Capítulo 7

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Las charlas iban y venían a la política. Hablábamos de los amigos y Nadia lograba mostrarme la relación con la política. Hablábamos del trabajo, de los desconocidos, de los perros que se quedaban al lado nuestro para ver si le dábamos algo de comer, y también me relacionaba todo con política.

Pensé en el aburrimiento que me hubiese provocado esta charla si la que hablase no fuese Nadia. No por su belleza sino por la claridad de cada palabra. Cada frase parecía ser un conocimiento.

Por alguna razón no me anime a hablarle de amor, al menos no en ese bar.

Cuando ya habíamos tomado mas cerveza de la cuenta saque mi cuaderno y me puse a escribir mi segundo capitulo. No quería perder mis teorías ese día así que opte por un tema que no se haya discutido para darle batalla sin previo aviso, como tomarle una prueba sorpresa.

Ella me miro sorprendida mientras yo me disponía a escribir y me freno.

– Decime de que vas a escribir- me pregunto

"Prueba sorpresa" me repetí mentalmente.

– No, no vale que lo vallas pensando- le dije.

– Dale, tarado. Decime de que vas a escribir, yo escribo lo mismo sin leer lo tuyo, ahora, al mismo tiempo, así después no andas diciendo o pensando que como soy mujer quiero tener siempre la última palabra.

– Trato hecho, pero lo leemos y lo discutimos mañana. Ahora te vas a aprovechar de los tres o cuatro vasos de cerveza que tome más que vos...

Y asintió ocultando su sonrisa, para darle una simpática seriedad a la cosa.

– De la violencia. Voy a escribir mi opinión de la violencia.- le dije

Y sin decir nada tomo varias servilletas de papel y pidió prestada una lapicera al tipo que atendía. El hombre se la entrego con una sonrisa cómplice, como si se conocieran desde hacia mucho.

Nadia tiene muchos amigos, sospeche.

Ni una hora había pasado cuando levante la vista y Nadia se encontraba hablando con un nene de esos que pedían plata en las boleterías.

– No podes pedir ayuda- bromeé

– Ya termine hace rato y me aburre verte seguir escribiendo. - y volvió su mirada y sus palabras hacia ese nene.

Cuando termine de escribir le avise. Ella estaba ya sin nadie con quien hablar. Quise calcular aproximadamente el tiempo que habíamos estado allí pero Nadia se puso de pie, pago, y me hizo apurar para tomar el ultimo tren que saldría para Ramos Mejia.

Eran aproximadamente las 4 a.m. Casi 5 horas habíamos pasado en ese bar. Casi 3 tarde en escribir el segundo capitulo.

Tomamos el tren en pleno silencio, no pagamos el boleto y viajamos sentados.

A los 20 minutos yo moría de sueño y Nadia me avisaba que ya había que bajar.

Nada se hablo de los capítulos, tal cual lo habíamos prometido.

Al llegar al departamento Nadia saco un colchón y lo puso en el suelo, una almohada y una frazada. Yo ni podía moverme del dolor de cabeza y ella parecía recién haberse despertado. Cuando vi que el colchón ya estaba en condiciones me tire de inmediato.

– ¿Que haces? - me pregunto, casi enojada.

– Perdona por mi falta de cortesía, no doy más Nadia.

– Esta bien, pero ahí duermo yo.

Y no me dejo ni siquiera discutirle.

Hacia años que no dormía en una cama.    

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