Capitulo 6

377 22 7
                                    

Entramos y una campanita aviso nuestra llegada. Una mujer de unos treinta años, aproximadamente, se acercó a nosotros. Su sonrisa iluminaba toda la habitación.

—Hola, bienvenidos. ¿Qué desean ver? —pregunto la mujer muy amablemente. Sonreí de lado y no supe que responder. La verdad era que yo no tenía pensado salir de compras en estos momentos...

—Hola. Mi novia quiere ver un bikini —dice Felipe sonriendo.

Él dijo novia, ¿verdad?

—Yo no... —iba a decir que yo no era su jodida novia, pero el muy maldito me interrumpió.

—Ven, vamos —dijo en un gruñido. Rodé los ojos y lo deje que me guiara por no sé donde.

Unos segundos después llegamos a una sección especial de trajes de baño, eran todos muy lindos. Me acerqué a uno que llamo mi atención y lo mire atentamente. Era de dos piezas y de un color lila muy lindo, pero fue sacado de mi mano y dejado en el mismo lugar. Me di vuelta con el ceño fruncido y me encontré con... Felipe.

—Ve a comprar la ropa necesaria para tres días, yo te elegiré un traje de baño —me guiño el ojo y sonrió coquetamente. Maldito estúpido. Asentí y caminé hasta la sección de ropa. De ahí saqué una camiseta ajustada, unos jeans y unas zapatillas bajas, estos tacones me estaban matando.

Camino hacia Felipe y le entrego todo lo que saqué para que lo pague. Cuando ve lo que le paso frunce el ceño y sonríe de lado, burlón.

—¿Qué? —pregunto con curiosidad. ¿Se ha vuelto loco o qué?

—Ésta ropa no te durará los tres días, Kass. Ven —tomo mi mano y me llevo de vuelta hasta donde estaba la ropa. Sin soltar mi mano eligió unos jeans morado, un short -que seguramente dejaría parte de mi trasero al aire-, una camiseta y ropa interior. Y, cuando digo ropa interior, me refiero a ROPA INTERIOR. ¡El muy maldito sabe hasta que talla de brasier soy! Y mi pregunta es... ¿Cómo sabe eso él? Por ultimo tomo un suéter que decía "Love" y fuimos a pagar. Él ya había comprado el bikini.

Media hora después nos encontrábamos comiendo pizza en la linda y acogedora cabaña. Ninguno había querido hablar durante el viaje y su mirada reflejaba un poco de tristeza. Comenzó a comportarse un poco raro cuando salimos de la tienda de ropa.

—Vale, dime que sucede —dije, dejando mi pedazo de pizza al lado. Le pondría toda mi atención hasta qué me dijera que le sucedía.

—¿Por qué tendría que sucederme algo? —frunció el ceño. Rodé los ojos y apunte sus lindos ojitos.

—Estas ido. Normalmente tú no eres así —dije con burla. Fue su turno de rodar los ojos, cosa que me pareció muy graciosa y comencé a reír.

—¿Qué bicho te ah picado? —preguntó, queriendo reír pero sin hacerlo. Después de unos segundos en los que me calmé volvió a hablar—. ¿Ya le has hablado a tu madre?

—Sí, cuando estabas pagando le hable.

—¿Qué mentira le has echado?

—Le dije que me quedaría con unas amigas fuera de la ciudad.

Rió y juro que casi me desmayo por lo hermosa que era su risa.

—Pequeña pinocho, tienes salsa de tomate —acerco su dedo a mi labio y lo limpió con suavidad. El simple contacto me causo escalofríos—. Ven, vamos a mirar fuera.

Tiró de mi mano y salimos fuera de la cabaña. La arena se coló por la zapatilla enseguida, por lo que me las quité y las tire a un lado de la cabaña. La arena se coló, por segunda vez, entre mis dedos. Sonreí y caminé hacia Felipe, quien me esperaba impaciente. Su mano se unió a la mía y comenzamos a caminar.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 30, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Solo amigos (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora