Capitulo 20 "Pedazo de unicornio"

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Paul "Jesus" Rovia
~*~

A lo largo de mi vida conocí muchas mujeres y hombres con las cuales pasaba el rato, era el pan de cada día.
Durante mi adolescencia no tardé mucho en darme cuenta que además de mujeres, los hombres, también me atraían sexualmente, así que soy abiertamente bisexual, y jamás me faltó quien quisiera darse un polvo conmigo.

Si bien ya dije, conocí a muchos hombres que caían a mí en cuestión de minutos, pero, odiaba que fueran siempre tan accesibles, claro que eso no quita lo bien que algunos manejaban los salvajismos en la cama, sin embargo la fidelidad era algo que ellos no conocían en absoluto, y eso me enfermaba.

¿Creen en el amor a primera vista? Yo en lo personal jamás lo hice, me parecía absurdo enamorarte de alguien al verlo por primera vez, y sigo sosteniendo esa idea pero...entonces conocí a Daryl Dixon, un hombre de músculos marcados, cabellera larga, finta de cazador y unos ojos azules hermosos pero sin vida alguna en ellos. Al verlo por primera vez, hubo algo en él que me hizo imposible apartarle la mirada de encima, como si sus ojos, su cuerpo e incluso su alma tuvieran un imán poderosísimo que obliga a ver lo atractivo de éste hombre, y es que vamos, Daryl es bastante sexy, el sólo verlo me provoca escalofríos que me invaden con éxtasis la espina dorsal.

Actué como lo hacia cotidianamente, y él en todo momento se mostraba molesto y distante conmigo. Era la primera persona que conocía con un nivel de franqueza y honestidad tan elevado como la que él poseía, y eso me pareció aún más interesante, pues este hombre estaba lleno de un misterio que te obligaba a querer descubrir lo que los telones resguardaban atrás de ellos.

Sin embargo a pesar de mostrarse fuerte, duro, frío e indiferente, mi hombre misterios mostraba a través de sus azules un gran vacío construido de tristeza, culpa, y un tormento que lo obligaba a mostrarse rígido.
Todas mis especulaciones cobraron vida cuando en mi "guardia" con guitarra en mano al campamento, escuché los terribles sollozos forzosamente ahogados del ojiazul, quien moraba en su tienda de acampar, al principio me preocupé bastante y mi plan era entrar para ver lo que había sucedido, pero hubo algo que me detuvo a hacerlo, a pesar de estar frente a su tienda, fui incapaz de entrar a lograr mi cometido. Me senté ahí mismo y después de un tiempo oí que murmuraba algo, por lo que me decidí a entrar a aquella tienda de una vez por todas para tratar de acobijar a aquel desolado hombre. Una vez adentro me percaté que él ya estaba profundamente dormido, su respiración era ligeramente agitada y se encontraba boca arriba con su mano derecha descansando en sus bien formados pectorales.

-Rick...Ric...Ri...-Murmuró incómodo entre sueños.

Me acerqué a él a gatas y puse cuidadosamente mi mano sobre su frente para tratar de tranquilizar su mal sueño. Me quedé embobado viendo su rostro, sus ojos hinchados, sus carnosos labios húmedos, y aquel sexy lunar pintoresco cerca de su boca. -Es precioso.-pensé.

El cazador se tranquilizó por fin y en su ceño relajado se reflejó que su mal sueño había acabado. Justo en ese momento, dormido, callado y sereno, emanaba una gran ternura con el simple hecho de observar su descanso. Era perfecto para una fotografía, y fue cuando recordé que había visto una de esas cámaras viejas que sacaban las fotos instantáneas, en el camión, así que salí de la tienda en busca de aquello. La fogata estaba en su última llama, por lo que el camino era difícil de ver, pero aún así seguí caminando, tropezando un par de veces hasta por fin llegar al camión, me subí al mismo y encendí las luces de la cabina para buscar aquella cámara, la cual rápido encontré en el cajón del tablero. -Bingo.

Bajé veloz del camión y de la misma manera fui de regreso a la tienda esperanzado de que el rubio no hubiera cambiado su adorable posición, que para mi suerte seguía igual.

In My VeinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora