iudicatus

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No duermo nada la noche antes del juicio. Es una tontería cuando sólo voy a tener pesadillas. No puedo hacer fuego y no quiero seguir recordando la cara del chaval cuando le clavé la navaja, así que cuento los ladrillos de las paredes. Uno, dos tres, cuatro...

Hay muchísimos fotógrafos y periodistas esperando en la entrada del juicio. Hay decenas de voces hablando a la vez y sólo oigo trozos de lo que dice cada una.

"El caso que ha puesto en duda la pena máxima para menores de edad..." "Asesino" "Siguiendo los pasos de su padre biológico, este chico de 17 años presentaba comportamientos violentos..." "La piromanía es un problema que afecta..." "Cuéntanos porqué lo hiciste..."

Siento como si la luz de los flashes fueran agujas que se me clavan en los ojos. Tal vez me quede ciego. Los periodistas no tienen permitido entrar al edificio. Respiro aliviado el aire del interior, aunque dentro del edificio la gente me mira de una forma muy extraña, más aún que en el correccional. Muchos parece que tienen miedo, pero me observan de todas maneras, igual que se observa a un animal peligroso en el zoo. Otros me miran intentando demostrar, no sé si a mí o a los demás, que me tienen asco. Algunos incluso dicen cosas en voz baja cuando paso. Me pregunto si tendrían el valor de hacer lo mismo si yo no estuviera esposado y vigilado por policías. En mi barrio también había gente que me miraba con asco de vez en cuando, pero no es igual.

Nos sentamos al frente del todo, delante del juez. La sala está llena pero a la única persona que reconozco es a mi madre. Supongo que las madres de las víctimas también estarán. Duele llamarles víctimas, incluso en mi propia mente. Mi abogado llega y se sienta a mi lado. No se ha molestado en hablar conmigo antes del juicio.

La sesión comienza con el juez diciéndome los cargos de los que estoy acusado. Me pregunta si he considerado declararme culpable. Mi abogado interviene diciendo que sí, soy culpable pero los cargos no son exactamente correctos. Dice que en el caso de mi padrastro, fue un homicidio emocional debido al maltrato sufrido. Me doy cuenta de que este debe de ser uno de sus primeros casos y que quiere hacerlo bien. Qué putada, tener que defender a alguien como yo y encima tener que hacerlo bien. Me pregunto si sufrirá remordimientos de conciencia.

Me obligan a contar otra vez lo que pasó. Ya se lo conté todo a la policía, pero supongo que querrán ver si estoy mintiendo. Lo vuelvo a contar e intento permanecer impasible. No voy a llorar por algo que ya he tenido tiempo para asumir. No tengo siete años otra vez, coño.

Después testifica la psicóloga que me atendió en el hospital. Dice que me negué a hablar sobre mi infancia, lo que es verdad. Cuando el juez me pregunta que por qué no le dije nada sobre el maltrato, si es que me afectó tanto, contesto: ¿Por qué iba a tener que contarle nada a una mujer que sólo quiere tratarme para hablar de ello en un juicio? ¿Dónde estaba ella cuando me pegaban, cuando pegaban a mi madre? ¿Dónde estaba toda esta gente, que ahora está tan interesada? Mi abogado interviene, diciendo que acabo de salir de una situación traumática y que no estoy listo para abrirme emocionalmente sobre algo así.

Testifican los chicos que me atacaron en el descampado, también al que le clavé la navaja, que está bien ahora. Dicen que me atacaron como parte de una broma y que me volví loco. Una mierda. El fiscal ha traído un experto en asesinos en serie o una mierda de esas, que dice que "esa gente" sólo necesita un pequeño impulso para estallar como una bomba de relojería. Comparecen muchos más expertos, a algunos de ellos les ha llamado mi abogado, aunque no tengo ni idea de quién coño son. También testifica gente de mi barrio, que habla de cómo me veían quemar cosas en los descampados. Llaman a mi madre a comparecer. Le preguntan por qué no denunció a mi colegio, a mi padrastro, a mi padre. Me da miedo reconocer que estoy de acuerdo con ellos. ¿Una madre no debería proteger a su hijo, en lugar de beber Vodka con las comidas? Aún así, la miro a los ojos para intentar que no se sienta culpable.

El juicio acaba sin sorpresas. Me dan la pena máxima para un menor, ocho años. Al parecer la gente está indignada, porque creen que mi caso es un ejemplo de por qué se debería ampliar la pena máxima en el caso de los menores de edad tan crueles como yo. Otros simplemente me ven como un producto de la pobreza y el maltrato: Un monstruo creado a base de negligencia. Yo estoy intentando con todas mis fuerzas no tener una opinión. Pasaré los meses que me quedan para tener 18 en el correccional y luego me enviarán a un centro penitenciario, de máxima seguridad o no dependiendo de mi comportamiento. Eso es lo único que tiene que importarme a mí. Ya está.

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Imagen: http://www.teara.govt.nz/files/p17895atl.jpg

InfernumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora