‹‹Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer...›› (canción de "Otoño en Primavera" por Rubén Darío).
Todos pasamos por la adolescencia: no hay quién se salve. Algunos mueren en el intento, otros nada más se quedan estancados.
Muchos quisimos saltarnos esa etapa, apretar el botón de "jump" de la máquina del tiempo, pero ella se propuso ganarle la carrera, hacer caso omiso de las reglas y avanzar.
Cree que corre para alcanzarlo a él, pero alguien más está tras ella y no descansará hasta atraparla.
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Cuando se empieza a leer esta obra no se espera encontrar lo que hay en el contenido: una bella prosa hilvanada con letras latinas.
El ritmo semántico, su lenguaje coloquial, los códigos narrativos y una evolución sintáctica están presentes y visibles desde la primera oración con la que se abre cada capítulo hasta que se cierra, y cada una de ellas son de un valor exquisito.
Si bien la sinopsis per se no deja nada más que una pequeña abertura sobre la cortina traslúcida que se esconde en un fragmento de poema, que sirve antesala a lo que en realidad acontece con el correr de las páginas virtuales, con ello es casi imposible desprenderse de la trama.
Narración
He aquí algo de lo que ya casi nadie se atreve a diseñar: narrador omnisciente extradiegético y perfectamente construido. Sirve de carnada para enganchar al lector a recorrer entre verbos el ritmo de la prosa que se cocina y desmenuza lentamente hasta sumergir en un mundo en el que todo lector puede nadar a su propia marca.
Argumento
El concepto del libro es sencillo: crecer. Pero: ¿es fácil crecer?
Aviso y advierto que la protagonista no es la típica chica social media a la que estáis acostumbrados: no, rotundamente no. Menos es la chica gris que está recluida en una esquina o la reina de disco de su barrio. Ella se enfunda completa con pesados libros como metralletas, pero tampoco penséis que vive dentro de la burbuja de la "nerditud". No, señor.
