Capítulo 3

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Al otro día, nuestro último día en esta cabaña de ensueño, amaneció lloviendo y mi cabeza dolía más que nunca. Intentaba abrir mís ojos pero se me hacía imposible. Sabía la causa, sabía a qué se debía...

Yoochun había abierto todas las ventanas porque conocía mí amor por la lluvia, pero las cerré. El mínimo ruido me molestaba en los oídos. Era como si me golpearan con miles de martillos en la cabeza, como si un millón de soldados marchara dentro de mi cráneo. Me sentía desmayar.

Me senté en una esquina en el cuarto, con ambas manos en mi cabeza mientras gritaba de dolor. Era insoportable.

Yoochun corrió hasta el cuarto y se agachó frente a mi. Su rostro pálido me miraban con desasosiego. Su preocupación era clara.

"Leah, Leah... ¡¿Qué sucede?!" –gritaba él mientras intentaba quitar mis manos de la cabeza y hacerme entrar en razón.

Yo seguía gritando, cada vez con más fuerza y la preocupación crecía en Yoochun. Sentía como sus manos fuertes me sostenían por los brazos mientras sus sollozos retumbaban en mi mente los cuales fueron como una brisa apacible en mí cabeza y mi dolor se fue reduciendo milagrosa, lenta y dolorosamente.

Cuando los martillazos habían desaparecido de mi cabeza y solo quedaba la resolana del dolor, comencé a bajar la guardia y a abrir los ojos... Lo primero que vi fue el hermoso y angustiado rostro de Yoochun.

"¡Al fín estás más tranquila! ¿Qué te pasó? ¿Qué sucede por Dios? Casi me matas de la angustia." –dijo mientras me acercó a él y me pegó a su pecho. Sentía las lágrimas frías caer sobre mí cabello. Aún se me dificultaba el habla, pero intenté articular algo que resultara creíble.

"Fue un fuertísimo dolor de migraña, ya pasó." –dije, queriendo creerme a mí misma.

"¿Estás segura que fue solo eso? Ayer te mareaste, hoy te desquicia un dolor..." –dijo él y me despegó de su pecho. "Debería ir al médico." –dijo mirándome a los ojos y secando con ambos de sus dedos pulgares mis lágrimas.

La preocupación que había en sus ojos me hizo aferrarme a él. Lo abracé tan fuerte como pude mientras lloraba de terror y horror en sus brazos, que se sentían como escudos gigantes donde nada podría penetrar para hacerme daño.

Cuando me calmé, me retiré de su pecho y lo observé. Él estaba pálido. El pánico recorría su interior y se dejaba entre ver en sus almendrados ojos.

"¿Estás mejor?" –preguntó él con sus ojos rojos que acunaban lágrimas.

Asentí con la cabeza y sonreí. Recogí una lágrima que recorría por una de las esquinas de su redonda nariz y le sonreí. No mentí. Ya no había dolor.

"¿Qué te pasó?" –preguntó él y sentí un frío recorrer mí espalda. Imaginé cientos de excusas que darle para obviar la verdadera razón.

"Fue dolor de migraña... ya sabes que me da así..." –le dije y busqué desviar mí mirada de la suya.

"¿Estás segura?" –preguntó él.

Asentí con la cabeza y busqué levantarme del piso con su ayuda. Él me tendió las manos y me llevó hasta el baño donde tomé una ducha de agua fría y relajé la tensión de mis músculos.


Pronto capítulo 4. Recuerden dejar comentarios, así yo sabré que les va gustando y que puedo continuar la historia. Gracias~  

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