Un día, mi madre me anuncia que se va a quedar con ese tío para que me pague el bachiller. Yo intento convencerla de que no lo haga, casi nadie que conozcamos tiene el bachiller de todas formas, pero ella insiste. Me pide por favor que consiga entrar en una carrera para conseguir un trabajo que merezca la pena y poder salir de este barrio. Me doy cuenta de que soy su única esperanza de lograr algo bueno. Accedo.
De todos mis amigos, soy el único que sigue estudiando. Los demás se creen que tiene algo que ver con el dinero, que de alguna forma yo puedo permitírmelo cuando ellos no pueden. No considero que sea verdad, él se lo puede permitir. Yo no. Él no es parte de mí.
A veces, cuando pienso en las opciones que tengo, creo que el pecho me va a explotar. Debo quedarme y terminar el bachillerato. Pero también debo alejar a ese gilipollas de nuestras vidas, y no puedo acudir a la policía porque en cuanto pregunten nadie dirá nada. Sólo yo.
El tiempo pasa y me voy acostumbrando a todo. Podemos aguantar en este barrio, en esta mierda de sitio hasta que acabe el bachiller y consiga un trabajo. Estaremos en el borde del desastre hasta entonces, pero podemos soportarlo. Podemos mantener las cosas en el borde y ya está. Y no pasará nada.
Hasta el momento en que estoy tirado en el descampado de detrás de mi casa cuando tres chicos de mi antigua clase de secundaria aparecen. Creo que ahora pasan droga, pero no lo sé. Me ordenan que les dé dinero, saben que tengo que tenerlo porque sólo alguien a quien le sobra el dinero quemaría todas sus cosas. No tengo ni idea de cómo se han enterado, pero no niego nada. Seré un cabrón, pero no soy un mentiroso. Me piden que le coja dinero al novio de mi madre. Mejor dicho hacen ver que lo están pidiendo, que tengo alguna opción cuando en verdad me quieren obligar. No lo consiguen. Amenazan con pegarme y enterrarme vivo si no lo hago. Me acuerdo de mi padre, de cómo nada le daba miedo y de cómo le hubiera abierto la cabeza a cualquier gilipollas que hubiera intentado obligarle a hacer nada. Saco la navaja del bolsillo con rabia.
No la tengo desde hace mucho. La navaja, la rabia sí.Desde que le vi la puta cara a mi padre después de que me amenazara tengo rabia. Me doy cuentamientras aprieto el mango de la navaja. La compré cuando me di cuenta de que elfuego no era bastante para defenderme. Nunca quise ser violento, pero el mundoes violencia que me ataca una y otra vez y estoy harto.
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Infernum
General FictionLa primera vez que veo fuego no tengo más de siete años. Guardo el mechero en el armario y todas las noches enciendo una llama hasta el momento en que se gasta. La primera vez que quemo algo es la mejor primera vez de todas. Pasan los años y he que...