Scabere

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La primera vez que quemo algo es la mejor primera vez de todas. Mejor que la primera vez que robé algo y también mejor que la primera vez que me escapé por la ventana de casa. Lo que me lleva a hacerlo es lo que más tarde me hará ver que el fuego también es un arma.

Tengo nueve años y camino desde el colegio a mi casa. Oigo unas voces detrás de mí. Son unos chicos de quinto de primaria, tres años mayores que yo. Les gusta reírse de mi cuando aparezco en el colegio con moratones. La semana pasada una profesora que les oyó decidió castigarles. Ahora están enfadados. Corro para perderlos de vista, pero son más mayores y más rápidos. Cuando me alcanzan me llaman chivato y me arañan toda la  cara y los brazos. Me dicen que no le hable a nadie sobre esto, que les diga a todos que me caído. Si no, me repasarán los arañazos cada día, aunque todos sabemos que en el momento en que se aburran, lo harán igualmente. No hay nadie en la calle. Los chicos se cansan de verme llorar y se marchan. Antes de volver a mi casa, compro un mechero nuevo. El vendedor ve los arañazos, pero no dice nada.

Me siento en la esquina de al lado de la tienda y quemo uno de mis cuadernos. Ver el fuego me alivia, saber que tengo la capacidad de destrozar algo. Algunos de los arañazos nuevos me sangran, pero las llamas hacen que me sienta calmado. A partir de entonces llevo el mechero siempre conmigo. Cuando alguien me pegue, quemaré algo. Daño por daño. Destrucción por destrucción. Así es como funciona el mundo.

Pasan los meses y he quemado cientos de cosas.  He comprado decenas de mecheros. Ayuda ahora que mi padre está siempre enfadado. Ahora no sólo me hace daño, sino que suele destrozar los muebles de la  casa. Lo que él no sabe es que yo también tengo la capacidad de destruir. Nunca quemo nada que pertenezca a mi madre, sin embargo.

A veces, me imagino cómo sería ser mi padre. No tener miedo de nada, tener la libertad de hacer lo que te dé la gana porque sabes que nadie se va a atrever a molestarte. A veces, lo imagino tanto que me llego a creer que soy él de verdad. Me hace sentir poderoso, pero también me da miedo.

InfernumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora