la diosa luna contigo y conmigo, pero quiero verte feliz como en la disco, quiero esa sonrisa, quiero tus besos, quiero tu aroma.

Vendré a la madrugada a verte.

Tu lobo favorito...

S.REINOLDS

Quedé petrificada al leer esto, si Keitan se enteraba... no sé de qué sería capaz. Guardaré el sobre y me fui a bañar, necesitaba relajarme. Estaba sumergida bajo las aguas y sentí una mirada quemarme, me asomé por la bañera y mi peor pesadilla estaba ahí con ojos gatunos, de esos que te erizan la piel. Gracias a Dios no soy propensa a eso, salí inmediatamente y me arropé con la toalla.

- Sería fantástico que quites tu sonrisa y me expliques qué es lo que se te perdió justo aquí, en mi cuarto, en mi baño- dije cruzándome de brazos.

-¡Que mal humor, Sweetheart!- sonríe y se acerca a mi, su rostro se ve relajado y sus ojos estaban chispeantes de excitación-¿Sabes? Sé que te dije que eras excitante cuando tenias miedo y tus pulsaciones suben,- hizo una pausa y se relamió los labios, acercó su rostro a mi cuello e inspiró- pero me equivoqué. Definitivamente esto es más excitante- no sé cómo pasó todo tan rápido, sus manos quitaron la toalla y me tomó como una princesa llevándome a mi cama. Se sentó a mi lado y contemplaba la vista. Yo estaba muerta de miedo y de pudor, tanto así que no me decidía si estar pálida o sonrojada- Princesa, es mejor que no tientes a la bestia que hay en mi. De veras, que estar así de asustada y desnuda no te ayudará mucho- volvió a sonreir de costado y me di cuenta que en otra vida paralela, quizás sin tanta cosa rara, hasta me hubiera gustado. Saqué esa idea y puse una sábana sobre mi para cubrirme.

-¿Qué necesitas Keitan? Te dije que no quería verte y si viniste a beber... No demores tanto, no necesitas intentar seducirme, no conmigo porque nuestra relación es profesional- su rostro volvió a la normalidad y acercó su boca a mi cuello.

- Sweetheart, querida, tu ya no aprendes. Yo puedo hacer lo que quiera contigo- lo oí reir en mi cuello y se me erizó la piel- Pero tienes razón, jamás podrías satisfacer as quemi sed de sangre. eres una humana detestable que no puede cumplir ninguna de mis fantasías- acarició mi rostro y no me moví, sentí sus colmillos jugar con la piel de mi cuello rozándolo y pinchándolo sin traspazarme.

- Keitan, no juegues con la comida. Pensé que tenías modales- Kimberly se asomó por la puerta. ëste me perforó la piel y ya casi ni dolor sentía, cerré mis ojos y creí que volaba. Era bueno que no doliera, por lo menos eso era bueno.

Keitan se apartó y ví que Kimberly no estaba, se había llevado la bandeja. Me toqué el cuello y los dos orificios no estaban, miré a Keitan con duda.

- Sólo hice mi trabajo, no tienes marcas... Vístete por favor- se acercó a la puerta- No queremos que ocurran peores cosas- me guiñó el ojo y me miró con su mirada gatuna, esa que sabe dejarme sin respiración sólo por el terror- Deja de tener miedo, Lizbeth. Estás con sólo una sábana y tu corazón bombea de una manera que está haciéndome perder la cordura.¿Podrías comportarte? Soy vampiro pero también tengo instintos- me sonrojé y bajé la mirada, él se acercó a mi y levantó mi barbilla chocando nuestras miradas- No todo será tan malo. Llegará un momento que de verdad querrás esto- volvió a morderme y perdí el conocimiento por unos segundos porque parecía drogada.

- Keitan, no lo hagas. Por favor- dije tocando su rostro, éste se apartó y me miró sorprendido- No quiero quedar inconsciente por todo el día- se sentó a mi lado y yo intentaba controlar mis sentidos desorbitados.

- Sweetheart, es la primera y última vez que tocas mi rostro. Yo no soy tu lobo ese y no siento nada por tu persona. No confundas excitación con amor- su rostro se oscureció- Míra esto,- me señaló su entre pierna...y sí, estaba excitado; sonrió de lado y se relamió los labios. De verdad que quería desaparecer en este momento- no es amor princesa. Soy lo suficientemente clemente contigo para no violarte en este momento porque sé que no soportarías ni la mitad de lo que te haría- soltó una carcajada y salió de la habitación.

Me desquité con la almohada. ¿Es que ésta cosa nunca se cansaba de humillarme? Lo detesto, aunque pensándolo mejor... no sé qué me molesta tanto. ¿Que diga que no puedo estar con él? ¡Como si fuera el rey del sexo! Tampoco es la gran cosa.

"¿En qué rayos estás pensando Liz? No somos así", pensé y tenía razón. No soy una chica fácil y no entiendo qué es lo que me pasa, pero no voy a dejar que este vampiro esquizofrénico me haga quebrantar mis principios.

Me cambié y salí de la habitación, en la cocina estaban Sayen, Kim y Dan; los saludé y la hermana sexy de Keitan se acercó y habló a mi oido.

- Si yo no hubiese aparecido, mi hermanito no sólo hubiese clavado sus colmillos en ti- me mira y sonríe- Me debes una- dice saliendo de la habitación.

K.~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora