La risa estridente volvió a oírse mientras ellos corrían tratando de huir. Alec no sabía lo que había pasado, un momento se dirigía a su casa luego de una misión que le llevo más tiempo del habitual y al siguiente peleaba con lo que fuera esa cosa de la cual estaba huyendo ahora mismo, lo primordial era poner a salvo a Rafael ya luego se encargaría de atender sus heridas.
En un principio había pensado que se trataba de un simple demonio, ahora no estaba tan seguro, esa cosa bien podría ser un demonio mayor aunque no pudo reconocer cual, lo que agravaba aun más su situación, ninguna de sus armas servía contra él, sus ataques no le hacían ni cosquillas necesitaba refuerzos con carácter de urgencia pero no tenía como contactarlos. Intento llamar a Magnus cuando pudo pero por alguna extraña razón no le contestó, era raro pero supuso que estaría con algún cliente o solo tenía el celular en silencio, rezaba porque solo fuera eso.
Tratando de no pensar en lo mal de su situación siguió corriendo con Rafael en brazos para ir más rápido, el niño se aferraba a su cuello con fuerza y gran temor pero tratando de calmarlo para no asustar más a su padre. Muy noble de su parte sin embargo Alec ya estaba al borde del ataque de pánico cuando escuchó como la cosa cambiaba de nuevo, ya no eran los pasos de un niño ni siquiera los de un adulto, ahora se escuchaba como muchas patas, con tal de que no fuera lo que temía estarían más o menos bien, el que Rafael comenzara a balbucear no le dio buena espina.
Ahora corría por un largo pasillo (Seguían sin saber cómo llegaron ahí, pero por obvias razones no se detendrían a preguntar). Por fin vio una puerta y entro azotándola, la cerro lo más rápido que pudo mientras que al dejarse caer por la pared trato de controlar su respiración. Rafael que seguía en sus brazos aflojo el agarre, lo cual Alec aprovechó para revisar de que no tuviera ninguna herida de gravedad – ¿cómo te sientes? ¿Estás bien?– el niño balbuceó un suave si mientras miraba a su padre con temor, aun no se encontraban a salvo ni siquiera sabían dónde estaban o cuánto tiempo llevaban huyendo –Saldremos de esta, no dejare que nada te pase–, Alec beso con cariño la frente de su hijo y lo abrazo mientras seguía repitiendo sus palabras, aunque parecía más que trataba de convencerse a sí mismo.
De la nada el ruido ceso quedando solo el de sus respiraciones aun normalizándose, ambos sentían ese silencio como la calma antes de la tormenta, todo estaba sospechosamente callado. De repente sintió como una gota de agua caía sobre su cabeza y al levantarla noto que no era agua, era sangre, la sangre de uno de los cuerpos que colgaban despedazados boca abajo por encima de ellos.
Espantado por escena abrazo mas fuerte a Rafael contra su pecho para evitar que viera tan horrorosa imagen. Como si eso fuera poco, arañas comenzaron a bajar de entre los muros, miles de ellas comenzaron a juntarse hasta ser una sola, similar a un escenario directo de sus pesadillas siguieron deformándose hasta obtener una mezcla entre humano-araña gigante con muchos ojos rojos, patas peludas que terminaban en garras, un torso deformado con una boca anormalmente grande llena de colmillos de distintos tamaños, todos afilados cual navajas.
Paralizado del miedo apretó mas fuerte a su hijo contra sí, pero antes de que la criatura los atacara se libro de la parálisis como pudo para usar su cuerpo como escudo entre la criatura y su hijo. Lo último que escucho fue a Rafael gritando su nombre. Después hubo un grito, rojo, sangre bajando por su abdomen, luego hubo oscuridad.
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El Ilusionista [MALEC]
PovídkyAlec y Magnus llevan una vida feliz y tranquila con sus dos hijos Max y Raphael Lightwood-Bane, después de la guerra contra Valentine y La posterior contra Sebastian las cosas en el mundo de las sombras parecían haber vuelto a la normalidad. Pero n...